sábado, 1 de abril de 2017

ABRIL 2017


“LA MISERICORDIA DESDE LA PASCUA DE LA MUJER”

En este mes, que hablaremos  sobre la Misericordia con rostro de mujer, les invitamos  a reflexionar acerca de la Pascua de la Mujer. Recordemos el origen de la palabra: “Pascua” cuyo significado es “pasar por encima de” o “saltar por arriba de”.  Por lo tanto, cuando se habla del Paso de Dios, se está hablando de la Pascua de Dios, y viceversa. Más aún, se está anunciando el Paso de Dios que apacienta, que lleva a verdes y frescos pastos (Sal. 23, 2-3) para alimentar, para aliviar, para restaurar: para salvar. El sentido de la Pascua tiene sus raíces en dos tradiciones: La de la Pascua Judía, que celebra la salida de Egipto y el paso de la opresión a la libertad del Pueblo Hebreo, Dios que pasa por encima de los poderes del opresor para liberar a los oprimidos. Y la de la Pascua Cristiana, que celebra el paso de Jesús, el Cristo, de este mundo al Padre. Y su paso como Salvador o liberador y Señor de la Historia: Dios Pasa Salvando en Jesús Vivo y Resucitado,  persona central de nuestra Pascua;  Jesús que es Pascua para quienes Él ha vuelto a la vida, entonces quienes han vuelto a la vida por Él son Pascua de Jesús para el mundo.
Reflexionar sobre la Pascua, es pensar entonces en clave de resurrección: esa fuerza poderosa que se abre camino y es capaz de re-crear la vida y de imprimir sus huellas en medio de las realidades más crudas, las circunstancias más difíciles, los dolores más profundos y las crueldades más oscuras...La resurrección es la Fuerza de la Vida de Jesús en ti, en mí, en la creación…

MARIA MAGDALENA: Mujer Pascual

En los Evangelios quedó registrado uno de los episodios más significativos de ese Paso de Jesús, el Cristo por la historia. Concretamente por la vida y la historia  de una de sus más amadas discípulas: María Magdalena. (Juan 20, 1-2  y 11-18).
Los preceptos y leyes religiosas prohibían casi todo tipo de actividades durante el Sábado, incluidos los ritos funerarios. Así que María Magdalena debió ir “muy temprano” la mañana del Domingo; tanto que “aún estaba oscuro”. Cuando María llega a la tumba descubre que la roca de la entrada había sido removida, y se angustia. Ella en ese momento no parece siquiera considerar la posibilidad de la Resurrección de Jesús, simplemente supone que la tumba pudo haber sido robada, saqueada o profanada con el objetivo de difamar a su Maestro. A su dolor ahora se suma el horror y la incertidumbre.
María va en busca de Juan y Pedro, necesitaba como mínimo dos testigos hombres para que su testimonio fuera válido ante la ley. Quienes llegan y observan, y  dice el texto que “Juan regresa con Pedro a los suyos”.  Si hubiesen entendido el verdadero significado de esa “tumba vacía”, habrían salido a anunciarlo por todas partes…Pero regresaron, volvieron al mismo punto de donde habían venido…María, en cambio, permaneció. Ella, igual que ellos, aún no podía entender lo que estaba pasando, pero permanece en el sepulcro, así como permaneció con María, la madre de Jesús, y otras mujeres junto a la cruz...Y permanece con una fe activa, no pasiva, porque es una fe que busca, que acciona, que la hace “ir a”…Una “fe activa y actuante”.
Qué rotunda evidencia dejó el Evangelio al registrar cómo, en la Presencia de Dios (la cual el texto presenta bajo la forma de “dos ángeles”), María Magdalena es escuchada, consolada y vuelta a la vida!. Como mujeres, es central este momento de acompañamiento del dolor de la mujer de Magdala, nos debe ser muy liberador y esperanzador, sobre todo en un mundo que se ha caracterizado por ser sordo a las necesidades de las mujeres, por excluirlas, por violar sus derechos, por maltratarlas,  esclavizarlas y violentarlas a causa de su género.
María aún conversaba con “los ángeles” cuando vio a un hombre que allí también estaba; envuelta en llanto entabla dialogo con él y de pronto escucha por primera vez su nombre, aquel hombre la llama: “’¡María!” y reconoce en aquel hombre a Jesús, “¡Él está Vivo!…Tal vez no había podido reconocerlo porque su dolor y sus lágrimas le impedían verlo. O quizá porque estaba buscando a Jesús como a un hombre muerto, y ello le impedía reconocerlo vivo y presente.  Como a María, puede pasarnos que el dolor y las lágrimas lleguen a enceguecernos, y como ella, tal vez solo vemos lo que esperamos o queremos ver, pero no lo que necesitamos ver.  Aquello que necesitamos ver puede estar pasando justo  frente a nuestros ojos y que en lo profundo de nuestro ser, no lo queremos ver, porque somos traicionados(as)  por  el miedo, las ansiedades y las prevenciones: ellas nos paralizan y enceguecen. Tememos a lo desconocido, quizá porque no nos sentimos preparados(as) para enfrentarlo…Somos como “ciegos que dicen que ven pero no ven”…Por eso necesitamos soltar nuestros miedos, abrir nuestra visión a lo inesperado y permitir que Jesús nos sorprenda. María entonces, abrazada con Amor y ternura en su dolor, y experimentando liberación y salvación en su angustia, renace a una  nueva manera de vivir: “María es resucitada”

