sábado, 1 de febrero de 2014

FEBRERO 2014

INTRODUCCIÓN

LA UNIÓN HACE LA FUERZA

En un  Año Nuevo de traje o vestido nuevo, la invitación es también para hacer de este año  una vida nueva y una  renovación de nuestra familia.  Por lo que les invito en este mes a reflexionar, valorar,   agradecer, cuidar, proteger y trabajar por nuestra familia. Podemos hablar de familia especialmente desde dos dimensiones: Nuestra familia de carne o sangre  y nuestra familia del espíritu (Iglesia o comunidad).  Tener una familia  es una bendición de Dios, es tener un tesoro muy valioso, aunque hay algunos  que no lo tienen y lo desean. Tener una familia, es saber que no estoy solo(a), que le importo a alguien; es contar con alguien que me acompaña en el camino de la vida;  si no lo tienes, si hoy te sientes solo o sola, no te desanimes, no pierdas la esperanza, Dios está ahí para acompañarte, para ser tu mejor compañero(a), para ser tu fortaleza.

Así como no hay personas perfectas, tampoco hay familias perfectas. Tú, que tienes familia y que quizás has detectado errores en ella, no te quedes más lamentándote o  contando tus problemas sin buscar una solución, empieza un nuevo tiempo para reflexionar y empezar un nuevo camino con tu familia. Este año es el tiempo de empezar a apagar los pequeños o grandes fuegos que ocupan el  centro de nuestras familias, ya sea  por  rencores, odios, falta de comunicación, de unidad, por las heridas del pasado y del presente,  falta de amor que poco a poco nos consume, destruye y divide  y que nos separan cada vez más del proyecto y bendición de Dios.

Atrevámonos a poner en práctica las siguientes  estrategias, tú y yo que deseamos buenas relaciones familiares, vivamos en unidad,  porque nadie puede alcanzar metas si no trabajamos en equipo, necesitamos del otro, más vale dos que uno, pues si uno cae el otro lo levanta ( Ecle 4,9).   Viviendo en unidad, juntos en equipo, construiremos una familia más sólida y con la ayuda del Señor  llegaremos a la meta deseada. Algunas de las estrategias deben ser:

1.      Seamos cordiales: porque a todos nos gusta que nos traten bien. Seamos amables,  no esperemos que el otro de el primer paso, hagámoslo nosotros
2.      El respeto: no pasemos por encima del otro, si no queremos que nos hagan lo mismo, seamos tolerantes, valoremos las opiniones del otro.
3.      La confianza: que los demás sepan que estamos ahí, si así lo necesitan, y del mismo modo que confiemos en nosotros, que les hagamos sentir personas dignas capacitadas para lograr una meta.
4.      El interés: demostrémosle a los demás que nos importa lo que les sucede a ellos. Que todo lo de ellos también es valioso para nosotros.
5.      Apertura: Seamos abiertos y comprensivos con las  ideas de los otros o de las opiniones distintas de las que nosotros tenemos,  reconocer que existe una razón más allá de mi razón, unos deseos más allá de los míos. Que la otra persona tiene algo que aportarme y que yo no siempre tengo la razón.

Pidámosle al Señor Jesús  que seamos alimentados de la Sabiduría Divina, día a día para que seamos signo de bendición para nuestras familias.

Que en este nuevo mes y año Dios siga bendiciendo, reconciliando, sanando, restaurando y liberando nuestras familias; y no olvidemos que  siempre será mejor dos que uno, ya que uno podrá ser vencido pero dos podrán resistir, y si la cuerda que los une es el Señor  no se romperá fácilmente.  (Ecle 4,9-11).
Dios los bendiga

Rut Arévalo
Equipo de Intercesión


ECLESIASTÉS 4,9-12
“Más fruto se le saca al trabajo de dos, y la unión hace la fuerza” 

