miércoles, 1 de abril de 2020

Martes 14 de Abril de 2020


“PASAR DE LA TRISTEZA  A LA ALEGRÍA”

PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2,36-41

“Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo”

El día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos: "Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías." Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?" Pedro les contestó: "Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos."  Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: "Escapad de esta generación perversa." Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En una situación de catástrofe o de peligro inminente como la que estamos viviendo ahora, por sentido común sabemos que hay que ponerse a salvo como sea. Pedro  hoy lo dice con sentido de confesión de fe, pero cabe extenderlo a los demás ámbitos de la vida personal y común. “¿Qué debemos hacer?”. La pregunta se nos impone también en otros órdenes de la vida. Los retos urgentes que enfrentamos como humanidad son colosales porque hemos permitido que se agraven de manera acelerada en las últimas décadas. Consideremos algunas situaciones límite en nuestra realidad: la bio-sustentabilidad de nuestro planeta, la distribución equitativa de los bienes y el ejercicio verificable de los derechos humanos. Estamos en la misma barca de la humanidad y todos y cada uno tiene mucho que aportar en cada uno de esos rubros. Pensemos qué debemos hacer. A nivel individual, consideremos nuestras relaciones familiares, laborales o sociales maltrechas y respondamos también cómo podemos inyectarles la vitalidad de Cristo resucitado. ¿De qué hay que arrepentirnos y pedir perdón? ¿Qué nos pide hacer el Espíritu de Dios hoy? 

SALMO   RESPONSORIAL: 32
R. / La misericordia del Señor llena la tierra.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este  Salmo es  un canto de alabanza a Dios por su poder manifestado en la creación, en el gobierno de las naciones, en la ayuda concedida a su pueblo. El nuevo pueblo de Dios es más extenso que el solo Israel y tiene motivos más amplios aún para cantar su alabanza, con la humilde confianza de ser objeto del amor de Dios.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,11-18

“He visto al Señor”

En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El evangelio muestra el itinerario espiritual que recorre María Magdalena y, en ella, se traza el caminar de la comunidad. Primero, se experimenta el llanto. Las lágrimas denotan un afecto intenso, donde la fe y la incipiente comunidad parecen deshacerse; pero ellas no desmerecen la búsqueda de María, al contrario, la cualifican, porque no se resigna al fracaso, sino que, en el lugar de la pérdida, adquiere una densidad que revela la presencia esperanzadora de Dios. Segundo, acontecen el encuentro y el reconocimiento del Maestro. En medio de la ausencia de sentido, toma forma el encuentro con el Resucitado que confiere identidad a la persona-comunidad (v.16) y les muestra a quiénes pertenecen: a su Padre y Dios. Tercero, tiene lugar la experiencia del testimonio público del Resucitado (v. 18). La experiencia existencial de María y de la comunidad, son la misma que recorre el creyente cuando decide sentirse enviado a anunciar la buena noticia de la resurrección a los otros. ¿Cómo personas pertenecientes a comunidades creyentes, estamos dispuestos a hacer este camino?

ORACIÓN
Señor Resucitado, a quienes te hemos experimentado y hoy vivimos contigo nos corresponde,  estar convencidos(as) que la fe se alcanza por la predicación de la Palabra y el testimonio de vida. Ayúdanos a no apagar el fuego de comunicar a los demás  la experiencia del encuentro contigo. Amén 


“Si Dios está de nuestro lado, ningún reto queda fuera de nuestro alcance”

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