“EL RESUCITADO SIGUE ACTUANDO”
PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS
APÓSTOLES 3,1-10
“Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a
andar”
En
aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde,
cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo
todos los días en la puerta del templo llamada "Hermosa", para que
pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan,
les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo:
"Míranos." Clavó los ojos en ellos, esperando que le dieran algo.
Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de
Jesucristo Nazareno, echa a andar." Agarrándolo de la mano derecha lo
incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en
pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando
brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando a Dios; al caer en la
cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa,
quedaron estupefactos ante lo sucedido. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Pedro y Juan son
discípulos de Jesús. Ellos no se esconden detrás de un muro de recogimiento
intimista, sino que ponen sus talentos al servicio de los más necesitados.
Pedro y Juan no han desaparecido. En muchos lugares se constata la caridad
cristiana en forma de dispensarios médicos y hospitales, apoyos a vivienda,
refugios a migrantes, ayuda a vendedores informales, personas víctimas de la
violencia y desamparados, distribución de ropa y comida, orfelinatos y asilos,
escuelas y becas, apoyos psicológicos, consejerías, y un largo etcétera. Este
enorme esfuerzo institucional, sin embargo, no debe exentarnos del contacto
personal con el prójimo que sufre. Sin esta cercanía la fe terminará estéril.
Abramos los ojos. En el barrio, en la plaza, en el vecindario, en este tiempo
tan difícil de necesidad, hay gente paralizada y necesitada, que requieren una
voz poderosa y una mano caritativa para salir de su postración. El discípulo de
Jesús vive con y para los demás, sobre todo, entre los pobres y los menos
favorecidos. ¿Con quiénes caminamos? ¿A quién podemos ayudar a levantarse y
caminar?
SALMO
RESPONSORIAL: 104
R. / Que se
alegren los que buscan al Señor.
Dad gracias al
Señor, invocad su nombre,
dad a conocer
sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son
de instrumentos,
hablad de sus
maravillas. R.
Gloriaos de su
nombre santo,
que se alegren
los que buscan al Señor.
Recurrid al
Señor y a su poder,
buscad
continuamente su rostro. R.
¡Estirpe de
Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob,
su elegido!
El Señor es
nuestro Dios,
él gobierna toda
la tierra. R.
Se acuerda de su
alianza eternamente,
de la palabra
dada, por mil generaciones;
de la alianza
sellada con Abrahán,
del juramento
hecho a Isaac. R.
OREMOS CON EL
SALMO
Este
salmo es un himno litúrgico de alabanza a Dios por las maravillas hechas en
favor de su pueblo, recordando la historia desde los patriarcas hasta la
entrada a la tierra prometida.
LECTURA DEL
EVANGELIO
LUCAS 24,13-35
“Lo
reconocieron al partir el pan”
Dos
discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a
una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando
todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona
se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de
reconocerlo. Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras
vais de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se
llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén,
que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó:
"¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue
un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como
lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a
muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro
liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que
algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de
mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que
habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo.
Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían
dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."
Entonces
Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron
los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su
gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les
explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde
iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
"Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró
para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo
reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos
comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino
y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron
a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que
estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a
Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo
habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Compartir el pan es el signo que hace reconocible a
Jesús resucitado. Después de caminar juntos, el Misterioso peregrino acepta
entrar a la casa de la pareja de Emaús y realiza el signo que lo identifica:
comparte el pan. El papa Francisco quiere una Iglesia pobre para los pobres,
porque desde los pobres se llega a que todos tengan el pan que necesitan. Una
Iglesia comprometida en la tarea de que no haya mesas vacías, ni corazones
destrozados por el aislamiento y la exclusión. Donde descubramos que lo poco
con Dios es mucho y lo mucho sin Dios es nada. Trabajemos por la justicia de
Dios que quiere igualdad en el repartir y compartir los bienes, para erradicar
esa beneficencia crónica que esclaviza a quienes dan sin amor y a quienes
reciben sin dignidad. Sólo de este modo la eucaristía será memoria de Jesús de
Nazaret, alimento para un mundo nuevo, con justicia y solidaridad. Reducir la
eucaristía a un rito religioso de media hora de celebración, desligada del
proyecto de Jesús, es traicionar la entrega de Jesús.
ORACIÓN
Tenemos la fe, la esperanza y el amor para reconocerte,
vivir gozosos(as) y no parar de
compartir de ti al prójimo, para que también abran sus ojos, transformen
su realidad, generen perspectivas, creen un ámbito de vida más digno y el
corazón se llene de amor por Ti y tu Mensaje. Ayúdanos a mantener ese ardor y a
no desfallecer. Amén
“No sólo con el anuncio de la
resurrección sino con la dignificación de la vida humana es que se cumple la
misión”
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