ORACIÓN AL COMENZAR EL DÍA
Buenos días Señor amado, al iniciar este nuevo hoy,  te doy gracias por todas las circunstancias que me  permitirás vivir.  Gracias también porque en este nuevo mes diriges la reflexión de nuestra vida hacia un área tan importante y trascendental como es el ser familia. Señor muchas cosas la han resquebrajado, que siendo tu principal proyecto donde se fecunda el amor, se ha maltratado y subvalorado.  Ayúdanos por favor a que volvamos a hacer de nuestras familia templo, casa de oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura, donde se aprende de la solidaridad y la misericordia, verdadera casa abierta al servicio y el amor desde adentro y que se proyecta hacia afuera, pero primero  ser abierta a Tí. Que volvamos desde lo que no es tu propuesta a enderezarla, hasta que toda familia del mundo pueda afirmar como el salmista: “Vean qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos” (Salmo 133,1).
Ayúdame a mí y a cada uno de quienes integran mi  familia, a disponernos a cambiar el vestido viejo por uno nuevo en compasión, en amor, porque hemos descubierto que poniéndonos en los zapatos del otro lo podremos entender y ayudar. Y que cada día de este mes podamos interiorizar a partir de tu Palabra, sobre cómo aprender y practicar la virtud de la bondad.  Empiezo mis actividades contigo,  recibiendo de tu Espíritu, con el don de querer ser mejor persona para el bien de mi familia y de quienes me rodean. Amén 

ORACIÓN AL FINALIZAR EL DÍA
Ya en el silencio de esta noche, quiero decirte mi Señor amado, que deseo de corazón morir a todo lo que me aleja de Ti, quiero vivir lejos de lo que me aparte de ti y revestirme con tu gracia, que sea tu presencia  la que me acompañe y me oriente en los momentos en que debo discernir sobre las decisiones que debo tomar en mi vida. No quiero dejar que las influencias del mal se apoderen de mi corazón y me hagan actuar lejos de Ti, sabes que te amo y que estoy siempre dispuesto(a) a escucharte. Por eso, ahora vuelvo a entregarte todo lo que soy y a decirte que quiero que seas Tú en mí y en mi familia todo lo que necesitemos y que tu presencia nos haga sentir que con tu amor basta para ser feliz.
Sabes que solo estando a tu lado podré vivir en plenitud mi relación contigo y aprender a ser compasiva(o) y bondadosa(o) con los que me rodean. Ayúdanos por favor a cambiar el vestido viejo y ser nuevas personas. Gracias, amado Dios, confío en ti hoy y siempre.  Amén    


Sábado 1 de febrero de 2014


“RELACIÓN DE AMISTAD CON DIOS”

PRIMERA LECTURA
2 SAMUEL 12,1-7a.10-17

“¡He pecado contra el Señor”

En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y le dijo: "Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped."
David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: "Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera." Natán dijo a David: "¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo con la espada amonita. Así dice el Señor: "Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día."" David respondió a Natán: "¡He pecado contra el Señor!" Natán le dijo: "El Señor ha perdonado tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá."
Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó, ni quiso comer nada con ellos. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Continuamos en el libro de Samuel hoy, con el relato del doble pecado de David (adulterio y homicidio), la lectura nos deja ver que nadie, por más poder y fama que tenga,  nunca podrá escapar a la justicia de Dios.  El profeta Natán, por medio de una parábola, le denuncia al rey su pecado y  este arrepentido reconoce su culpa y pide sinceramente perdón a Dios, plegaria que encuentra su expresión en el salmo 50(51). Sin embargo aunque el Señor perdona y no rechaza a David, las consecuencias de su mal proceder serán la muerte del niño concebido con Betsabé y las desgracias posteriores que les vendrán como la muerte de otros hijos y las insurrecciones, protestas y rebeldías al interior de su reino. Así vistas las cosas podemos de esta lectura sacar algunas enseñanzas. Entre otras, que todos somos pecadores, necesitados de la misericordia de Dios; segundo: no podemos pretender que nuestro pecado quede impune, es decir, perdón si pero no olvido; pues aunque los seres humanos no hagamos justicia, Dios es el perfecto justo; tercero: que Dios no quiere nuestra muerte sino nuestro arrepentimiento sincero para que  vivamos;  cuarto : que cada acto humano tiene unas consecuencias inevitables y no podemos esperar que nos vaya bien si actuamos mal; y quinto: si reconocemos con humildad que nos hemos equivocado, que hemos pecado, entonces debemos confesar nuestra responsabilidad y aceptar a Cristo como nuestra única salvación, de esta manera, Dios tendrá compasión de nosotros y nos dará Vida Nueva     
  
SALMO RESPONSORIAL: 50
R: Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
 no me arrojes lejos de tu rostro,
 no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
 afiánzame con espíritu generoso:
 enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
 Señor, me abrirás los labios,
 y mi boca proclamará tu alabanza. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Confesión de un pecador arrepentido, que pide a Dios perdón e implora la misericordia divina. En la parábola del hijo pródigo y del padre compasivo (Lc. 15,11-32), nos habla Jesús de la alegría que siente Dios por todo pecador que confiesa  su falta y vuelve a él.

REFLEXIÓN
El salmo que acabamos de leer fue escrito por el rey David, en un acto de arrepentimiento después de este múltiple pecado cometido a partir del adulterio con Betsabé, la mujer de Urías.
Este salmo  es por excelencia el salmo del arrepentimiento. Pero, lo más bello de este salmo, es que expresando toda la tragedia del pecado, deja bien abiertas las llaves de la misericordia de Dios. Expresando lo terrible de nuestra culpa, expresa también lo fuerte de nuestra confianza en Aquel que nos ha creado.
Una frase que puede ser la síntesis de este salmo, es la petición que hace  David al Señor: "Crea en mí un corazón puro". Mas, esa frase tiene historia, no sólo  en el rey David, sino también en nosotros. ¿Por qué se habla del corazón? Porque de ahí, como nos dice Jesús en  Marcos 7,21-22, "brotan todas las decisiones", de allí brotan los proyectos. Todo lo que nosotros hacemos y dejamos de hacer, todo tiene su comienzo en el corazón.
Por eso, mientras no se sane esa fuente, mientras no aprendamos a amar de otro modo, a desear de otro modo, a esperar de otro modo, a disfrutar de otro modo,  a la manera de Jesús, todos estos son actos propios del amor y del afecto no cambiaran, ni adquirirán tampoco un nuevo sentido. Por lo tanto, es necesario pedirle al Señor: "Dame un corazón puro", que también significa un corazón nuevo. Decir esta frase para nuestra vida, implica tener la fuerza necesaria para que nosotros abramos nuestras puertas a Cristo y Él entre, sólo con las puertas abiertas es que Cristo puede llegar a transformarnos a nosotros. Agradezcámosle al Señor esta Palabra, ese testimonio que nos da la Escritura, y pidámosle particularmente por nosotros mismos que de verdad: “Cree en nosotros un corazón puro".
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 4,35-41

“¿Quién es éste? Hasta el viento y las aguas le obedecen!”                 
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla." Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: "¡Silencio, cállate!" El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?" Se quedaron espantados y se decían unos a otros: "¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!" Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La barca es un lugar de enseñanza, un medio para marchar a un encuentro espiritual, un puente hacia los territorios extranjeros y un lugar de encuentro con el Jesús vencedor de la muerte. En el evangelio de Marcos hasta ahora los discípulos que le siguen lo han visto realizar acciones maravillosas de curación, de enseñanza y de solidaridad. Quedan aún más sorprendidas por el poder que él tiene para serenar los temores y las dudas de sus seguidores. La borrasca repentina amenaza la barca, pero el mayor riesgo viene de sus tripulantes que se exaltan y no confían en Jesús. La barca, entonces, se les convierte a sus discípulos en desafío: o confían en el maestro o zozobran ante sus propios miedos. Los discípulos quedan sorprendidos por la capacidad de Jesús de someter las amenazas del viento huracanado y el mar agitado.

Nosotros, nos sorprendemos por la actitud de los discípulos, quienes, después de un largo recorrido, aún no confían en Jesús y, menos aún le obedecen. Si vamos a subirnos en esa barca llamada seguimiento de Jesús debemos aprender a obedecerle y a confiar en él; si no, prenderemos las alarmas más por nuestros temores que por el peligro real de las amenazas.

ORACIÓN.    
Gracias Señor porque eres tan buen amigo que siempre estas esperando que cuando te ofendamos nos acerquemos con toda confianza a tu presencia, para escuchar nuestro arrepentimiento y obtener junto con el perdón tu amistad inquebrantable. Por favor no permitas que te sigamos fallando, revístenos de un corazón que sepa como tú, entregar a Dios una amistad de amor en el Espíritu. Amén

Aleja de tu vida el resentimiento y la amargura
y recobrarás la libertad de espíritu



Domingo 2 de febrero de 2014


“ENTREGAR A DIOS LA OFRENDA DE LA PROPIA EXISTENCIA”

PRIMERA LECTURA
MALAQUÍAS 3,1-4

"Entrará en el Santuario el Señor a quien vosotros buscáis”

Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos."  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Malaquías, como tantos otros profetas del Señor, hasta Juan Bautista inclusive, anunció un Día descrito con vigorosos y turbadores trazos. El Día de refinar los corazones y hacer aparecer la verdad de cada uno frente a Dios. Para ese Día, anuncia este profeta, el Señor entrará en su santuario.

