sábado, 1 de marzo de 2014

Sábado 29 de Marzo de 2014


“ANTE TODO LA MISERICORDIA PARA CON EL PRÓJIMO”

PRIMERA LECTURA
OSEAS 6,1-6

“Quiero misericordia, y no sacrificios”

Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra.

"¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos." Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Hoy el amor es comparado con el agua. Amor de Dios, que es como lluvia de primavera, y fecunda la tierra de admirable modo; amor de Israel, que es como rocío engañoso pronto a evaporarse sin dejar más rastro que su recuerdo.
 La lluvia empapa; el rocío apenas moja. El amor de Dios penetra; el amor humano, si no tiene más cimiento que su gusto o conveniencia inmediata, apenas moja, de inmediato se evapora y deja tras de sí un horrible vacío.
Primera enseñanza y primer cuestionamiento: ¿tu amor es lluvia que fecunda y transforma, o rocío que embellece sólo un instante, y desaparece?
SALMO RESPONSORIAL: 50
R. / Quiero misericordia, y no sacrificios.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 18,9-14


“El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no”

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La persona humana tiende a justificarse y auto-elogiarse. Este es el sentido de esta parábola, en la que la actitud prepotente y autosuficiente del fariseo contrasta con la actitud humilde y arrepentida del publicano. Los fariseos se consideraban personas sumamente religiosas, mientras que los publicanos -como recaudadores de impuestos- eran considerados pecadores e impuros; eran odiados y rechazados por la gente del común. El hecho de comprar los derechos para cobrar impuestos y luego colocar cargas arancelarias sumamente pesadas sobre la gente los hacía doblemente despreciables. Jesús no justifica la injusticia y la codicia del publicano de ninguna manera, sino que hace ver la actitud de arrepentimiento y el deseo de conversión que muestra el publicano. Éste sólo se limita a reconocer su pequeñez y su miseria delante de Dios; mientras el fariseo, embelesado en su prepotencia y soberbia religiosa, no es capaz de reconocer su realidad también pecadora. – Puede ser que estos dos modos de vida se den cita en nosotros: a veces nos creemos superiores a los demás. Pensamos que ya tenemos ganada la salvación porque practicamos ritos y cumplimos normas. Tal vez la actitud del publicano nos enseñe la humildad y la necesidad de la gracia de Dios para poder vivir la fidelidad al evangelio.

ORACIÓN
Señor, por favor ayúdanos a hacernos justos ante ti, no por las obras y sacrificios que hagamos, sino por nuestra capacidad para escuchar, la paciencia y la atención cargada de ternura y compasión para con mis semejantes. Si Amado Dios, queremos tener las cualidades tuyas que tanto te agradan, ser compasivos, lentos a la cólera, rico en piedad, justos  y misericordiosos. Amén


 “Ayudar al prójimo es mostrar al verdadero JESUCRISTO  que este mundo necesita”

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