Jueves Santo
“EL SIGNO DEL AMOR SIN LÍMITES”
Muchas son las dimensiones que se suman en un día como éste. Veamos las
principales.
-Día del amor fraterno. Hoy resuena en la comunidad el mandamiento
nuevo, mandamiento del amor, del amor "como yo los he amado".
"Los amó hasta el extremo", hasta lo inimaginable, hasta hacerse
siervo y esclavo en un tipo de servicio considerado humillante y propio de
esclavos (lavar los pies). "Les he dado ejemplo". "Ustedes
también deben lavarse los pies unos a otros". Se trata de una proclamación
del mandamiento del amor hecha no con palabras sino con el signo práctico -que
entra por los ojos- del servicio. Amar es servir. Ama quien sirve. “Obras son
amores”.
-Institución de la Eucaristía. El lavatorio de los pies hace en el
evangelio de Juan el papel que la "institución de la Eucaristía"
cumple en los otros tres evangelios. Para Juan, en algún sentido, "es lo
mismo". La Eucaristía expresa y constituye el sacramento del amor, también
de una manera "visible" (como corresponde a todo sacramento, que es
un "signo sensible"). Jesús "parte y reparte" el pan y el
vino, y dice: "hagan esto en memoria mía", o sea; para recordarme
(para guardar mi memoria) hagan esto; o también: partir y repartir su propia
existencia será la forma de seguirme que mejor dé testimonio y haga memoria de
mí. "Celebrar" la Eucaristía, la fracción del pan, será siempre mucho
más que "oír misa": "cada vez que comemos de este pan...
anunciamos la muerte del Señor hasta que venga".
-Fiesta de los ministros y sacerdotes en la Iglesia: Tradicionalmente se ubica en este día, pero es claro que Jesús no instituyó "sacerdotes". De hecho el Nuevo Testamento no utiliza esa palabra más que aplicada a Jesús y al Pueblo de Dios como conjunto, nunca la aplica a cristianos individuales; sólo a partir del siglo IV se introduciría esa palabra en el vocabulario cristiano. Lo que Jesús dejó fueron discípulos y apóstoles. Este es el día de recordar el espíritu del Señor en el servicio. El no vino para ser servido sino para servir. Una Iglesia pobre, que sirve, estará siempre cerca de los que aspiran a una liberación material y espiritual, de los que han emprendido el camino del éxodo.
PRIMERA LECTURA
ÉXODO 12,1-8.11-14
“Prescripciones sobre la cena pascual”
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de
Egipto: "Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para
vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El
diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si
la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de
casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta
terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo
guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará
al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la
casa donde lo hayáis comido.
Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar
y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los
pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua,
el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a
todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los
dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas
donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga
exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros
memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las
generaciones." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La Pascua siempre ha sido una fiesta de liberación cuyos orígenes se remontan a costumbres anteriores a la Pascua del pueblo judío. En efecto, los pastores nómadas antes de emprender su viaje, en busca de mejores pastos para sus rebaños en la noche de luna llena, más cercana al equinoccio de primavera, sacrificaban un cordero o un cabrito nacido el año anterior, macho, sin defecto; para que no perdiera su energía vital, al comerlo no podían romperle ningún hueso. Además, como estaban en una región desértica, sin agua, el animal no era cocido en agua, sino asado al fuego. Con su sangre rociaban las entradas de sus tiendas de campaña para evitar la entrada de los espíritus malignos portadores de enfermedades y desgracias. Como debían partir antes de la salida del sol, comían de prisa, calzadas las sandalias, el bastón en la mano y listos para partir. El sacrificio y la comida tenían como fin asegurarse la protección de sus dioses en el camino que iban a emprender, donde podían encontrar salteadores y otros peligros.