Y el Señor entró en su Santuario. Es lo que celebramos hoy: Jesús entra en el templo. Y sin embargo, su entrada es humilde y reconocida sólo por unos cuantos humildes.

Aparentemente aparece una contradicción, frente al mensaje tremendo que venía de los profetas: se anunciaba fuego y llegó calidez; se anunciaba juicio y llegó salvación; se anunciaba temor y llegó mansedumbre.  Bien está el anuncio del juicio que despierta la conciencia, pero  mucho mejor es el evangelio de la conversión, de  aquello que nos dice: "no he venido por los justos sino por los pecadores". Bien está el temor, pero mejor la mansedumbre que nos atrae al bien y a la reconciliación. Bien está el fuego, pero mejor la calidez que acoge al hombre peregrino, agotado del camino y hastiado de sí mismo. Bien esta Jesús con su mensaje de amor y esperanza.

SALMO RESPONSORIAL: 24
R. /El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.

 ¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

 -¿Quién es ese Rey de la gloria?
 -El Señor, héroe valeroso;
 el Señor, héroe de la guerra. R.

  ¡Portones!, alzad los dinteles,
 que se alcen las antiguas compuertas:
 va a entrar el Rey de la gloria. R.

  -¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, Dios de los ejércitos.
 Él es el Rey de la gloria. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Después de enunciar las condiciones morales para que el culto a Dios tenga sentido, se dramatiza la entrada de Dios, Rey de la gloria, al templo. En la liturgia se aplica este salmo a la entrada de Cristo al santuario celestial, a su glorificación definitiva. De él también se puede decir que es el Rey de la gloria. La conducta de los que buscan al Señor debe corresponder a su profesión de fe.
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 2, 14-18

Tenía que parecerse en todo a sus hermanos

Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaba la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La carta a los Hebreos, nos dice que Jesús quiso tener nuestra misma sangre, para destruir con su muerte al diablo y todo lo que nos esclavizaba, ofreciéndonos la libertad. Este texto nos resalta la estrecha solidaridad que une a Cristo con los seres humanos, comparte nuestra carne y nuestra sangre, por eso Él como nosotros también pasa por el dolor, sufrimiento, enfermedad y muerte; pero al morir cambia el sentido de esta: convierte la muerte y el dolor en instrumento de redención para todos los hombres y mujeres. Tan solidario con nuestro ser de humanos, que no nos puede ser extraño verlo obedeciendo y ser llevado por sus padres a cumplir con la tradición judía de la Presentación en el templo (1 Samuel  1,22-24) y en la consagración al Señor y ofrecimiento al sacrificio.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 2,22-40

“Mis ojos han visto a tu Salvador”

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En el Evangelio de Lucas  de hoy, María y José, obedientes a la ley de Moisés, llevan al pequeño Jesús ante el templo de Jerusalén en el día de la purificación (Yonki-pur).  Lucas y su comunidad además de enseñarnos sus costumbres quiere presentarnos a Jesús como la gran Revelación de Dios.  Por eso, al igual que en los relatos de Navidad, donde aparecen unos binomios de personajes (María e Isabel), hoy también nos muestran  dos personajes, Simeón y Ana, que se incorporan en la escena de Navidad y proclaman al niño como el Mesías, sobre el cual las promesas de Dios son cumplidas. Simeón reconoce al niño y entona un cántico de alabanza, gratitud y de gozo, por poder experimentar el cumplimiento de la promesa de Dios. Simeón lanza dos importantes afirmaciones: 1. Del niño se dice que será signo de contradicción en el mundo. 2. A María le advierte que una espada atravesará su alma. De otro lado Ana, nombre que significa “felicidad, bendición” (Génesis 30,13), también ella le da al relato, una tono ya no de tristeza sino más bien de alegría. Coloca a María como modelo de esperanza, de gozo, en Ana, Dios nos recuerda la hermosa vida y la practica o trabajo asiduo de tantas mujeres de nuestra sociedad, familia y comunidad, que mediante su ayuno, oración, entrega y servicio, son testigos validos, creíbles y esperanzadores  de la revelación de Jesús como Mesías.  Hoy la invitación es a que le demos gracias a Dios en el testimonio de Ana  en el evangelio por la bendición que significan tantas mujeres, tejedoras de vida y de esperanza. Y todos preguntémonos hoy   ¿tiene nuestra vida cristiana algo de Simón y de Ana?      

ORACIÓN

Señor, de verdad hoy queremos  entregarte la ofrenda que más te agrada de tus hijos e hijas, y es la integridad de nuestra vida, manifestada en el servicio comprometido por el bienestar de los demás. Esto no es fácil, pues el mundo distrae y desvía del verdadero sentido de la vida con el que nos creaste.  Por eso te suplicamos haz lo que sea necesario para ser  perfume agradable a Ti. Amén 

Agrada al Señor, entregando tu servicio comprometido
por el bienestar de los demás

Lunes, 3 de febrero de 2014


“LA PALABRA LIBERA DE LA MUERTE Y GENERA VIDA”

PRIMERA LECTURA

2 SAMUEL  15,13-14.30;16,5-13a
“Huyamos de Absalón. dejad a Semeí que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor”
En aquellos días, uno llevó esta noticia a David: "Los israelitas se han puesto de parte de Absalón." Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en Jerusalén: "¡Ea, huyamos! Que, si se presenta Absalón, no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina sobre nosotros, y pase a cuchillo la población." David subió la Cuesta de los Olivos; la subió llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todos sus compañeros llevaban cubierta la cabeza y subían llorando. Al llegar el rey David a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según venía. Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos -toda la gente y los militares iban a derecha e izquierda del rey-, y le maldecía: "¡Vete, vete, asesino, canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino."
Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: "Ese perro muerto, ¿se pone a maldecir a mi señor? ¡Déjame ir allá, y le corto la cabeza!" Pero el rey dijo: "¡No os metáis en mis asuntos, hijos de Seruyá! Déjale que maldiga, que, si el Señor le ha mandado que maldiga a David, ¿quién va a pedirle cuentas?" Luego dijo David a Abisay y a todos sus cortesanos: "Ya veis. Un hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor. Quizás el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy." David y los suyos siguieron su camino.  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Alguien dijo que vivir es preparar y construir lo mejor y saber soportar y superar lo peor. Algo así nos cuenta la primera lectura de hoy: David pasa por uno de los momentos más agrios y difíciles de su reinado, y soporta con admirable paciencia y espíritu de fe la humillación pública y el insulto de Semeí.
No es lo único malo que le sucedía al rey por aquella época. Su propio hijo, Absalón, se había declarado en guerra contra él, y también en esto David se muestra particularmente humilde y prudente. La actitud de David es huir de Absalón, sin hacer valer ni su propia hombría y fuerza, ni su calidad de rey en ejercicio.
No siempre hay que huir ni todo insulto hay que aguantarlo pero David nos está enseñando hoy algo. Tal vez lo más importante es: antes de reaccionar, piensa bien las cosas y pide a Dios que te muestre, que te ilumine qué te quiere decir con lo que te está sucediendo. Algunas cosas son desafíos que hay que enfrentar con coraje; otras son lecciones que hay que recibir con docilidad.

SALMO RESPONSORIAL: 3
R: Levántate, Señor, sálvame.

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
"Ya no lo protege Dios." R.

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito, invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
La confianza en el amor de Dios se hace más desinteresada cuando nos parece que Dios está lejos, cuando pensamos tener razones para desconfiar, cuando nos falta el apoyo de las cosas humanas. Jesús nos invita a confiar siempre en la bondad y el amor de Dios nuestro Padre.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 5,1-20

“Espíritu inmundo, sal de este hombre”

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes." Porque Jesús le estaba diciendo: "Espíritu inmundo, sal de este hombre." Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos." Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos." Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país.
Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia." El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