¿Y TU MUJER, CUÁL ES TU PASCUA?

¿Conoces a Jesús?.  Él está pasando y toca a la puerta de tu corazón, solo entrará si le invitas. El pasa todo el tiempo por tu vida, pasó ayer, antes de ayer, la semana pasada, el último mes; es más, acaba de pasar, hace un minuto, hace un segundo, ¿te diste cuenta? . Pero ahora quiere pasar, habitar en tu corazón y quedar contigo, como compañero de camino, si se lo permites. Su Amor quiere hacer morada en tí, y en la fuerza de ese Amor podrás ver quién realmente eres, lo valiosa que eres, la poderosa Luz que hay dentro de tí…La mujeres, somos expertas en los ciclos de la vida, aquellos que tienen que ver con el dolor y la alegría, con la angustia y la esperanza, con el nacer y con el morir, Algunos de ellos pueden llegar a estacionarse en tiempos difíciles de desierto, de hambre, de sed, de soledad...Sin embargo en todos ellos permanece en nosotras el pulso de la vida; somos portadoras de vida en el más amplio sentido de la palabra, y aunque la muerte nos rodee, ese pulso no se agota…Somos expertas en reciclar la amargura y la tristeza en alegría y esperanza, y seguramente por esa capacidad, María Magdalena permaneció acompañando en la cruz y en el sepulcro a Jesús, como tú los has hecho. Pero ella tuvo que experimentar el Amor en sí misma, el Amor con mayúscula, ese que la invitaba a salir de los lugares conocidos y comunes en donde la cultura y la sociedad la habían puesto. Ese que le permitió reconocer-ser digna y merecedora de todas las promesas para el Pueblo, porque ella, como mujer, era Pueblo. El Amor de la libertad, el Amor de la Reconciliación, el Amor de la Vida Plena, el Amor de la Resurrección. El Amor del Paso Presente y Salvador de Dios en Jesús que también la invitaba a amarse, a perdonarse, a re-encontrarse…Solo así podría amar, perdonar y vivir el encuentro y la reconciliación con los demás. La ser humana más próxima, que más cerca tienes de ti, eres tú misma.; sólo liberándonos, como Jesús nos liberó,  aprendemos a ser libres y a soltar…De este modo podremos ser realmente responsables de nuestra vida y cumplir nuestra misión
¿Cuáles son tus pasos? ¿Cuáles tus caminos? ¿Cuáles son las huellas que vas dejando? Jesús quien es Fuerza Vital, Fuente de Vida, la Vida misma, te está invitando a imprimir huellas de Vida por donde vayas…Así que ¡Levántate mujer magnífica! Renace, vuelve a  vivir, Resucita. Que nada te paralice, que nada te esclavice, que nada te enceguezca… Suelta tus miedos, rompe con decisión los lienzos y vendas que aún te atan, y ve a donde tus pies, impulsados por esa poderosa Fuerza de la Vida, quieran llevarte.
Está pasando, es el tiempo, Él te visita y quiere hacer camino contigo, ábrele la puerta.

A veces la vida se nos pasa y otras veces pasamos por la vida,
…Deja de pasar por la vidapermite que  la Vida de Jesús pase por tí…

             Dios, que  está a tu lado, te escucha, consuela y te vuelve a la vida y te bendice.

Sandra  Patricia González González
Servidora Comunidad Casa Abierta

ORACIÓN AL COMENZAR EL DÍA
Señor y Dios Nuestro al comenzar este nuevo día, te doy muchas gracias, te alabo y bendigo, por la  vida, gracias porque me permites despertar de nuevo y contemplar un nuevo día. Hoy quiero experimentar tu presencia amorosa y misericordiosa. Quiero realizar una oración de profunda confianza y abandono en ti; quiero decirte que creo, confío y espero en Ti, en tu poder, confieso al inicio de este nuevo día que tu eres el único Dios verdadero, mi Padre, confieso  que Jesucristo es mi Señor y Salvador, y que el Espíritu Santo es mi gran Defensor, Santificador y Hacedor de Vida Nueva. Inició este día seguro(a) de que Tú estarás a mi lado, ayudándome  a seguir luchando, y  seguir conquistando, todos mis  sueños e ilusiones. Aunque a veces Señor, he experimentado momentos difíciles en los que se me  ha nublado tu presencia, sabes que muchas veces he sentido que he perdido el horizonte a causa de las dificultades, sabes que muchas veces he perdido la esperanza y me he dejado llevar por las tribulaciones, pero también  sabes que también he puesto mi confianza en ti, porque eres un Dios Bueno que no me abandonas, por eso hoy te expreso mi fe: Confío plenamente en ti, creo que por más grandes que sean mis problemas, hoy, tú tienes el poder para levantarme animarme, sanarme, restaurarme y liberarme; Tú tienes el poder para sostenerme, para vencer toda dificultad que quiera alejarme de tu compañía. De la mano contigo quiero caminar en esta nueva Pascua mirando la cruz y el esplendor de tu resurrección, ayúdame a morir a todo lo que me esclaviza y no me deja vivir en la plenitud de tu amor. Hazme resucitar por la acción de tu Espíritu a una nueva manera de ver, pensar, sentir, hablar y construir el mundo, en mi entorno más cercano. Dame todo lo que requiero para hacer de este día el mejor de todos, ayúdame a actuar como un verdadero discípulo(a) tuyo(a). Que experimentando tu bendición, sea hoy un signo de bendición para todos los que tú vas a colocar en mi camino. Amén.                    

ORACIÓN AL FINALIZAR EL DÍA
Amado Padre Dios, al caer ya la noche de nuevo anhelo buscar de tu presencia, y darte gracias por todas tus bendiciones y manifestaciones de tu amor que he tenido a lo largo este día. Como lo hice en esta mañana al iniciar el día, quiero expresarte mis sentimientos de confianza y abandono en ti. Creo, confió y espero en ti Señor. Te presento aquellas situaciones o cosas de que alguna manera me robaron la paz en este día; Tú sabes que muchas veces me desespero  y desanimo porque no le encuentro  solución a los problemas, por eso te pido, que al caer ya la noche me regales tu Espíritu y en Él tu fuerza y sabiduría para hacerle frente a estas adversidades, enséñame a ser cada día más paciente, valiente y fuerte y a no perder nunca la esperanza y confianza en ti. Te pido perdón por los errores cometidos en este día, por no dar lo mejor de mí. Regálame en esta noche un buen descanso, que las dificultades no me roben la tranquilidad y sosiego que me da el estar en tu bendita presencia. Que bueno poder terminar este día compartiendo contigo este momento, en que me siento escuchado(a), animado y restaurado por ti. Permíteme despertar mañana con el impulso de tu Espíritu Santo en mí, para seguir adelante dando la batalla, siempre animado y esperanzado en ti. Lléname una vez más de tu Espíritu y de nuevo dame la sabiduría y la fuerza para enfrentar y vencer el mal que busca alejarme de ti. Gracias por todo lo vivido a lo largo de este día y por tu bendita compañía, que me hace sentir seguro para descansar sin miedo en tus manos. Desde ya prepárame para vivir a plenitud el día de mañana. Te amo, y gracias por todas las bendiciones que sigo recibiendo de Tí. Amén.          


PROMESA BÍBLICA DEL MES

“Jesús el Crucificado, ha Resucitado.  Marcos 16,6


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