miércoles, 1 de mayo de 2024

Domingo 19 de Mayo de 2024

 FIESTA DE PENTECOSTÉS

 

“EL ESPÍRITU QUE OBRA MARAVILLAS”

 

PRIMERA LECTURA

HECHOS 2,1-11

 

“Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar”

 

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua."  Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Tuvo lugar el día de Pentecostés, fiesta de la siega en la que los judíos recordaban el pacto de Dios con el pueblo en el monte Sinaí, «cincuenta días» (Pentecostés) después de la salida de Egipto. Estaban reunidos los discípulos, también cincuenta días después de la Resurrección (el éxodo de Jesús al Padre) e iban a recoger el fruto de la siembra del Maestro: la venida del Espíritu que se describe acompañada de sucesos, expresados como si se tratara de fenómenos sensibles: ruido como de viento huracanado, lenguas como de fuego que consume o purifica, Espíritu (=«ruah»: aire, aliento vital, respiración) Santo (= no terreno, separado, divino). Es el modo que elige Lucas para expresar, la irrupción de un Espíritu que les libraría del miedo y del temor y que les haría hablar con libertad para promulgar la buena noticia de la muerte y resurrección de Jesús.

Por esto, recibido el Espíritu, comienzan todos a hablar lenguas diferentes. Así como suena, lenguas extrañas. Esto nos demuestra como el movimiento de Jesús nace abierto a todo el mundo y a todos, que Dios ya no quiere la uniformidad, sino la pluralidad; que no quiere la confrontación sino el diálogo; que ha comenzado una nueva era en la que hay que proclamar que todos pueden ser hermanos, no sólo a pesar de, sino gracias a las diferencias, superando así todo tipo de barreras que impiden la comunicación.

 

Y la venida del Espíritu significó para aquel puñado de discípulos el fin del miedo y del temor. Las puertas de la comunidad se abrieron. Nació una comunidad humana, libre como viento, como fuego ardiente. No sin razón dice Pablo: "Donde hay Espíritu de Dios hay libertad", y donde hay libertad, autonomía (el ser humano -y su bien- se hacen ley), y donde hay autonomía, se fomenta la pluralidad y la individualidad, como camino de unidad, y resplandece la verdad, porque el Espíritu es veraz y nos guiará por el camino de la verdad, de la autenticidad, de la vida, como dice Juan en su evangelio. Que venga un nuevo Pentecostés sobre nuestras vidas, familias, comunidades, sobre nuestro mundo –es nuestra oración- para acabar con esta ola de intolerancia e intransigencia que nos invade por doquier.

 

SALM O RESPONSORIAL: 103

R. / Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

 

Bendice, alma mía, al Señor:

¡Dios mío, qué grande eres!

Cuántas son tus obras, Señor;

la tierra está llena de tus criaturas. R.

 

Les retiras el aliento, y expiran

y vuelven a ser polvo;

envías tu aliento, y los creas,

y repueblas la faz de la tierra. R.

 

Gloria a Dios para siempre,

goce el Señor con sus obras.

Que le sea agradable mi poema,

y yo me alegraré con el Señor. R.

 

SEGUNDA LECTURA

1 CORINTIOS 12,3b-7.12-13

 

“Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo”

 

Hermanos: Nadie puede decir "Jesús es Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

En esta segunda lectura Pablo enseña que el Espíritu se manifiesta en dones y carismas, que reparte soberanamente en cada creyente para el bien común. Los carismas son múltiples y variados, responden a necesidades concretas de la iglesia en cada época, y a cada quien este Espíritu regala su manifestación. El mismo Pablo, en el capítulo 14 de la primera Carta a los Corintios, insiste por siete veces, que el objetivo de los carismas es “la edificación de la  comunidad”. Por lo mismo el Espíritu de Jesús es el gran constructor de la comunión en la Iglesia; con sus carismas él edifica la unidad y la solidaridad entre los hermanos. Necesitamos también de este Espíritu porque somos débiles, sembramos con frecuencia la discordia y la división, nos dejamos llevar de intereses personales y dejamos que el orgullo dirija con frecuencia nuestras acciones. El Señor resucitado nos quiere fuertes, valientes, generosos, dedicados a construir la comunión y la paz entre los hermanos.; por eso nos ofrece el don del Espíritu y con él somos capaces de edificar la iglesia y realizar la misión que el mismo Señor nos dio de ser testigos suyos por donde vayamos.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

JUAN 20,19-23

 

“Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo”

 

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."   Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Y en un gesto solemne que nos evoca la primera página de la Biblia cuando Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, que sopló sobre el barro de la tierra para darle espíritu de vida, Cristo, que es hombre y que es Dios, sopla, alienta, sobre el rostro de sus apóstoles. Se diría que es el creador creando en el barro de la carne humana una nueva creación. "Así como mi Padre me envía, así os envío yo. Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonaréis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes lo retuviereis; les quedan retenidos."