Estos mismos ritos fueron adoptados por los
israelitas cuando celebraron la Pascua; pero para ellos cambiaron de
significado. Con la sangre del cordero marcan sus puertas para evitar la
entrada del ángel exterminador; el cordero no sólo era inmolado, sino también
comido; de esta manera los comensales se comprometían aún más con el misterio
de la fiesta. La Pascua entre los judíos, unida indisolublemente a la
liberación de Egipto, se reactualizaba en la liturgia, es decir se hacía
presente como si ellos fueran los protagonistas y de esta manera el pasado se
mantuvo vivo y los proyectaba hacia el futuro.
La mención de
la sangre nos introduce en pleno del Antiguo Testamento de la Pascua Judía a
nuestra celebración ahora de la Pascua
cristiana. Pascua es la gran fiesta de la liberación de la servidumbre y de la
muerte, donde la sangre del cordero juega una función redentora; más aún, como
Egipto en el Antiguo Testamento es la tierra del pecado, la salida de Egipto es
una liberación de la esclavitud material y de la del pecado. La Biblia concibe
la salvación a medida que se desarrolla la revelación como una salvación del
pecado. San Pedro desarrollando esta idea nos dice cuando nos habla del
sacrificio de Jesús: habéis sido rescatados de vuestro vano vivir según la
tradición de nuestros padres, no con plata y oro, sino con la sangre preciosa
de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha ( 1Pe 1,18b-19)
SALMO RESPONSORIAL: 115
R. / El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.
¿Como pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es un cántico de acción de gracias y de
confianza en el Señor que le ha librado de las cadenas de la esclavitud. Este
salmo lo podemos leer a tres niveles: el canto del pueblo de Israel que en la
libertad sabe que el Señor lo ha librado de la esclavitud en que vivía en
Egipto. También es el canto de Cristo resucitado, que sabe que su Padre lo ha
liberado de las cadenas de la muerte. Pero también es el canto de toda la
Iglesia cristiana, liberada de las cadenas del pecado por la Pascua de su
Salvador. La respuesta del orante a la
liberación con el voto de alabanza y sacrificio de acción de gracias, parece
privilegiar la alegría y el agradecimiento del pueblo cristiano liberado
definitivamente del pecado, de la muerte y de la ley, que celebra esta
reconciliación en la eucaristía en presencia de su Señor muerto y resucitado
por él.
SEGUNDA LECTURA
1CORINTIOS 11,23-26
“Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte
del Señor”
Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi
vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a
entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
"Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria
mía." Lo mismo hizo con él cáliz, después de cenar, diciendo: "Este
cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo
bebáis, en memoria mía." Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis
del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Encontramos
aquí el testimonio más antiguo de la celebración eucarística. Pablo transmite
la tradición que él recibió de los discípulos de Jesús, al mismo tiempo que
muestra que la eucaristía no es una celebración que recuerda un hecho pasado,
sino que está abierta al futuro, a todos los tiempos, porque en ella anunciamos
la muerte del Señor, la obra salvífica de Dios que ofrece a todos, en todas las
épocas.
La Pascua
judía tiene para los cristianos un nuevo sentido; como el texto del éxodo
narraba la celebración litúrgica judía, Pablo muestra la celebración litúrgica
cristiana como una nueva pascua, con el anuncio de la liberación bajo el signo
de la sangre que ahora se ha transformado en pan y vino. Es el mismo rito de la
alianza y de la reconciliación, con paralelos que permiten comprender la
celebración cristiana desde el sentido de la Pascua judía:
La noche de la
salida de Egipto/la noche de la Pasión
El cordero del
éxodo/el cordero pascual
El memorial de
las pruebas del desierto/memorial del sacrificio de Jesús
Pablo dirige
su atención sobre todo a la asamblea y muestra como una celebración indigna de
la Eucaristía desemboca en el menosprecio del Cuerpo místico de Cristo
constituido por la asamblea y cómo ésta es el símbolo de la reunión de todos
los hombres y mujeres en el reino y en el Cuerpo de Cristo. Una comunidad
dividida por el odio y el desprecio a los demás no puede dar testimonio de esa
unión, es más bien un escándalo
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 13,1-15
“Los amó hasta el extremo”
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la
hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había
metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús,
sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a
Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se
la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los
discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón
Pedro, y éste le dijo: "Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?" Jesús le
replicó: "Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás
más tarde." Pedro le dijo: "No me lavarás los pies jamás." Jesús
le contestó: "Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo." Simón
Pedro le dijo: "Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la
cabeza." Jesús le dijo: "Uno que se ha bañado no necesita lavarse más
que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios,
aunque no todos." Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo:
"No todos estáis limpios."
