“DICHOSOS LOS QUE CREEN”
PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS
APÓSTOLES 2,42-47
“Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común”
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles,
en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo
estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían
en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común;
vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de
cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del
pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo
corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba
agregando al grupo los que se iban salvando. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El pequeño fragmento de Hechos que leemos hoy más que una narración
histórica de un acontecimiento, busca sintetizar la vida de la comunidad
naciente, como una prolongación, en otras circunstancias y con apoyo en el
mismo Señor de lo que él había representado. Se dan los signos del Reino que se
habían dado con Jesús, curar enfermos, compartir lo que se tiene para que nadie
pase necesidades, justicia, misericordia. La iglesia debería en todo caso hacer
presente el Reino como lo hizo Jesús, mejorando la condición de los seres
humanos ya desde ahora. La comunidad cristina ha de ser para el mundo de hoy
verdadero testimonio de fe, esperanza, amor, caridad, no como conocimiento
intelectual, sino como experiencia vital. La unidad de la comunidad se alimenta
de la enseñanza y de la mesa compartida con la oración la Palabra y la acción
en beneficio común.
SALMO RESPONSORIAL:
117
R. / Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es una liturgia de acción de gracias recitada alternadamente
entre un personaje (quizás el rey) que da gracias a Dios por haberle dado la
victoria sobre sus enemigos y el coro de sacerdotes que lo reciben en el
templo. El N.T. aplica partes de este salmo a Cristo y la liturgia cristiana lo
refiere a la gran victoria de Cristo sobre la muerte, su resurrección, el
día en que Dios demostró su poder y trajo alegría al mundo entero.
SEGUNDA LECTURA
1PEDRO 1,3-9
“Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho
nacer de nuevo para una esperanza viva”
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran
misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha
hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible,
pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os
custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento
final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en
pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro,
que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y
honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo
amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y
transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Esta carta es un himno impregnado de esperanza y de ánimos, que contiene
estas ideas: primero, los cristianos hemos nacido de nuevo, somos regenerados
por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, segundo, eso nos llena
de esperanza y nos da ánimos para seguir fieles a Cristo, a pesar que haya
pruebas y sufrimientos, y tercero, mientras caminamos hacia la herencia final,
la plenitud del amor en su dimensión que se nos dará cuando se manifieste
totalmente Jesucristo en nuestras vidas. Los cristianos de las siguientes
generaciones tienen un gran mérito: no han visto a Jesucristo y lo amán, no lo
ven y creen en él y se alegran con su gozo indescriptible y transfigurado.
La fe apostólica es la certeza transmitida de que el Señor ha
Resucitado. Esta ha de generar un estado de vida nuevo en el creyente,
capacitándolo para vivir en toda circunstancia la alegre esperanza de la vida
nueva, también aquí y ahora.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,19-31
“A los ocho días, llegó Jesús”
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los
discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en
esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y,
diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron
de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre
me ha enviado, así también os envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento
sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos."
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando
vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor."
Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si
no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no
lo creo." A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas
con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
"Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes
mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le
dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber
visto." Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo
Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que
Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su
nombre. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy nos da la pista para entender
que el descubrimiento de los efectos y alcances de la resurrección de Jesús no
se comprenden rápidamente, de un momento a otro. Aunque los dos discípulos han
comprobado que Jesús “no está” en la tumba y una vez que María Magdalena les
anuncia que Jesús está vivo y que ha hablado con él (cf. Jn 20, 1-18), los
discípulos siguen encerrados. Dos veces en el pasaje de hoy escuchamos estas
dos expresiones, “los discípulos estaban con las puertas bien cerradas” (v. 19)
y “ocho días después los discípulos continuaban reunidos en su casa” (v. 26),
lo cual es signo de que esto es un proceso de maduración de la fe. No nos dice
el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción
de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra
abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a
la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús,
con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y
ayudando a madurar la fe de cada discípulo.
Tal vez a nosotros, como
creyentes de este tiempo, nos hace falta madurar aún mucho más el aspecto de la
fe; tal vez nuestros conceptos tradicionales aprendidos sobre Jesús y su
evangelio no nos permiten ver con claridad cuál es el horizonte de esa fe
cristiana que confesamos tan folclóricamente y que, por tanto, no impacta a
nadie. Valdría la pena hacer el ejercicio de desaprender; vaciar completamente
nuestro ser, nuestro corazón, hacer lo de Tomás, viendo el caso de Tomás desde
la óptica más positiva, claro está; es decir, si no lo juzgamos de entrada como
“el incrédulo”, sino como el que quiere creer y poner en práctica su fe, pero
que desde su vacío interior necesita ser llenado por la presencia de su Señor.
Éste es el camino que estamos llamados nosotros hoy a recorrer.
ORACIÓN
Hoy, Señor, nos llevas a confrontar nuestro estilo de vida con la fe que
profesamos. Haz que nuestra vida personal y comunitaria sea testimonio de
compartir, de solidaridad, dominio propio, oración, acción y donación a ti y a
los necesitados; que lo que transmitimos con la voz se nos note con la vida,
Solo con nuestra disposición y con tu ayuda lo lograremos. Amén.
“El encuentro con el Resucitado alerta
la vida, la redirecciona, produce alegría y disponibilidad para el anuncio”
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