sábado, 1 de marzo de 2014

REFLEXION MES DE MARZO

“CUARESMA,  CAMINO  DE  LA CASA DE
BELÉN  A  LA CASA DE  JERUSALÉN”

Empezamos este mes el tiempo de cuaresma,  tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para cambiar nuestra manera de pensar, sentir y actuar, de morir a… y resucitar con Cristo.
La cuaresma ha sido, es y será un tiempo favorable para volver a Dios Padre lleno de misericordia, por lo tanto hay que verla a la luz del Evangelio.  En el evangelio de San Mateo 6,1-18     Jesús nos enseña sobre tres prácticas de piedad importantes en nuestra vida y sobre todo en este tiempo:

·         ORACIÓN -          AYUNO -          OFRENDA
LA ORACIÓN:     Jesús dice   Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas… cuando ores entra en tu corazón, en tu conciencia, intimidad y comunícate con Dios.  Deja que tu corazón hable con humildad, sencillez, sinceridad.  En la oración nos encontramos con Dios, por lo tanto debemos orar siempre y sin desanimarnos.
EL  AYUNO: El ayuno es para mí,  me encuentro consigo mismo (a), aprendo a dominarme, es hacia adentro.  Cuando domino mis instintos empiezo a caminar en Dios y a  ser libre.
En el capítulo 58 de Isaías encontramos el verdadero ayuno que le agrada a Dios,  renunciar  a la injusticia, compartir el pan con el hambriento, ser solidario con el que no tiene.  El ayuno es verbo, no sustantivo, trae bendición.
LA  OFRENDA: Hacia afuera, me relaciono con el otro mediante el amor y la misericordia. Dar, donar, ofrendar desde el amor; dando me libero, rescato, recibo y vivo alegre.
Al darse así mismo  damos nuestro corazón, nuestra vida, darse así mismo, eso es amar.
En ésta cuaresma, Dios quiere de nosotros(as) que arranquemos de raíz el pecado, que abandonemos nuestras actitudes egoístas, que salgamos de nuestros mezquinos intereses particulares y nos abramos a las necesidades del prójimo, a su sufrimiento, que seamos misericordiosos.

Como recordarán, en  Navidad hicimos camino y  llegamos a la casa de BELÉN,  la que Dios escogió para humanizarse en medio de la historia de los pequeños y sencillos, contemplamos al Mesías Prometido, al  Salvador y le permitimos que aconteciera en nuestros corazones y llenos de gozo y paz, prendimos muchas luces, pero especialmente   LA LUZ DE JESÚS Y SU PROYECTO DE SALVACIÓN.  Y ahora en este tiempo seguimos otra travesía, el camino a Jerusalén. 

Es así que la CUARESMA (40 días) implica camino, espera, levantarse y desplazarse es un tiempo propicio para pasar de una situación a otra, por lo tanto el cuarenta es un tiempo simbólico que nos ayuda a discernir y tomar decisiones ante grandes momentos. Vemos como Jesús no se queda en BELÉN,  sino que toma la decisión de desplazarse, de marchar a   JERUSALÉN  para cumplir su  MISIÓN y como discípulos(as) nos invita a levantarnos  a ponernos de pie, a desinstalarnos para que otros se instalen, a construir el Proyecto del Dios de la vida en nuestras vidas desde el amor, el perdón, la justicia,  la solidaridad, el servicio entre otros.
Jesús itinerante nos anima a tomar nuestra cruz  y con El emprender el camino hacia la meta que es LA  PASCUA, la plenitud de la vida.
Esta decisión de  Jesús, representa un giro decisivo en su vida,  JERUSALÉN   donde aparecerá el Reino de Dios como habían predicado los profetas.  Pero antes de  llegar allí (Jerusalén)  Jesús se encuentra con la experiencia del  Jordán que representa: Bautismo, conversión, humildad, disposición, vida,  compromiso, visión, amor, perdón,  servicio, confianza y limpieza.
El  Rio Jordán en el origen del pueblo de Israel, significó el paso a la tierra prometida, juega un significado muy profundo: momento de nacimiento, puerta de entrada.  (Jos. 3,14 -17). En este  río, Jesús es bautizado y lleno del Espíritu Santo, inaugura una nueva época en el Proyecto Salvífico de Dios, que se va a concretar en el anuncio de la llegada de su Reino.

Luego el Espíritu Santo lo lleva al DESIERTO, en donde dura 40 días y el diablo lo pone a prueba (Mc. 4,1-3). En el desierto el pueblo de Israel tuvo una gran experiencia de vida, para ellos fue una experiencia donde  encontraron una nueva propuesta de Dios, fueron madurando, fue  su escuela de formación.
En Jesús significa la mediación indispensable que Él toma  para ingresar con el pueblo en la Nueva Propuesta, es decir pasar un tiempo de discernimiento para repensar y asumir la misión. Así se coloca en la misma línea de la tradición del desierto, lugar por excelencia donde Israel aprendió a ser pueblo.

El desierto es lugar de confrontación;   allí  se vive la soledad que cuestiona e invita a replantear la vida, es una opción al levantarnos a ir al encuentro con el hermano; es pasar de la maldición a la bendición, de la oscuridad a la luz, del pecado a la gracia, es la opción por la vida y el discipulado; por consiguiente el desierto no resta, suma y multiplica.

En el desierto Jesús nos enseña a vencer las tentaciones, pruebas, crisis con la oración; a vencer el poder con el servir;  el tener con el compartir y el prestigio con la humildad.
En el paso por nuestros  desiertos, miedos, enfermedades y crisis nunca estamos solos, Jesús  camina con nosotros, nos conoce, escucha, libera, sana, fortalece y nos anima a continuar el camino para ir a GALILEA, el lugar de los que necesitan de Dios, de los excluidos, desplazados, desempleados, pobres, enfermos, lugar de la indiferencia, es el lugar donde  Jesús inicia su actividad apostólica y después de su resurrección los discípulos inician su misión. (Lc. 4, 14).
Antes de hacer el anuncio de su muerte y resurrección, Jesús se encuentra en Galilea sanando, haciendo toda clase de milagros, acompañado de multitudes, en la plenitud de su Ministerio.  Pero en medio de la misión,  anuncia  LA PASIÓN y el paso por LA CRUZ, cosa que no entienden ni la multitud ni sus discípulos, que  hay que pasar por la  Cruz para llegar a la Pascua.

En resumen el tiempo de  Cuaresma que empezamos a vivir este mes,  tiene su significado bíblico como tiempo de purificación, preparación, prueba y tentación; en medio del lugar geográfico del “desierto”.  Una segunda evocación  del número cuarenta  es como ya lo dijimos antes una invitación a vivir este tiempo de cambio (cuaresma) en dinámica o clave de oración, ayuno, compartir (ofrendar), defender la justicia, practicar las buenas obras de misericordia y solidaridad y todo lo que nos marque el camino, a tener una vida cada vez más humana y cada vez más digna en relación con los demás.  La gran invitación para esta cuaresma del 2014 es a prepararnos para asumir practicando el  modelo de vida de Jesús y sus discípulos(as),  a vivir plenamente y paso a paso  el proceso o camino de:
-La Casa de Belén ( Navidad, hermandad, esperanza)  e ir a la Casa de Jerusalén ( casa de la prueba, casa del desierto o tentación…….casa de la Cruz”).          
A quienes siguen Día a Día con la palabra les hago llegar un abrazo fraterno, dando gracias a Dios por sus vidas, familias y comunidades y que en este tiempo tan especial, hagamos un alto en el camino y reflexionemos y vivamos una verdadera cuaresma.
                                                                                                     Lucila Mojica

                                                                                                     Equipo Intercesión

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