“VIVIENDO
Y CELEBRANDO EL PAN DE LA VIDA”
Hace unas semanas celebrábamos
con mucha pompa la fiesta de la Eucaristía, es decir del Corpus Cristi, hoy
quiero que reflexionemos un poco en torno a su significado. Hace, talvez unos
dos años atrás, Alfredo Molano columnista de un periódico muy destacado de la
capital escribía en una de sus columnas, que creo debió inquietar muchas
conciencias de los que nos consideramos cristianos y de todos los hombres y
mujeres de buena voluntad que peregrinamos por esta patria amada colombiana. El
artículo se titulaba “Sopa de Periódico”, decía, ente otras cosas, lo
siguiente: Se podrá decir que es demagogia, se podrá decir que es fantasía,
pero como lo vi con mis ojos, debo contarlo: Hay gente que, en Bogotá, no
importa el número, se alimentan con un extraño y extravagante menjurje llamado
sopa de papel o sopa de periódico. La receta es sencilla: Se pone agua a hervir
en un caldero y se le agrega un periódico picado; cuando se deslíe el papel y cuando
se forme una especie de colada gris negruzca, se añade un cubito concentrado de
caldo de res o de gallina. Se rebulle constantemente hasta que la sopa adquiera
consistencia. Se le agrega sal y un picadillo de cilantro. Y se toma.
Yo sabía que muchas familias del
estrato cero, el más numeroso y desconocido y del uno, comen solo una vez al
día, y lo hacen con alimentos para perros y gatos. Pero esta nueva e inédita
modalidad de miseria y resistencia, y digamos de paciencia política, rebasa la
imaginación más extremista. El hambre física es una realidad palpable que se
vive en Bogotá. Frente a ella ¿Qué importancia tienen las cifras que elaboran
los gobiernos para afianzar el régimen y velar la dolorosa condición de los
pobres? Más aún, ¿Qué trascendencia tiene el día sin carro o el respeto a los
pasos por la cebra, o las rutas cada vez más de moda para las bicicletas?,
meritorias campañas, sin duda, pero irrelevantes frente a la condición del par
de millones de menesterosos que aguantan hambre y que habitan en la capital.
Una realidad como la que se
describe aquí, nos debe plantear preguntas muy serias a todos los que creemos y
celebramos a Jesús Eucaristía. Ya lo decían nuestros obispos latinoamericanos
en el año 1968 en Puebla México “Es un ultraje al Evangelio hablar de
Eucaristía mientras tantos niños y ancianos mueren por desnutrición”.
El Evangelio nos dice que cuando
ya comenzaba a hacerse tarde, se acercaron a Jesús sus discípulos y le dijeron:
“Despide a la gente, para que se vayan a descansar y a buscar comida por las
aldeas y los campos cercanos, porque en este lugar no hay nada”. Como quien
dice, cuando los discípulos (Iglesia) vieron que llegaba la hora de comer y que
esa multitud hambrienta podía arruinar su paseo, le pidieron al Señor que los despachara,
lo que tenemos nosotros no alcanza para tanta gente. Pero Jesús, desconcertando
a sus seguidores, como lo hizo más de una vez, les dice:“Denles ustedes de
comer”. Ellos contestaron: “No teneos más que cinco panes y dos pescados”.
Jesús quería que sus discípulos aprendieran a compartir lo poco que tenían con
aquella multitud. En días pasados hemos hablado de algunos de loms efectos de Pentecostés,
especialmente el tema de hoy la Eucaristía; recordamos que hay unos elementos
que hacen que la Eucaristía se convierta en verdadera vida como: la oración, la
Palabra y el compartir solidario y fraterno (Hechos 2, 42-47).
Cuando desde la fuerza del amor
nos disponemos a ser solidarios y compartir con los demás siempre vamos a hacer
posible el milagro de la multiplicación, es decir de la vida eucarística.
Destacamos que hay movimientos, acciones y hechos concretos de la iglesia, como
el banco de alimentos de la Arquidiócesis de Bogotá que nos aproximan a mirar a
Jesús resucitado como verdadero pan de vida en los más sufrientes y
necesitados. Para todos nosotros los discípulos y discípulas del Señor es una
obligación moral respaldar y trabajar por proyectos que ayuden a que
desaparezca un poco el fantasma del hambre que azota a tantos hermanos
nuestros. Y si eso pasa en nuestra capital, en todo el país no es ajeno. Por
eso respetamos, pero no basta las celebraciones y procesiones solemnes en torno
a la Eucaristía, sino no se traduce en hechos de acción de vida.
“Es
hora de ir colocando el amor en acción”
Roberto Zamudio
PROMESA BÍBLICA DEL
MES
“Jesús contesto:
Denles ustedes de comer”
LUCAS 9,13
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