sábado, 1 de abril de 2023

Domingo 16 de Abril de 2023

 

“DICHOSOS LOS QUE CREEN”

 

 

PRIMERA LECTURA

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2,42-47

 

“Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común”

 

Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

El pequeño fragmento de Hechos que leemos hoy más que una narración histórica de un acontecimiento, busca sintetizar la vida de la comunidad naciente, como una prolongación, en otras circunstancias y con apoyo en el mismo Señor de lo que él había representado. Se dan los signos del Reino que se habían dado con Jesús, curar enfermos, compartir lo que se tiene para que nadie pase necesidades, justicia, misericordia. La iglesia debería en todo caso hacer presente el Reino como lo hizo Jesús, mejorando la condición de los seres humanos ya desde ahora. La comunidad cristina ha de ser para el mundo de hoy verdadero testimonio de fe, esperanza, amor, caridad, no como conocimiento intelectual, sino como experiencia vital. La unidad de la comunidad se alimenta de la enseñanza y de la mesa compartida con la oración la Palabra y la acción en beneficio común.

 

SALMO RESPONSORIAL: 117

R. / Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

 

Diga la casa de Israel:

eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:

eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:

eterna es su misericordia. R.

 

Empujaban y empujaban para derribarme,

pero el Señor me ayudó;

el Señor es mi fuerza y mi energía,

él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria

en las tiendas de los justos. R.

 

La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:

sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo es una liturgia de acción de gracias recitada alternadamente entre un personaje (quizás el rey) que da gracias a Dios por haberle dado la victoria sobre sus enemigos y el coro de sacerdotes que lo reciben en el templo. El N.T. aplica partes de este salmo a Cristo y la liturgia cristiana lo refiere a la gran  victoria de Cristo sobre la muerte, su resurrección, el día en que Dios demostró su poder y trajo alegría al mundo entero. 

 

SEGUNDA LECTURA

1PEDRO 1,3-9

 

“Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva”

 

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Esta carta es un himno impregnado de esperanza y de ánimos, que contiene estas ideas: primero, los cristianos hemos nacido de nuevo, somos regenerados por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, segundo, eso nos llena de esperanza y nos da ánimos para seguir fieles a Cristo, a pesar que haya pruebas y sufrimientos, y tercero, mientras caminamos hacia la herencia final, la plenitud del amor en su dimensión que se nos dará cuando se manifieste totalmente Jesucristo en nuestras vidas. Los cristianos de las siguientes generaciones tienen un gran mérito: no han visto a Jesucristo y lo amán, no lo ven y creen en él y se alegran con su gozo indescriptible y transfigurado.

 

La fe apostólica es la certeza transmitida de que el Señor ha Resucitado. Esta ha de generar un estado de vida nuevo en el creyente, capacitándolo para vivir en toda circunstancia la alegre esperanza de la vida nueva, también aquí y ahora.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

JUAN 20,19-31

 

“A los ocho días, llegó Jesús”

 

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."

 

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo." A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto." Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

El  evangelio de hoy nos da la pista para entender que el descubrimiento de los efectos y alcances de la resurrección de Jesús no se comprenden rápidamente, de un momento a otro. Aunque los dos discípulos han comprobado que Jesús “no está” en la tumba y una vez que María Magdalena les anuncia que Jesús está vivo y que ha hablado con él (cf. Jn 20, 1-18), los discípulos siguen encerrados. Dos veces en el pasaje de hoy escuchamos estas dos expresiones, “los discípulos estaban con las puertas bien cerradas” (v. 19) y “ocho días después los discípulos continuaban reunidos en su casa” (v. 26), lo cual es signo de que esto es un proceso de maduración de la fe. No nos dice el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús, con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y ayudando a madurar la fe de cada discípulo.

Tal vez a nosotros, como creyentes de este tiempo, nos hace falta madurar aún mucho más el aspecto de la fe; tal vez nuestros conceptos tradicionales aprendidos sobre Jesús y su evangelio no nos permiten ver con claridad cuál es el horizonte de esa fe cristiana que confesamos tan folclóricamente y que, por tanto, no impacta a nadie. Valdría la pena hacer el ejercicio de desaprender; vaciar completamente nuestro ser, nuestro corazón, hacer lo de Tomás, viendo el caso de Tomás desde la óptica más positiva, claro está; es decir, si no lo juzgamos de entrada como “el incrédulo”, sino como el que quiere creer y poner en práctica su fe, pero que desde su vacío interior necesita ser llenado por la presencia de su Señor. Éste es el camino que estamos llamados nosotros hoy a recorrer.

 

ORACIÓN

Hoy, Señor, nos llevas a confrontar nuestro estilo de vida con la fe que profesamos. Haz que nuestra vida personal y comunitaria sea testimonio de compartir, de solidaridad, dominio propio, oración, acción y donación a ti y a los necesitados; que lo que transmitimos con la voz se nos note con la vida, Solo con nuestra disposición y con tu ayuda lo lograremos.   Amén.

 

“El encuentro con el Resucitado alerta la vida, la redirecciona, produce alegría y disponibilidad para el anuncio”

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