sábado, 1 de marzo de 2014

Lunes 03 de Marzo de 2014



“SEGUIDORES(AS) DE CRISTO QUE NOS HA AMADO”


PRIMERA LECTURA
1 EDRO 1,3-9

“No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; creéis en él, y os alegráis con un gozo inefable”

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.

Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan al fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
San Pedro nos propone hoy cinco pasos para nuestro crecimiento: Reconocer el amor de Dios que nos llama a la vida sin tener por qué hacerlo, la victoria de Cristo en la cruz al resucitar, tener una vida nueva, tener la Esperanza puesta en el Cielo y  tener la certeza del acompañamiento permanente de Dios en nuestras vidas.
La sociedad actual reclama de los creyentes en Cristo signos que expresen la alegría de haberse encontrado con el Hijo de Dios encarnado, así como el gozo de una vida que, aun marcada por el sufrimiento, el dolor y la muerte, ha sido inundada por el misterio de la resurrección y la certeza de la eternidad; una fe que sostiene incluso en las grandes adversidades, es decir que mantiene el ánimo firme y encuentra la oportunidad de experimentarse intensamente amado por Dios.    
   
SALMO RESPONSORIAL: 110
R. / El Señor recuerda siempre su alianza.

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles. R.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza;
la alabanza del Señor dura por siempre. R. 

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO

Salmo compuesto de reminiscencias de otros salmos, para alabar a Dios por su bondad con el pueblo. Nunca se cansará el hombre de alabar a Dios y darle gracias por su bondad. 

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 10,17-27

“Vende lo que tienes y sígueme”

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre." Él replicó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme." A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?" Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Dos temas llaman la atención del evangelio, el camino de la vida eterna y el peligro de las riquezas. Un joven le pregunta a Jesús sobre la vida eterna, porque en su corazón añora una vida cercana a Dios. Jesús le recuerda los mandamientos que tienen que ver con las relaciones humanas: no matar, no cometer adulterio, no robar, no jurar en falso, no defraudar, honrar a padre y madre. No le menciona los tres primeros mandamientos que definen la relación con Dios. Para Jesús la relación con el prójimo define nuestro camino a Dios. Por esto, el camino más cercano para encontrar a Dios es el amor al prójimo. El joven asegura conocer y observar esos mandamientos, pero no comprende todavía que es en el prójimo donde se expresa la voluntad de Dios. No basta por tanto ser cristiano, es necesario vender todo lo que nos impide obtener el tesoro mayor, el amor a Dios y al prójimo. Jesús mira al joven con ternura y le pone una nueva tarea: vender sus bienes y dárselo a los pobres. El joven se marchó triste porque había puesto su vida al servicio de las cosas y no al servicio del prójimo.

Vemos también como el texto nos muestra que la  vocación al amor perfecto no está reservada de modo exclusivo a una élite de personas. La invitación, "anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres" , junto con la promesa "tendrás un tesoro en los cielos" , se dirige a todos, porque es una radicalización del mandamiento del amor al prójimo. De la misma manera, la invitación "ven y sígueme" es la nueva forma concreta del mandamiento del amor a Dios. Los mandamientos y la invitación de Jesús al joven rico están al servicio de una única e indivisible caridad, que espontáneamente tiende a la perfección, cuya medida es Dios mismo: "Vosotros pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial" (Mt 5, 48). En el evangelio de Lucas, Jesús precisa posteriormente el sentido de esta perfección: "Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso" (Lc 6, 36).

ORACIÓN

Señor, ayúdanos a prepararnos como tus discípulos(as) con humildad de corazón, para comprender y responder a tu amor misericordioso. Que durante este tiempo de desierto  aprovechemos y nos dispongamos a experimentar intensamente tu perdón y recibir la unción del gozo y alegría espiritual, del que te ha encontrado por el camino y no te quiere perder nunca más. Amén 

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