“FE Y PIEDAD”
PRIMERA
LECTURA
Habacuc 1, 12-2, 4
“El
justo vivirá por su fe”
¿No
eres tú, Señor, desde antiguo mi santo Dios que no muere? ¿Has destinado al
pueblo de los caldeos para castigo; oh Roca, le encomendaste la sentencia? Tus
ojos son demasiado puros para mirar el mal, no puedes contemplar la opresión.
¿Por qué contemplas en silencio a los bandidos, cuando el malvado devora al
inocente? Tú hiciste a los hombres como peces del mar, como reptiles sin jefe:
los saca a todos con el anzuelo, los apresa en la red, los reúne en la nasa, y
después ríe de gozo; ofrece sacrificios al anzuelo, incienso a la red, porque
con ellos cogió rica presa, comida abundante. ¿Seguirá vaciando sus redes,
matando pueblos sin compasión?
Me
pondré de centinela, en pie vigilaré, velaré para escuchar lo que me dice, qué
responde a mis quejas. El Señor me respondió así: "Escribe la visión,
grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su
momento, se acercará su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de
llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá
por su fe." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El
profeta Habacuc hace en el día de hoy algunas preguntas de esas que
"siempre quisimos saber." Es en el fondo el antiguo tema del éxito
del malvado y de la impotencia del bueno para lograr siquiera su propia
seguridad personal. La pregunta que Habacuc le hace a Dios nos parece casi
agresiva: "¿Cómo puedes contemplar en silencio a los traidores, soportar
al malvado que devora a quien es mejor que él?" De este sólo hecho
aprendemos que hemos de ser comprensivos si alguna vez oímos a alguien
lamentándose ante Dios: los profetas lo hicieron.
Y sin embargo, profetas como Habacuc no estaban huyendo de Dios; su
intención no era blasfemar ni volverse ateos ni cambiar de religión. Es normal
sentir desconcierto cuando vemos triunfar impunemente la injusticia, y sería
signo de grave desorden que a uno no le importara ver pisoteado el Derecho.
Pero tendremos buen cuidado siguiendo el ejemplo de Habacuc, de seguir
aceptando y creyéndole a Dios a pesar de
que no lo entendamos. El ejemplo nos lo da lo que hemos oído en la primera
lectura: "Voy a colocarme en mi puesto de guardia, estaré de pie sobre la
muralla, atento para oír lo que el Señor me dice."Y lo que el Señor dice
es que las cosas terminan cambiando. Habrá que vigilar "sobre la
muralla" y probablemente esperar un poco o mucho, pero al final la luz de
la salvación aparece. Entonces llegaremos a entender "lo que siempre
quisimos saber."
Salmo responsorial: 9
r. / No
abandonas, Señor, a los que te buscan.
Dios
está sentado por siempre
en el
trono que ha colocado para juzgar.
Él
juzgará el orbe con justicia
y regirá
las naciones con rectitud. R.
El será
refugio del oprimido,
su
refugio en los momentos de peligro.
Confiarán
en ti los que conocen tu nombre,
porque
no abandonas a los que te buscan. R.
Tañed en
honor del Señor, que reside en Sión;
narrad
sus hazañas a los pueblos;
él venga
la sangre, él recuerda
y no
olvida los gritos de los humildes. R.
OREMOS CON EL SALMO
Para el salmista, Dios parecía estar muy lejos. Pero
aun cuando tenía sinceras dudas, no dejó de orar ni pensó que Dios no estaba
interesado. No se estaba quejando. Simplemente le estaba pidiendo a Dios que
acelerara su ayuda. Es durante esos momentos en los que nos sentimos solos u
oprimidos cuando más necesitamos orar, y hablarle a Dios de nuestro problemas.
Lectura del evangelio
Mateo 17, 14-20
“Si
tuvierais fe, nada os sería imposible”
En
aquel tiempo se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: "Señor,
ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques: muchas veces se
cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido
capaces de curarlo. Jesús contestó: "¡Gente sin fe y perversa! ¿Hasta
cuándo os tendré que soportar? Traédmelo". Jesús increpó al demonio, y
salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y
le preguntaron aparte: "¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?" Les
contestó: "Por vuestra poca fe. Os aseguro que, si fuera vuestra fe como
un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría.
Nada os sería imposible".
Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Un
grano de mostaza es tan grande como uno de arena, es decir, apenas uno o dos
milímetros. Las palabras de Jesús son un duro cuestionamiento para sus
discípulos. Ellos se presentan como personas religiosas, pero carecen de la
materia prima: la fe. Esa carencia hace ineficaz sus acciones; en particular
cuando se enfrentan a una persona atrapada entre polaridades, entre puntos
irreconciliables como el fuego y el agua. La fe tiene un potencial
transformador: hace que seamos capaces de confiar en el poder de Dios para
aliviar el dolor de las personas. La fe es un escudo: nos permite afrontar el
mal que se apodera de las personas y las somete. La fe es una fuerza
extraordinaria: vence la inercia de las costumbres y nos empuja hacia lo
nuevo. ¿Qué nos pide Jesús? Que poseamos
el equivalente a un granito de esa fe para desatar nuestro potencial humano y
posibilitar la acción divina. Eso nos exigiría superar la desconfianza radical
que nos impide creer en nosotros mismos y, sobre todo, el temor a abrirnos al
prójimo. De la misma manera, nos obligaría a buscar esa verdad que nos
manifiesta en el libro de la Biblia, libro de la Palabra de Dios.
ORACIÓN
Señor, vivimos tantas
circunstancias y problemas en nuestra vida; en este mundo tan difícil, que a
veces flaqueamos y nos rebelamos porque no entendemos y nuestra certeza en Ti
se va debilitando. Por favor ayúdanos a que nuestra fe sea más firme, más ciega,
segura en que todo se vive con un propósito y que en tu gran sabiduría y
voluntad, lo que para Ti debe ser, será, aunque parezca increíble. Amén
“Los que quieren amar
a Jesús, a menudo no arriesgan demasiado en la fe y no se confían totalmente a
Él” (Papa Francisco)
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