“CUARESMA, CAMINO DE LA
CASA DE
BELÉN A LA CASA
DE JERUSALÉN”
Empezamos este mes el tiempo de cuaresma, tiempo litúrgico de conversión, que marca la
Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para cambiar
nuestra manera de pensar, sentir y actuar, de morir a… y resucitar con Cristo.
La cuaresma ha
sido, es y será un tiempo favorable para volver a Dios Padre lleno de
misericordia, por lo tanto hay que verla a la luz del Evangelio. En el evangelio de San Mateo 6,1-18 Jesús nos enseña sobre tres prácticas de
piedad importantes en nuestra vida y sobre todo en este tiempo:
·
ORACIÓN - AYUNO - OFRENDA
LA ORACIÓN: Jesús dice Cuando ustedes oren, no sean como los
hipócritas… cuando ores entra en tu corazón, en tu conciencia, intimidad y
comunícate con Dios. Deja que tu corazón
hable con humildad, sencillez, sinceridad.
En la oración nos encontramos con Dios, por lo tanto debemos orar
siempre y sin desanimarnos.
EL AYUNO: El ayuno es para mí, me encuentro consigo mismo (a), aprendo a
dominarme, es hacia adentro. Cuando
domino mis instintos empiezo a caminar en Dios y a ser libre.
En el capítulo
58 de Isaías encontramos el verdadero ayuno que le agrada a Dios, renunciar a la injusticia, compartir el pan con el
hambriento, ser solidario con el que no tiene.
El ayuno es verbo, no sustantivo, trae bendición.
LA OFRENDA: Hacia afuera, me relaciono con el
otro mediante el amor y la misericordia. Dar, donar, ofrendar desde el amor;
dando me libero, rescato, recibo y vivo alegre.
Al darse así
mismo damos nuestro corazón, nuestra
vida, darse así mismo, eso es amar.
En ésta
cuaresma, Dios quiere de nosotros(as) que arranquemos de raíz el pecado, que
abandonemos nuestras actitudes egoístas, que salgamos de nuestros mezquinos
intereses particulares y nos abramos a las necesidades del prójimo, a su
sufrimiento, que seamos misericordiosos.
Como recordarán,
en Navidad hicimos camino y llegamos a la casa de BELÉN, la que Dios escogió para humanizarse en medio
de la historia de los pequeños y sencillos, contemplamos al Mesías Prometido,
al Salvador y le permitimos que
aconteciera en nuestros corazones y llenos de gozo y paz, prendimos muchas
luces, pero especialmente LA LUZ DE
JESÚS Y SU PROYECTO DE SALVACIÓN. Y
ahora en este tiempo seguimos otra travesía, el camino a Jerusalén.
Es así que la
CUARESMA (40 días) implica camino, espera, levantarse y desplazarse es un
tiempo propicio para pasar de una situación a otra, por lo tanto el cuarenta es
un tiempo simbólico que nos ayuda a discernir y tomar decisiones ante grandes
momentos. Vemos
como Jesús no se queda en BELÉN, sino
que toma la decisión de desplazarse, de marchar a JERUSALÉN
para cumplir su MISIÓN y como
discípulos(as) nos invita a levantarnos
a ponernos de pie, a desinstalarnos para que otros se instalen, a
construir el Proyecto del Dios de la vida en nuestras vidas desde el amor, el
perdón, la justicia, la solidaridad, el
servicio entre otros.
Jesús itinerante
nos anima a tomar nuestra cruz y con El
emprender el camino hacia la meta que es LA
PASCUA, la plenitud de la vida.
Esta decisión
de Jesús, representa un giro decisivo en
su vida, JERUSALÉN donde aparecerá el Reino de Dios como habían predicado los profetas. Pero antes de llegar allí (Jerusalén) Jesús se encuentra con la experiencia
del Jordán que representa: Bautismo,
conversión, humildad, disposición, vida,
compromiso, visión, amor, perdón,
servicio, confianza y limpieza.
El Rio Jordán en el origen del pueblo de Israel,
significó el paso a la tierra prometida, juega un significado muy profundo:
momento de nacimiento, puerta de entrada.