La “otra orilla” representa un desafío para Jesús y sus discípulos. Mientras la orilla occidental está ocupada principalmente por población Judía con poca presencia de gente griega y siria, la otra orilla oriental está ocupada casi exclusivamente por población extranjera, que tiene una religión distinta a la de Israel. La distancia mayor no es la geográfica, sino la distancia cultural y religiosa. Allí Jesús enfrenta una opresión mayor, representada por una legión. El hombre agobiado por este mal es incapaz de ubicarse en el ámbito de los vivos y prefiere la compañía de los muertos. La acción de Jesús lo libera, no sin antes hacer recaer el castigo sobre los cerdos, símbolo del culto a los dioses paganos y a la violencia institucional romana. La liberación sólo se completa cuando el hombre recién liberado marcha hacia los suyos para anunciarles la Buena Noticia de su propia salvación.

Nosotros hoy enfrentamos una legión de ideologías que legitiman la violencia sobre los más débiles y la manipulación de todos los seres humanaos. Nuestra lucha sería vana si no supiéramos de antemano que podemos vencer, de la mano de Jesús. Si nos abandonamos a nuestras fuerzas, terminaremos derrotados, porque esta fuerza tiene un carácter sobrehumano, pero si lo hacemos en Jesús, seremos más que vencedores.

ORACIÓN
Bendito Dios, ayúdanos para que la proclamación de la buena noticia como testimonio de encuentro personal contigo  en medio de la comunidad sea siempre liberadora y generadora de vida y con tal autoridad que todo aquello que desespere, angustie y lleve a la oscuridad, sea derribado por la fuerza de la palabra en tu nombre. Amén


Clama con fe firme y decidida al Dios de la vida en los momentos
de angustia y adversidad


Martes 4 de febrero de 2014


“RECHAZAR DECIDIDAMENTE TODO TIPO DE MUERTE”

PRIMERA LECTURA
2 SAMUEL 18,9-10.14b.24-25a.30-19,3

“El impredecible corazón de David”

En aquellos días, Absalón fue a dar en un destacamento de David. Iba montado en un mulo, y, al meterse el mulo bajo el ramaje de una encina copuda, se le enganchó a Absalón la cabeza en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que cabalgaba se le escapó. Lo vio uno y avisó a Joab: "¡Acabo de ver a Absalón colgado de una encina!" Agarró Joab tres venablos y se los clavó en el corazón a Absalón.
David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela subió al mirador, encima de la puerta, sobre la muralla, levantó la vista y miró: un hombre venía corriendo solo. El centinela gritó y avisó al rey. El rey dijo: "Retírate y espera ahí." Se retiró y esperó allí. Y en aquel momento llegó el etíope y dijo: "¡Albricias, majestad! ¡El Señor te ha hecho hoy justicia de los que se habían rebelado contra ti!" El rey le preguntó: "¿Está bien mi hijo Absalón?" Respondió el etíope: "¡Acaben como él los enemigos de vuestra majestad y cuantos se rebelen contra ti!" Entonces el rey se estremeció, subió al mirador de encima de la puerta y se echó a llorar, diciendo mientras subía: "¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en vez de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!"

A Joab le avisaron: "El rey está llorando y lamentándose por Absalón." Así la victoria de aquel día fue duelo para el ejército, porque los soldados oyeron decir que el rey estaba afligido a causa de su hijo. Y el ejército entró aquel día en la ciudad a escondidas, como se esconden los soldados abochornados cuando han huido del combate. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Si uno recorre la historia de David encuentra que muchas veces sus decisiones o reacciones causan absoluta sorpresa a los demás. Su corazón siempre nos sorprende. Por ejemplo, cuando Saúl perseguía a muerte a David, y se dieron las circunstancias para que éste se deshiciera de su gratuito perseguidor, lo que David decidió fue no atacar al rey, así ese rey fuera su peor e injusto enemigo, que trataba por todos los medios de matarlo. Aún más extrañamente: cuando Saúl mismo murió, junto con su hijo Jonatán, que era muy amigo de David, éste lamentó de corazón la muerte no sólo de su amigo sino la del rey. El dolor de David tenía un motivo preciso: había sido asesinado el ungido del Señor, Saúl .

