Domingo de Ramos
“HACER Y PADECER”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 50,4-7
“No
me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado”
Mi
Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una
palabra de aliento. Cada mañana me espabilaba el oído, para que escuche como
los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás:
ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi
barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por
eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo
que no quedaría defraudado. Palabra de
Dios
REFLEXIÓN
El Padre Dios le ha dado al
profeta, oído de discípulo para saber escuchar, en su propio dolor, el grito
angustioso de tantos hombres y mujeres que sufren en el mundo y mueren
injustamente como él. Y le ha dado lengua de discípulo para saber decir una
palabra de aliento a los cansados, a los tristes, los marginados y los
crucificados de la historia. Porque él
mismo ha sufrido hasta lo indecible, puede ahora hablar, acompañar, consolar,
animar y transformar el dolor humano para volverlo canto de vida y de victoria
con su resurrección.
SALMO RESPONSORIAL:
21
R./ Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan
de mí,
hacen visajes,
menean la cabeza:
"Acudió al
Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si
tanto le quiere." R.
Me acorrala una
jauría de mastines,
me cerca una banda
de malhechores;
me taladran las
manos y los pies, puedo contar mis huesos. R.
Se reparten mi
ropa,
echan a suertes mi
túnica.
Pero tú, Señor, no
te quedes lejos;
fuerza mía, ven
corriendo a ayudarme. R.
Contaré tu fama a
mis hermanos,
en medio de la
asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob,
glorificadlo;
temedlo, linaje de
Israel. R.
OREMOS CON EL SALMO
En medio de una gran
aflicción, el salmista, perseguido injustamente, expresa su confianza en la
ayuda del Señor. Este salmo lo aplica el Nuevo Testamento a Cristo en su
pasión. Casi todo el puede leerse en esa perspectiva. Sin embargo, la esperanza
de no morir queda transformada por la realidad de la nueva vida de Cristo
resucitado. El discípulo(a) de Cristo resucitado ha de tomar la cruz y
seguirlo…
SEGUNDA LECTURA
FILIPENSES 2,6-11
“Se
rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo”
Cristo,
a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al
contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por
uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó
sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que
al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Pablo emite este mensaje a la
comunidad de Filipos para enseñar sobre la humildad y la sencillez, sobre todo
a la renuncia a creerse más que los otros, superiores o con mayor dignidad. En
contraste con Adán, que quiso ser más de lo que era, y también en contraste con
los demás hombres que también lo pretendemos a nuestra escala, Jesucristo no se
aferra a su propio ser divino, sino en cierta manera renuncia a Él. Naturalmente
no deja de ser Dios, pero vive en la tierra como si no lo fuera, compartiendo
toda la condición humana hasta en sus aspectos más oscuros. Es el himno de la
solidaridad de Dios con los pequeños, los pobres, los débiles… no con palabras,
sino con su propia vida. Se trata de un invento sólo posible a Dios, que le
permite acceder a aspectos débiles que por sí mismo no le corresponden.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 22, 14-23. 56
Pasión del Señor
“Hagan esto en memoria mía”
REFLEXIÓN
Leemos
hoy el relato de la Pasión del Señor según Lucas.
Lucas, como es sabido, es considerado el evangelista de la misericordia, del
amor infinito de Dios que se ha manifestado en Jesucristo. Ninguno de los
evangelistas ha percibido como él la sensibilidad del amor del Padre, que se
deja sentir de manera especial entre los pobres, entre los que sufren, entre
los marginados. No es difícil constatar en el evangelio de Lucas la
preocupación de Jesús por los débiles, las viudas, los huérfanos, las mujeres,
los pecadores....Este mismo interés se manifiesta en la narración de los
acontecimientos de la Pasión del Señor. En primer lugar, porque todo este
relato está sustentado por un conocimiento del alma de Jesús, cuya intimidad
nos es revelada por el evangelista cuando nos deja ver su estrecha relación con
el Abba (Padre) misericordioso, en los momentos de oración
(Lc 22,42); o cuando su Padre le da valor en medio del sufrimiento (Lc 22,43).
En
segundo lugar, la cruz aparece en este relato de la Pasión como un verdadero
sacramento del amor divino: la revelación de la misericordia en medio del
sufrimiento. Lucas no pone la atención en los aspectos negativos y crueles de
esta situación. En su narración se omiten recuerdos o referencias que aparecen
en los otros evangelistas como la flagelación o la coronación de espinas que
sirven para inculpar a los que llevaron a Jesús a la muerte. Lucas nos quiere
hacer descubrir el amor del Padre hacia su Hijo y hacia todos los seres
humanos, aún en esta situación de dolor. Jesús no aparece abandonado en el
Calvario: está acompañado de amigos y conocidos (Lc 23,49) y reemplaza el grito
del Salmo 21 de Mateo por la manifestación ilimitada de confianza del Salmo
30,6: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
A la
luz de todo esto es comprensible el papel que desempeña en este relato de la
Pasión la actitud del perdón, sólo explicable desde el misterio de la
misericordia. En definitiva todo el mundo queda limpio y se insiste en hechos
positivos, sólo explicables desde la virtud reconciliadora del sufrimiento de
Jesús o desde su actitud de perdón: el caso de Pilato (Lc 23,4.13-15.20-22); el
del agresor a quien Pedro cortó una oreja y que es sanado por Jesús (Lc 22,51);
el de Pedro (Lc 22,61); el de todos los judíos (Lc 23,34). Sólo en Lucas Jesús
se dirige con palabras consoladoras a las mujeres que de lejos los siguen. Para
Jesús, en todo el evangelio de Lucas, las mujeres hacen parte del discipulado y
merecen un trato respetuoso. Ahora, camino del Calvario, la fidelidad de las mujeres
a su maestro es reconocida por el Señor.
La
Pasión y la muerte de Jesús son una verdadera revelación: la manifestación de
la misericordia del Padre. Lucas concibió el relato de la Pasión como una
contemplación de Jesús. Por eso este relato es una invitación al lector a aproximarse a Jesús, a seguirlo, a llevar
con él la cruz de cada día (9,23). En la palabra que dirige en la cruz al
malhechor arrepentido, ese ‘hoy’ nos remonta a Lc 4,21 cuando en la sinagoga de
Nazaret, Jesús declara que “hoy se ha cumplido” el pasaje de Is 61,1-2 que
acababa de leer. El tiempo se ha cumplido y él, que ha venido para anunciar la
libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los
oprimidos y para proclamar el año de gracia del Señor” ha cumplido su misión,
porque va a morir colgado de la cruz, pero seguirá viviendo en medio de
nosotros.
ORACIÒN
Señor
que al recordar la revelación de tu pasión se abran nuestros oídos para que
como comunidad escuchemos la palabra que se nos dirige, haciéndonos capaces de
generar vida y justicia en toda circunstancia. También para hacer del mensaje
de la cruz no tanto una devoción sino un compromiso como discípulos(as)
misioneros(as) en favor de los perseguidos y silenciados por causa de la
justicia. Amén
“El participar
del misterio de tu pasión, nos debe conducir a abrir el corazón para generar
vida y justicia para nuestro semejantes”
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