(Jos. 3,14 -17). En este río,
Jesús es bautizado y lleno del Espíritu Santo, inaugura una nueva época en el
Proyecto Salvífico de Dios, que se va a concretar en el anuncio de la llegada
de su Reino.
Luego el Espíritu Santo lo lleva al DESIERTO, en donde dura 40 días y el diablo lo pone a prueba (Mc. 4,1-3). En el desierto el pueblo de Israel tuvo una gran experiencia de vida, para ellos fue una experiencia donde encontraron una nueva propuesta de Dios, fueron madurando, fue su escuela de formación.
En Jesús
significa la mediación indispensable que Él toma para ingresar con el pueblo en la Nueva
Propuesta, es decir pasar un tiempo de discernimiento para repensar y asumir la
misión. Así se coloca en la misma línea de la tradición del desierto, lugar por
excelencia donde Israel aprendió a ser pueblo.
El desierto es lugar de confrontación; allí se vive la soledad que cuestiona e invita a replantear la vida, es una opción al levantarnos a ir al encuentro con el hermano; es pasar de la maldición a la bendición, de la oscuridad a la luz, del pecado a la gracia, es la opción por la vida y el discipulado; por consiguiente el desierto no resta, suma y multiplica.
El desierto es lugar de confrontación; allí se vive la soledad que cuestiona e invita a replantear la vida, es una opción al levantarnos a ir al encuentro con el hermano; es pasar de la maldición a la bendición, de la oscuridad a la luz, del pecado a la gracia, es la opción por la vida y el discipulado; por consiguiente el desierto no resta, suma y multiplica.
En el desierto
Jesús nos enseña a vencer las tentaciones, pruebas, crisis con la oración; a
vencer el poder con el servir; el tener
con el compartir y el prestigio con la humildad.
En el paso por
nuestros desiertos, miedos, enfermedades
y crisis nunca estamos solos, Jesús camina con nosotros, nos conoce, escucha,
libera, sana, fortalece y nos anima a continuar el camino para ir a GALILEA, el
lugar de los que necesitan de Dios, de los excluidos, desplazados,
desempleados, pobres, enfermos, lugar de la indiferencia, es el lugar
donde Jesús inicia su actividad
apostólica y después de su resurrección los discípulos inician su misión. (Lc.
4, 14).
Antes de hacer
el anuncio de su muerte y resurrección, Jesús se encuentra en Galilea sanando,
haciendo toda clase de milagros, acompañado de multitudes, en la plenitud de su
Ministerio. Pero en medio de la
misión, anuncia LA PASIÓN y el paso por LA CRUZ, cosa que no
entienden ni la multitud ni sus discípulos, que
hay que pasar por la Cruz para
llegar a la Pascua.
En resumen el
tiempo de Cuaresma que empezamos a vivir
este mes, tiene su significado bíblico
como tiempo de purificación, preparación, prueba y tentación; en medio del
lugar geográfico del “desierto”. Una
segunda evocación del número
cuarenta es como ya lo dijimos antes una
invitación a vivir este tiempo de cambio (cuaresma) en dinámica o clave de
oración, ayuno, compartir (ofrendar), defender la justicia, practicar las
buenas obras de misericordia y solidaridad y todo lo que nos marque el camino,
a tener una vida cada vez más humana y cada vez más digna en relación con los
demás. La gran invitación para esta
cuaresma del 2014 es a prepararnos para asumir practicando el modelo de vida de Jesús y sus
discípulos(as), a vivir plenamente y
paso a paso el proceso o camino de:
-La Casa de
Belén ( Navidad, hermandad, esperanza) e
ir a la Casa de Jerusalén ( casa de la prueba, casa del desierto o
tentación…….casa de la Cruz”).
A quienes siguen
Día a Día con la palabra les hago llegar un abrazo fraterno, dando gracias a
Dios por sus vidas, familias y comunidades y que en este tiempo tan especial,
hagamos un alto en el camino y reflexionemos y vivamos una verdadera cuaresma.
Lucila Mojica
Equipo
Intercesión