En la lectura de hoy encontramos un caso semejante. Esta vez, el enemigo de turno es uno de la propia casa: es Absalón, hijo de David, que codicia el trono y quiere pronto tener todo el poder. Las cosas han llegado a un punto en que es guerra abierta. Tal es el contexto en que llega la noticia de que Absalón ha sido abatido, y todo esperan que el rey se alegre, pero muy al contrario, estalla en llanto y duelo. David es un hombre que, a pesar de sus fallas, y debilidades, se mueve en un plano distinto. Su alma no se sacia fácilmente con las cosas de esta tierra, y aunque puede desearlas, en realidad su corazón no está apegado al poder, ni al dinero, y ni siquiera al placer. Lo que le hace feliz es la obra de Dios, su unción, su reinado, la hermosura de su casa, el esplendor de sus victorias. El corazón de David, es diferente, el corazón de David realmente ama a Dios.

SALMO RESPONSORIAL: 85
R: Inclina tu oído, Señor, escúchame.

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti. R.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti. R.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Esta lamentación y súplica, expresada en términos bastante generales, permite que se aplique a diversas circunstancias. El salmista quiere seguir siempre el camino trazado por Dios. También nosotros tenemos muchas ocasiones de acudir a Dios en busca de su ayuda y pedirle que nos enseñe el camino, él camino trazado por el mismo Jesús, quien  nos invita a tomar nuestra propia cruz y seguirlo. 


LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 5, 21-43

“Contigo hablo, niña, levántate”


En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: "Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN:
El Evangelio de Marcos tiene una extraordinaria fuerza, porque nos narra detalles extremadamente significativos de la acción de Jesús. Una de las anécdotas más simpáticas es la protesta de los discípulos en el evangelio de hoy. Ellos no entienden por qué Jesús se detiene a interrogar a una demacrada mujer en medio del afán por ir a sanar a la hija del jefe de la sinagoga. Jesús comprende que la larga enfermedad ha predispuesto a esa mujer para ir a su encuentro. Ella busca una esperanza de sanación y la encuentra en Jesús. La incomprensión de los discípulos, que se ha hecho manifiesta en el episodio de la barca (Marcos 4, 35-41), ahora se hace evidente en la reprensión que le dirigen a Jesús.

Nosotros, como los discípulos, corremos tras Jesús, pero se nos olvida que con frecuencia él se detiene a abrazar a las personas que lo buscan. A nosotros nos puede pasar que no comprendamos a las otras personas cuando, sin miramientos doctrinales o teológicos, se agarran del manto de Jesús con la esperanza de la salvación, sobre todo si son del pueblo sencillo. Nos olvidamos de que el cristianismo no es una religión de doctrinas, sino una esperanza de salvación.

ORACIÓN.
Nos llamas, amado Padre, a quienes creemos en tu Hijo a combatir toda muerte humana, incluso la de los peores enemigos, pues nos haces responsables de la custodia y protección de la vida. Ayúdanos a rechazar toda acción o precepto que se pronuncie en contra de la vida  y a favor de la muerte en sus múltiples manifestaciones. Amén.

Los que le pertenecen a Dios son amantes de la vida y rechazan de plano
 todo lo que propicie muerte



Miércoles 5 de febrero de 2014


“QUE CADA QUIEN ASUMA SU PROPIA RESPONSABILIDAD”

PRIMERA LECTURA
2SAMUEL 24,2.9-17


“Soy yo el que ha pecado, haciendo el censo de la población. ¿qué han hecho estas ovejas?”

En aquellos días, el rey David ordenó a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él: "Id por todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, a hacer el censo de la población, para que yo sepa cuánta gente tengo." Joab entregó al rey los resultados del censo: en Israel había ochocientos mil hombres aptos para el servicio militar, y en Judá quinientos mil. Pero, después de haber hecho el censo del pueblo, a David le remordió la conciencia y dijo al Señor: "He cometido un grave error. Ahora, Señor, perdona la culpa de tu siervo, porque ha hecho una locura."
Antes que David se levantase por la mañana, el profeta Gad, vidente de David, recibió la palabra del Señor: "Vete a decir a David: "Así dice el Señor: Te propongo tres castigos; elige uno, y yo lo ejecutaré."" Gad se presentó a David y le notificó: "¿Qué castigo escoges? Tres años de hambre en tu territorio, tres meses huyendo perseguido por tu enemigo, o tres días de peste en tu territorio. ¿Qué le respondo al Señor, que me ha enviado?" David contestó: "¡Estoy en un gran apuro! Mejor es caer en manos de Dios, que es compasivo, que caer en manos de hombres."
Y David escogió la peste. Eran los días de la recolección del trigo. El Señor mandó entonces la peste a Israel, desde la mañana hasta el tiempo señalado. Y desde Dan hasta Berseba, murieron setenta mil hombres del pueblo. El ángel extendió su mano hacia Jerusalén para asolarla. Entonces David, al ver al ángel que estaba hiriendo a la población, dijo al Señor: "¡Soy yo el que ha pecado! ¡Soy yo el culpable! ¿Qué han hecho estas ovejas? Carga la mano sobre mí y sobre mi familia." El Señor se arrepintió del castigo, y dijo al ángel, que estaba asolando a la población: "¡Basta! ¡Detén tu mano!" Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Muchas cosas del Antiguo Testamento pueden parecernos injustas, mágicas o primitivas, según los ojos modernos. Es injusto que una persona haga algo y otras paguen, como lo que vemos en la primera lectura de hoy. Suena a mágico eso de que Dios haga depender de un diálogo la suerte de todo un pueblo.
Nos puede parecer extraño que un censo sea pecado, pero el problema del censo no es el contar gente, sino pretender apoyarse en las propias fuerzas, y también el pretender justificar las victorias a partir de la propia habilidad militar, o de la reunión de fuerzas humanas, es pretender reducir la obra de Dios, la obra de la salvación de Dios a causas enteramente mundanas. Y esto significa quitarle la gloria a Dios para erigirnos nosotros como autores de nuestra propia salvación. Es la pretensión de quitarle la gloria a Dios y pretender que podemos responder de nuestra vida y podemos darle la gloria a nuestra vida, presentándonos como única causa de nuestra propia salvación.
También este texto nos deja otra lección, sobre todo, que el pecado tiene consecuencias y que esas consecuencias no son sólo personales sino que afectan en realidad y a fondo la historia de otras personas. Si cada gobernante meditara que su corazón es el lugar donde tiene que encontrarse con la verdad de su conciencia y con la voz de Dios, ¿no es verdad que tendríamos mejores gobiernos y gobernantes?

SALMO RESPONSORIAL: 31
R. / Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: "Confesaré al Señor mi culpa",
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R.
OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
En este salmo, la primera parte es una acción de gracias a Dios por el perdón recibido, la segunda es una instrucción sobre la confianza en el amor de Dios. Todos debemos reconocer que fallamos, pero que somos perdonados por Dios, quien nos envió a su hijo para  asegurarnos su indulgencia y toda la inmensidad de su amor.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 6,1-6

“No desprecian a un profeta más que en su tierra.”

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La aceptación de la misión de Jesús por parte del pueblo sencillo corre pareja al rechazo de sus familiares y paisanos. Si sus parientes lo buscan es porque consideran que está fuera de sí (Mc 3, 21.31-34). A Jesús le desprecian por conocerle y por tener un oficio humilde como ellos. Es decir, por ser uno de ellos. En respuesta, Jesús no se enoja, sino que se sorprende de lo despistados que están sus paisanos: no tienen ojos para el acontecer de Dios en la vida diaria. La religión no es para ellos un camino cotidiano, sino una actividad que se realiza en la sinagoga y en el Templo. ¿Cuántas veces nosotros actuamos de la misma forma? Permanecemos completamente despistados y no aterrizamos con nuestras opciones religiosas para dar significado a los acontecimientos maravillosos de la vida cotidiana. Esperamos grandes predicadores, pero difícilmente escuchamos a la vecina que nos narra la salvación de su economía doméstica, o la historia de la mamá que logra rescatar a un hijo alcohólico o drogadicto (Lc 15, 1-31). Jesús no narra nunca cataclismos inexplicables, sino la acción de un Dios que nos salva en la vida cotidiana.

ORACIÓN
Danos por favor una conciencia abierta para reconocer nuestros propios errores, y ayúdanos a enmendarlos y evitar que vuelva a caer. Tú sabes que todo lo que hagamos en contra de lo que has creado, que haga daño y rompa la armonía, va contra ti. Necesitamos que no nos dejes caer, por favor y que en caso que suceda nos permitas tu perdón y nuestro cambio de vida. Amen
La amabilidad es la semilla de la amistad y si no brota  la amistad

no florece el amor