“LA
LEY DEL AMOR MISERICORDIOSO”
PRIMERA
LECTURA
DEUTERONOMIO
30, 10-14
“El
mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo”
Moisés
habló al pueblo, diciendo: "Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando
sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley;
conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma. Porque el precepto que yo te mando hoy no es
cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir:
"¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará,
para que lo cumplamos?"; ni está más allá del mar, no vale decir:
"¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará,
para que lo cumplamos?" El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón
y en tu boca. Cúmplelo." Palabra de Dios.
REFLEXION
Las
lecturas de hoy nos invitan a poner orden en el corazón y en la vida. Se trata
de descubrir o redescubrir qué va primero y a qué debemos darle mayor atención
y cuidado. Con lo cual también encontramos un canal para dar cauce a nuestras
fuerzas y un camino para alcanzar lo que deseamos ser. Una mente dispersa o un
corazón dividido no acertarán con la meta. Una voluntad inconstante deshará hoy
lo que hizo ayer y empezará mañana lo que hoy dejó atrás. ¿Tiene algo de
extraño que la vida se pase de manera estéril y vacía para quien vive de tal
manera? La única respuesta es: orden. Necesitamos darle orden a nuestro tiempo,
esfuerzos, deseos, proyectos.
El
orden del que aquí hablamos no es una imposición exterior. No es algo lejano
que cae sobre nosotros como un simple agregado. Moisés nos dice en la primera
lectura de hoy: "todos mis mandamientos están muy a tu alcance: en tu boca
y en tu corazón, para que puedas cumplirlos." La ley del Señor no se
parece entonces a las leyes que nosotros conocemos o aprobamos en las cámaras
legislativas; no es un acuerdo entre intereses humanos ni el resultado de los
números de una votación, que hoy ordenan algo y mañana lo contrario,
dependiendo del juego de los partidos políticos o incluso de las campañas de
publicidad. Podemos decir que la ley del Señor brota de lo que somos: de hecho,
él mismo la ha puesto en nosotros, y podemos sentir su dirección si hacemos
silencio y buscamos con total honestidad escuchar eso que llamamos la voz de la
conciencia. Una ley así entendida es un camino de libertad, cuya única
obligación es la fidelidad a lo mejor de lo que hay en nosotros, y que viene de
Dios.
SALMO
RESPONSORIAL: 68
R./
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Mi
oración se dirige a ti, Dios mío,
el
día de tu favor;
que
me escuche tu gran bondad,
que
tu fidelidad me ayude.
Respóndeme,
Señor, con la bondad de tu gracia;
por
tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.
Yo
soy un pobre malherido;
Dios
mío, tu salvación me levante.
Alabaré
el nombre de Dios con cantos,
proclamaré
su grandeza con acción de gracias. R.
Miradlo,
los humildes, y alegraos,
buscad
al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que
el Señor escucha a sus pobres,
no
desprecia a sus cautivos. R.
El
Señor salvará a Sión,
reconstruirá
las ciudades de Judá.
La
estirpe de sus siervos la heredará,
los
que aman su nombre vivirán en ella. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es una lamentación de
profunda emotividad de alguien que sufre diversas aflicciones y clama a Dios
para que lo socorra a él personalmente y a todo el pueblo. Y es citado
frecuentemente en el Nuevo Testamento, que lo entiende como referido a Cristo,
el Justo Sufriente por excelencia, que confía plenamente en Dios. Todas las personas podemos entonar las
palabras de este salmo porque de una manera o de otra, participamos en
distintas dimensiones del misterio del sufrimiento humano, pero solo en comunión
y plena confianza en El encontraremos la paz y las respuestas.
SEGUNDA
LECTURA
COLOSENSES
1, 15-20
“Todo
fue creado por Él y para Él”
Cristo
Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por
medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e
invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por
Él y para Él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él. Él es también la
cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre
los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera
toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del
cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Dios,
pues, quiere reinar no sólo externamente, como decir en las obras que hacemos,
sino sobre todo, interiormente: en el "corazón," según la
terminología común de la Biblia. Hay que aclarar que este "corazón"
no es solamente lugar de los sentimientos, como suele decirse y entenderse en
nuestra cultura. En el corazón se toman decisiones, se hacen proyectos, se
recuerdan y meditan los hechos, se busca el sentido de las palabras. En la
medida en que Dios toma el primer lugar en el corazón todo nuestro ser adquiere
orden, sentido y belleza en él. Si nos ordena que le amemos no es por una
deficiencia suya sino por amor a nuestro bien, que sólo puede ser alcanzado
amándole a él en primer lugar.
Este
"primer lugar" lo expresa Pablo con otra imagen tomada del cuerpo
humano. Esta vez es Cristo como "cabeza," del cual escribe este
apóstol: "Él existe antes que todas las cosas, y todas tienen su
consistencia en él." Así entendemos que la vida fundada en Cristo logra solidez
en el cimiento verdadero pues "Dios quiso que en Cristo habitara toda
plenitud y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y de
la tierra."
LECTURA
DEL EVANGELIO
LUCAS
10, 25-37
“¿Quién
es mi prójimo?”
En
aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para
ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida
eterna?" Él le dijo: "¿Qué
está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Él contestó: "Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas
y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo." Él le dijo: "Bien
dicho. Haz esto y tendrás la vida." Pero el maestro de la Ley, queriendo
justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?"
Jesús
dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos
bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo
medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo,
dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel
sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero
un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio
lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y,
montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día
siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de
él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos
tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los
bandidos?" Él contestó: "El que practicó la misericordia con
él." Díjole Jesús: "Anda, haz tú lo mismo." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La
mentalidad judía del tiempo de Jesús, absorbida por el legalismo, se había
convertido en una conciencia fría, sin calor humano, a la que no le importaban
las necesidades ni los derechos del ser humano. Solo se hacía lo que permitía
la estructura legal y rechazaba lo que prohibía dicha estructura. El legalismo
impuesto por la estructura religiosa era la norma oficial de la moral del
pueblo. Se había llegado, por ejemplo, a establecer, desde la legalidad
religiosa, que la ley del culto primaba sobre cualquier ley, así fuera la ley
del amor al prójimo. Esto asombraba y preocupaba a Jesús pues no era posible
que en nombre de Dios se establecieran normas que terminaran deshumanizando al
pueblo. Este era el contexto en que nació la parábola del buen samaritano: un
hombre necesitado de ayuda, caído en el camino, más muerto que vivo, sin
derechos, violentado en su dignidad de persona, es abandonado por los
cumplidores de la ley (sacerdotes y levitas) y en cambio es socorrido por un
ilegal samaritano (que no tenían buenas relaciones con los israelitas). Jesús
hizo una propuesta de verdadera opción por los derechos de ese ser humano
caído, condenado por las estructuras sociales, políticas, económicas y
religiosas que aparecen excluyentes (estructuras que se encargan de no respetar
los derechos de las personas y no les permitan vivir en libertad y en
autonomía). Jesús quiere decirnos cómo la solidaridad es un valor que hay que
anteponer no solo a la ley del culto, sino también a la misma necesidad
personal, buscando el bienestar social y comunitario, la defensa de los
derechos de tantos y tantas que viven en situaciones de falta de solidaridad y
de reconocimiento de sus derechos, nos hace pensar en la opción por continuar
el camino de compromiso y de trabajo en nuestras comunidades y organizaciones,
desde el compromiso solidario con los hermanos y hermanas que están caídos en
el camino, por el no reconocimiento de sus derechos.
Para finalizar detengámonos a
mirar la relación entre cada uno de los personajes : el sacerdote y el levita frente al hombre
caído en el camino no se basa en el plan de la necesidad que tiene este último,
sino en el de inutilidad que presentaría ante la ley y el desempeño del oficio,
el prestarle cualquier atención al hombre caído, impediría a estos
representantes del culto oficial poder ofrecer los sacrificios agradables a
Dios. El samaritano, por el contrario, no encuentra ninguna barrera para
prestar su servicio desinteresado al desconocido que está tendido y malherido,
que necesita la ayuda de alguien que pase por ese camino. El samaritano
únicamente siente compasión por la necesidad de ese hombre anónimo y se entrega
con infinito amor a defender la vida que está amenazada y desposeída.
Prójimo, compañero, dice Jesús en
esta parábola, debe ser para nosotros, en primer lugar, el compatriota, pero no
sólo él, sino todo ser humano que necesita de nuestra ayuda. El ejemplo del
samaritano despreciado nos muestra que ningún ser humano está tan lejos de
nosotros, para no estar preparados en todo tiempo y lugar, para arriesgar la
vida por el hermano o la hermana, porque son nuestro prójimo.
ORACIÓN
Señor
ayúdanos a comprender que el cumplimiento de la ley no es algo externo, sino
que nos implica en lo más profundo de nuestro ser, en la capacidad de
estremecernos ante el dolor del otro. Ayúdanos por favor a responder, desde el
corazón a la mayor de las leyes, que es el amor, el que nos hace personas centradas en ti para
desarrollar la misericordia y sabiduría. Amén.
“Que
se note ante Dios y el prójimo el amor que profesamos”
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