Como Adán, cuando despertó del primer sueño que ha tenido un hombre y ve reflejarse en todo su ser el soplo de Dios que lo hace comprender con inteligencia la maravilla de la creación, y debió de caer de rodillas para adorar -el primer gesto del hombre de rodillas ante Dios-, así imaginémonos a los apóstoles, simples hombres, cobardes, escondidos por el miedo a la persecución, cuando reciben este espíritu de Cristo -ya que el evangelio de San Juan quiere unir en un solo acto de Cristo su resurrección y su Pentecostés porque las dos fiestas separadas por 50 días en nuestro Año Litúrgico no son más que una sola realidad-, es la glorificación de Cristo, es el hombre-Dios que está convertido en un Creador para crear de aquellos apóstoles el origen de una nueva creación.

Así se entiende que aquellos apóstoles con un nuevo Adán, no con la simple vida de la naturaleza que le dio el Creador, sino con la vida del Espíritu Santo que es vida de Dios traída a su Iglesia, abren atónitos sus ojos, teniendo en sus manos la misión de Cristo de ir por todo el mundo, en sus manos el poder de Dios para perdonar, la Pascua para hacer de ese sector del mundo que se llama la Iglesia, la irradiación de la vida de Dios a toda la humanidad, el germen, el fermento, la luz, la levadura que Cristo comparaba a su Iglesia en medio del mundo, allí queda creado. ¡Esa es la creación de la Pascua!

Por eso Pentecostés es el cumpleaños de la Iglesia, porque este día nació la Iglesia. La Iglesia es el grupo de hombres creyentes en Cristo que reciben el Espíritu de Cristo, que reciben ese soplo omnipotente del Mesías, del Redentor, para convertir a todo su pueblo en redentor y Mesías. Todos nosotros,  somos la creación nueva; el mundo ya no se renueva sin nosotros y nosotros somos los responsables de la renovación del mundo. Desde aquel día Cristo ha puesto en medio de la humanidad su reino, y el reino de Dios ha de comenzar a construirse ya en esta tierra. Haber predicado una Iglesia con sólo esperanzas más allá de la muerte ha sido falsear el reino de Dios. El reino que Cristo predicó y constituyó es precisamente aquel del de su soplo, el de estos hombres concretos que van peregrinando por la historia con la responsabilidad de hacer de la historia la transformación del reino de Dios. No es que ambicionemos poderes personales. A la Iglesia le salen sobrando cuando ella tiene la gran responsabilidad de santificar todas las instituciones humanas. Ella no necesita quitar el poder, quitar el dinero, quitar a nadie sus ídolos. La Iglesia sólo necesita corazones que se conviertan a Cristo, que se purifiquen como vasos limpios para que sobre ellos descienda la nueva vida que quedó inaugurada en la misma resurrección y en Pentecostés.

Vale la pena, pertenecer a esta nueva creación y dejarse inundar por esa fuerza del Espíritu que nos identifica con la misión de Cristo que trajo como misión traer la paz, destruir el pecado, hacer justa la humanidad.

 

ORACIÓN

Gracias Señor porque nos enviaste el regalo de tu Espíritu Santo, que nos revela el verdadero sentido de la comunidad discipular, la que en torno a ti esta llamada a compartir la vida, la Palabra y a actuar según tu modelo de vida, siempre pensando en el servicio misericordioso entre si y hacia quienes más lo necesiten. Por favor Señor que esa fuerza irrumpa constantemente en nuestro ser,  y en nuestras experiencias comunitarias para poder transmitir verdaderamente tu Reino. Señor que podamos vivir un nuevo y verdadero Pentecostés. Amén.

 

“Permitiendo en todo momento que el Espíritu Santo actúe en nuestra mente y corazón, seremos personas generadoras de vida”

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