Pasión
del Señor
“TOMÓ SOBRE SÍ LAS CULPAS DE TODA
LA HUMANIDAD”
En este día, marcado por el dolor más grande, la primera frase que
escucharemos un grito de esperanza: "Mi siervo tendrá éxito, crecerá y
llegará muy alto....". Todo lo que sigue es espantoso en la visión de
Isaías y más terrible aún en el drama del calvario. Pero ese sufrimiento
inmenso no puede, no debe callar el primer enunciado: "tendrá éxito".
Ése, el Cristo de la cruz, herido; el Señor insultado y escarnecido; el Rey de
burlas y de blasfemias, ése, precisamente ese, "tendrá éxito".
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 52,13-53,12
“Él
fue traspasado por nuestras rebeliones”
Mirad,
mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de
él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así
asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo
inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quien creyó nuestro anuncio?, ¿a quién
se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en
tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a
sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo
estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras
rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó
sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno
siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero
llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la
boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo
hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los
malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El
Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará
por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de
conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de
ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomo el
pecado de muchos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios
REFLEXIÓN
Nos
encontramos con el cuarto Canto del Siervo. Presenta rasgos parecidos a los de
los salmos de lamentaciones, da detalles sobre los sufrimientos del
protagonista: desprecio, enfermedad, desfiguración, cárcel, muerte entre
malhechores, abatimiento, sepultura deshonrosa, etc. El profeta afirma insistentemente que el
Siervo no sufrió por sus propios pecados, sino a causa y a favor de los demás
miembros de su pueblo. Él justifica a muchos, es decir, restablece las
relaciones justas entre los hombres y Dios.
En efecto, al inicio y al final es Dios quien habla de su Siervo, que
“tendrá éxito y subirá y crecerá mucho” porque “cargó sobre él todos nuestros
crímenes”, y así, “intercedió por los pecadores”. Pero en el resto del Cántico hablan unos “nosotros” que al contemplar todo
lo que le ha sucedido al Siervo de Dios, confiesan el propio pecado, por el
cual el propio Siervo ha padecido hasta morir.
SALMO RESPONSORIAL: 30
R. / Padre, a tus manos
encomiendo mi espíritu
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
Tú, que eres justo, ponme a
salvo.
A tus manos encomiendo mi
espíritu:
Tú, el Dios leal, me librarás. R.
Soy la burla de todos mis
enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de
mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un
cachorro inútil. R.
Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: "Tú eres mi
Dios."
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me
persiguen. R.
Haz brillar tu rostro sobre tu
siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de
corazón,
los que esperáis en el Señor. R.
OREMOS
CON EL SALMO
La composición de este
salmo permite ver la profundidad de la fe del hombre bíblico, su movimiento
siempre termina en Dios, más allá de toda circunstancia. El comienzo es la
súplica de un acusado inocente expuesto a la persecución: es un maldito,
excluido de la comunidad, y “que produce miedo a sus amigos”, se huye de él
como de un espanto. Pero la parte final del salmo es la dulce oración de
intimidad de éste hombre moribundo que
pesar de lo que está padeciendo, continúa cantando la felicidad de su
vida en la intimidad con Dios.
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 4,14-16;5,7-9
“Aprendió
a obedecer y se ha convertido para todos
los que le obedecen en autor de salvación”
Hermanos:
Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que
ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote
incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con
todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con
seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia
que nos auxilie oportunamente. Cristo,
en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y
súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue
escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado
a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de
salvación eterna. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El
autor de la carta a los Hebreos presenta a Jesús como Sumo Sacerdote, no
solamente como el responsable del sacrificio como lo era en el antiguo
testamento, sino como el hombre lleno de misericordia, que asumió todos los
sufrimientos del ser humano hasta la muerte, de tal manera que se convirtió en
el modelo para todos los hombres. Su vida estuvo siempre condicionada a la
voluntad del Padre, aún en el sufrimiento. A este sumo sacerdote podemos
acercarnos con libertad, sin miedo, porque en su trono abunda la gracia y por
su misericordia conseguiremos el apoyo necesario.
Cristo
fue llamado por Dios de la misma manera que Aarón y según el orden de
Melquisedec, pero ya no para ofrecer el sacrificio y las oblaciones, porque él
mismo es la víctima. Es un nuevo tipo de sacerdote que proporciona la salvación
a cuantos se aproximan a él y su gran tarea es conducirlos al Padre.
LECTURA DEL
EVANGELIO
JUAN 18,1-19,42
“Pasión
de N.S. Jesucristo según San Juan”
REFLEXIÓN
Cristo sufre voluntariamente y sufre inocentemente. Acoge con su
sufrimiento aquel interrogante que, puesto muchas veces por los hombres, ha
sido expresado, en un cierto sentido, de manera radical en el Libro de Job. Sin
embargo, Cristo no sólo lleva consigo la misma pregunta (y esto de una manera
todavía más radical, ya que Él no es sólo un hombre como Job, sino el unigénito
Hijo de Dios), pero lleva también el máximo de la posible respuesta a este
interrogante. Cristo da la respuesta al interrogante sobre el sufrimiento y
sobre el sentido del mismo, el cual está integrado de una manera indisoluble
con las enseñanzas de la Buena Nueva.
Esta es la palabra última y sintética de esta enseñanza: "la
doctrina de la Cruz", como dirá un día San Pablo. Esta "doctrina de
la Cruz" llena con una realidad definitiva la imagen de los antiguos
profetas. Muchos lugares, muchos discursos durante la predicación pública de
Cristo atestiguan cómo El acepta ya desde el inicio este sufrimiento, que es la
voluntad del Padre para la salvación del mundo. Sin embargo, la oración en
Getsemaní tiene aquí una importancia decisiva. Las palabras: "Padre mío,
si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero,
sino como quieres tú"; y a continuación: "Padre mío, si esto no puede
pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad", tienen una mayor elocuencia. Prueban la verdad de aquel amor,
que el Hijo unigénito da al Padre en su obediencia.
Y al
final Jesús muere abandonado por todos; sus discípulos huyen, los judíos lo
desprecian; esa tarde en la cruz colgaba el cuerpo de un ajusticiado, condenado
por la justicia humana y rechazado por su pueblo. Parecía que el odio hubiera
vencido sobre el amor; el poder sobre la debilidad de un hombre; la tinieblas
sobre la luz; la muerte sobre la vida. Aquella tarde cuando las tinieblas
cayeron sobre el monte Calvario parecía que todo había terminado y los enemigos
de Jesús podían por fin descansar tranquilos. Pero he aquí que en lo más
profundo de los acontecimientos, la realidad era distinta. Jesús no era un
vencido, sino un triunfador; no lo aprisionaba la muerte, sino que se había
liberado de su abrazo mortal; lo que parecía oprobio se transformó en gloria;
había vencido la cruz y le había dado un nuevo sentido, y lo que muchos pensaban que era el fin, no
era sino el comienzo de una nueva etapa de la historia de la salvación. La cruz
dejó de ser un instrumento de tortura, para convertirse en el trono de gloria,
le dio un nuevo sentido de la cruz a nuestras vidas, del nuevo rey y la corona
de espinas que ciñó su cabeza es ahora una diadema de honor. Al morir Jesús dio
otro visión a la muerte, a la vida, al dolor. La muerte de Jesús significó un
cambio en la vida de la humanidad. Ese cambio debe manifestarse en nuestra
existencia porque él no aceptó su muerte con la resignación de quien se somete
a un destino ineludible, sino como quien acepta una misión de Dios. La muerte
de Jesús no solo es un rechazo del abandono de las muchedumbres, sino que nos
exige que nos acerquemos al desvalido. Su muerte no es solamente un recuerdo
que revivimos cada año, sino un llamado a mejorar el mundo, a destruir las
estructuras de pecado; a restablecer las condiciones de paz; a construir una
sociedad basada en la concordia, la colaboración y la justicia. A nosotros nos toca hacer que ese grito de
desesperación que Jesús pronunció cuando dijo “Padre, por qué me has
abandonado” se convierta en el grito de esperanza: “Padre en tus manos
encomiendo mi espíritu”.
ORACIÓN
Señor ayúdanos a llevar un amor semejante
al tuyo, que en medio de nuestra
realidad logremos también ofrendar nuestra vida por el bien de otros. Que con
el cambio de nuestras actitudes y palabras, podamos ir siendo más radicales en
nuestro servicio, que entendamos el
propósito para el que nos tienes en este mundo y transformemos las realidades,
especialmente las de los más pobres y desvalidos. Amén
“Asumir la cruz con actitud cristiana, es no
dejarse llevar por la desesperación sino por el ejemplo de Jesús”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: