“ANTE
TODO LA MISERICORDIA PARA CON EL PRÓJIMO”
PRIMERA LECTURA
OSEAS
6,1-6
“Quiero
misericordia, y no sacrificios”
Vamos
a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos
vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante
de él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su
sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como
lluvia tardía que empapa la tierra.
"¿Qué
haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube
mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de
los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no
sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Hoy el amor es comparado con el agua. Amor de
Dios, que es como lluvia de primavera, y fecunda la tierra de admirable modo;
amor de Israel, que es como rocío engañoso pronto a evaporarse sin dejar más
rastro que su recuerdo.
La lluvia
empapa; el rocío apenas moja. El amor de Dios penetra; el amor humano, si no
tiene más cimiento que su gusto o conveniencia inmediata, apenas moja, de
inmediato se evapora y deja tras de sí un horrible vacío.
Primera enseñanza y primer cuestionamiento: ¿tu
amor es lluvia que fecunda y transforma, o rocío que embellece sólo un
instante, y desaparece?
SALMO
RESPONSORIAL: 50
R.
/ Quiero misericordia, y no sacrificios.
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad,
por
tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava
del todo mi delito,
limpia
mi pecado. R.
Los
sacrificios no te satisfacen:
si
te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado;
un
corazón quebrantado y humillado,
tú
no lo desprecias. R.
Señor,
por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye
las murallas de Jerusalén:
entonces
aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas
y holocaustos. R.
LECTURA DEL
EVANGELIO
LUCAS
18,9-14
“El
publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no”
En
aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí
mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres
subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo,
erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no
soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno
dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano,
en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo
se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este
pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque
todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La
persona humana tiende a justificarse y auto-elogiarse. Este es el sentido de
esta parábola, en la que la actitud prepotente y autosuficiente del fariseo
contrasta con la actitud humilde y arrepentida del publicano. Los fariseos se
consideraban personas sumamente religiosas, mientras que los publicanos -como
recaudadores de impuestos- eran considerados pecadores e impuros; eran odiados
y rechazados por la gente del común. El hecho de comprar los derechos para
cobrar impuestos y luego colocar cargas arancelarias sumamente pesadas sobre la
gente los hacía doblemente despreciables. Jesús no justifica la injusticia y la
codicia del publicano de ninguna manera, sino que hace ver la actitud de
arrepentimiento y el deseo de conversión que muestra el publicano. Éste sólo se
limita a reconocer su pequeñez y su miseria delante de Dios; mientras el
fariseo, embelesado en su prepotencia y soberbia religiosa, no es capaz de
reconocer su realidad también pecadora. – Puede ser que estos dos modos de vida
se den cita en nosotros: a veces nos creemos superiores a los demás. Pensamos
que ya tenemos ganada la salvación porque practicamos ritos y cumplimos normas.
Tal vez la actitud del publicano nos enseñe la humildad y la necesidad de la gracia
de Dios para poder vivir la fidelidad al evangelio.
ORACIÓN
Señor, por favor
ayúdanos a hacernos justos ante ti, no por las obras y sacrificios que hagamos,
sino por nuestra capacidad para escuchar, la paciencia y la atención cargada de
ternura y compasión para con mis semejantes. Si Amado Dios, queremos tener las cualidades
tuyas que tanto te agradan, ser compasivos, lentos a la cólera, rico en piedad,
justos y misericordiosos. Amén
“Ayudar al prójimo es mostrar al verdadero
JESUCRISTO que este mundo necesita”
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