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y
les dijo: "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis
"el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros
debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he
hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Todo el ministerio de Jesús fue una permanente entrega al pueblo pobre. Los enfermos, endemoniados y marginados recibieron de Jesús una mano amiga. Compartieron su mesa y fueron proclamados dichosos. Hasta el final de su existencia, Jesús entrega todo lo que es, todo lo que sabe, todo lo que tiene. Y ahora, se prepara para entregar definitivamente su existencia. Jesús entrega todo, hasta el límite. Jesús era visto como el símbolo de la humildad: un rey vestido de pobreza. Como conocía perfectamente la situación de su pueblo insistió constantemente en la urgencia de apoyar a quienes carecían de lo mínimo para vivir: "Pues tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; estuve sin ropa y ustedes me vistieron; enfermo y me visitaron" (Mt 25, 35-36). En cada ser humano empobrecido, sin techo, sin ropa y enfermo Jesús nos dejó su indeleble imagen.
Y Jesús hoy nos lo muestra el evangelio realiza con gusto y
convicción una actividad reservada para los sirvientes: toma los pies
encallecidos de sus discípulos y los lava y limpia uno a uno. Los callos de la
incertidumbre que se formaron camino a Jerusalén son objeto de su caricia. La
mano que sirve, la mano que acaricia, es la misma mano que esta dispuesta a
dejarse traspasar por la injusticia para reclamar justicia. Jesús no comienza
su testimonio extendiendo sus brazos en la cruz. Sus brazos y sus manos ya han
anticipado la autenticidad de su testimonio. Su mano ya se ha extendido hacia
el enfermo para rescatarlo de la postración; su mano ha auxiliado al indigente
y lo ha ayudado a reencontrar su dignidad; su mano ha rescatado de la muerte y
ha otorgado nuevamente la vida.
Lavar los pies significa inclinarse delante del otro, aceptar que el servicio es la única entrega. Los discípulos se habían preparado para predicar, para enseñar, para expulsar demonios; labores arduas y complicadas que exigían mucha preparación y dedicación. Sin embargo, no estaban preparados para asumir una tarea humilde, la misma que realizan los empleados de las casas más pudientes, porque esta tarea implicaba postrarse, entrar en contacto con la tierra, el barro y la suciedad. Sobre todo, los discípulos no estaban dispuestos a dejarse servir y ayudar de los otros, especialmente en los oficios humildes. Los discípulos deberán pasar por muchas dificultades y peripecias antes de comprender lo que significa prestar un servicio generoso y desinteresado sin hacer alarde de humildad, y de dejarse servir por los demás sin menospreciar el servicio ajeno.
ORACIÓN
Señor tu nos amas hasta el extremo, más allá de lo imaginado, por eso
has logrado rescatarnos, liberarnos para volver a encontrarnos con el Padre,
queremos seguirte y ser tus verdaderos discípulos, ayúdanos a entender y vivir
nuestra vida en humildad y en servicio a los demás. Te necesitamos y te
amamos, gracias por abajarte a nosotros(as), que podamos hacerlo también con
todos los que nos rodean, especialmente los más necesitados. Amén.
“La señal de quien sigue a Jesús en
verdad, es el amor mutuo que se expresa con acciones concretasen favor de los
demás”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: