miércoles, 1 de agosto de 2018

Sábado 11 de Agosto de 2018

“FE Y PIEDAD”

PRIMERA LECTURA
Habacuc 1, 12-2, 4

“El justo vivirá por su fe”

¿No eres tú, Señor, desde antiguo mi santo Dios que no muere? ¿Has destinado al pueblo de los caldeos para castigo; oh Roca, le encomendaste la sentencia? Tus ojos son demasiado puros para mirar el mal, no puedes contemplar la opresión. ¿Por qué contemplas en silencio a los bandidos, cuando el malvado devora al inocente? Tú hiciste a los hombres como peces del mar, como reptiles sin jefe: los saca a todos con el anzuelo, los apresa en la red, los reúne en la nasa, y después ríe de gozo; ofrece sacrificios al anzuelo, incienso a la red, porque con ellos cogió rica presa, comida abundante. ¿Seguirá vaciando sus redes, matando pueblos sin compasión?

Me pondré de centinela, en pie vigilaré, velaré para escuchar lo que me dice, qué responde a mis quejas. El Señor me respondió así: "Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acercará su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe."  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
El profeta Habacuc hace en el día de hoy algunas preguntas de esas que "siempre quisimos saber." Es en el fondo el antiguo tema del éxito del malvado y de la impotencia del bueno para lograr siquiera su propia seguridad personal. La pregunta que Habacuc le hace a Dios nos parece casi agresiva: "¿Cómo puedes contemplar en silencio a los traidores, soportar al malvado que devora a quien es mejor que él?" De este sólo hecho aprendemos que hemos de ser comprensivos si alguna vez oímos a alguien lamentándose ante Dios: los profetas lo hicieron.
Y sin embargo, profetas como Habacuc no estaban huyendo de Dios; su intención no era blasfemar ni volverse ateos ni cambiar de religión. Es normal sentir desconcierto cuando vemos triunfar impunemente la injusticia, y sería signo de grave desorden que a uno no le importara ver pisoteado el Derecho. Pero tendremos buen cuidado siguiendo el ejemplo de Habacuc, de seguir aceptando y creyéndole  a Dios a pesar de que no lo entendamos. El ejemplo nos lo da lo que hemos oído en la primera lectura: "Voy a colocarme en mi puesto de guardia, estaré de pie sobre la muralla, atento para oír lo que el Señor me dice."Y lo que el Señor dice es que las cosas terminan cambiando. Habrá que vigilar "sobre la muralla" y probablemente esperar un poco o mucho, pero al final la luz de la salvación aparece. Entonces llegaremos a entender "lo que siempre quisimos saber."
Salmo responsorial: 9
r. / No abandonas, Señor, a los que te buscan.

Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. R.

El será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro.
Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan. R.

Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas a los pueblos;
él venga la sangre, él recuerda
y no olvida los gritos de los humildes. R.

OREMOS CON EL SALMO
Para el salmista, Dios parecía estar muy lejos. Pero aun cuando tenía sinceras dudas, no dejó de orar ni pensó que Dios no estaba interesado. No se estaba quejando. Simplemente le estaba pidiendo a Dios que acelerara su ayuda. Es durante esos momentos en los que nos sentimos solos u oprimidos cuando más necesitamos orar, y hablarle a Dios de nuestro problemas.
Lectura del evangelio
Mateo 17, 14-20

Si tuvierais fe, nada os sería imposible

En aquel tiempo se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: "Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo. Jesús contestó: "¡Gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo". Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: "¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?" Les contestó: "Por vuestra poca fe. Os aseguro que, si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible".
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Un grano de mostaza es tan grande como uno de arena, es decir, apenas uno o dos milímetros. Las palabras de Jesús son un duro cuestionamiento para sus discípulos. Ellos se presentan como personas religiosas, pero carecen de la materia prima: la fe. Esa carencia hace ineficaz sus acciones; en particular cuando se enfrentan a una persona atrapada entre polaridades, entre puntos irreconciliables como el fuego y el agua. La fe tiene un potencial transformador: hace que seamos capaces de confiar en el poder de Dios para aliviar el dolor de las personas. La fe es un escudo: nos permite afrontar el mal que se apodera de las personas y las somete. La fe es una fuerza extraordinaria: vence la inercia de las costumbres y nos empuja hacia lo nuevo.  ¿Qué nos pide Jesús? Que poseamos el equivalente a un granito de esa fe para desatar nuestro potencial humano y posibilitar la acción divina. Eso nos exigiría superar la desconfianza radical que nos impide creer en nosotros mismos y, sobre todo, el temor a abrirnos al prójimo. De la misma manera, nos obligaría a buscar esa verdad que nos manifiesta en el libro de la Biblia, libro de la Palabra de Dios.

ORACIÓN
Señor, vivimos tantas circunstancias y problemas en nuestra vida; en este mundo tan difícil, que a veces flaqueamos y nos rebelamos porque no entendemos y nuestra certeza en Ti se va debilitando. Por favor ayúdanos a que nuestra fe sea más firme, más ciega, segura en que todo se vive con un propósito y que en tu gran sabiduría y voluntad, lo que para Ti debe ser, será, aunque parezca increíble. Amén


“Los que quieren amar a Jesús, a menudo no arriesgan demasiado en la fe y no se confían totalmente a Él” (Papa Francisco)

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