LA MISERICORDIA DESDE LA MATERNIDAD DE LA MUJER
De todas las creaciones de Dios no hay creatura más noble,
entregada y misericordiosa, que una madre, así fue diseñada en los planes
del Padre para bendecir a toda la humanidad. Por eso hablar de madre es dar una
mirada a María de Nazaret, la madre por excelencia, la gran Misericordiosa,
modelo a seguir si queremos ser verdaderamente generadoras de vida. María entendió la maternidad como la
aceptación del proyecto de Dios Padre, en fe aceptó la propuesta y se hizo su
esclava, aún sin entender muchas situaciones caminó en el cumplimiento de un
objetivo concreto, dar vida al Ser maravilloso que a través de un ángel, el
señor le había concedido. Te has preguntado, ¿Cuántos momentos de angustia
vivió la madre de nuestro salvador?, ¿Cuántas humillaciones debió soportar?,
¿Cuánto temor tuvo que vencer?, pero siempre dispuesta, silenciosa y actuante,
llenándose cada día de la presencia del Espíritu del Señor para poder cumplir
la misión que le había sido encomendada. Asumió el mandato divino, sin reparo,
sometiéndose a la voluntad del Padre.
María se involucró en el proyecto de Salvación de una manera
valiente y decidida, como Dios quiere que hoy las mujeres continuemos
haciéndolo y para lograrlo es importante
profundizar en lo que significa la maternidad, verla desde la elección más
hermosa que toda mujer puede llegar a tomar. No hay ninguna profesión, oficio,
o actividad que se iguale a la función de una madre. Nadie puede colaborar con
el Creador en la formación de una vida, como ella lo hace. No hay amor ni entrega que se le
compare, pues hasta el mismo Señor en su Palabra semeja Su Amor con el de una
madre que no abandona al niño de sus entrañas. (Isaías 49”15). Jesús vino a la humanidad a dignificar a la
mujer, a quitar el peso de la discriminación, del maltrato, a invitarla a
dejarse amar y aceptarse, porque el primero en amarla fue Él, quien le hizo ver
el Amor del Padre y la invitó a unirse a
su causa como verdadera discípula.
Qué bueno que tú y yo, como mujeres, entendamos y vivamos el amor que Dios nos
expresa en todo momento y atendamos el llamado que nos hace a generar vida, a
vivir misericordiosamente, recordando que misericordia significa entender el
dolor del otro, sufrir con él, (Mateo 25:31-46) atender sus necesidades,
aceptarlo y amarlo, desde el corazón
y por eso desde esta realidad la
maternidad, que no hace referencia solamente a la concepción biológica de una
criatura en el vientre, sino que va más allá, es el reflejo auténtico del
anhelo de Dios de hacer feliz al ser humano.
Una madre, según el llamado de Dios, entrega vida en todas sus acciones, el amor
por sus hijos es el sentimiento más
cercano al Amor de Dios por la humanidad, ella no abandona a sus hijos, está
siempre dispuesta a guiarlos y protegerlos
(Dt. 6:6-7), a instruirlos y disciplinarlos (Efesios 6:4, Hebreos
12:5-6), a enseñarles la Palabra de Dios como verdadero Manual de Vida,(salmo
78:5-6),a formarlos y corregirlos cuando sea necesario (Proverbios 13:24-25), a
enseñarles a amar y a comportarse como verdaderos cristianos (Efesios 4:29-32),
para que gocen del regalo de los dones que nos da el Señor (1 Corintios
12:4-11) y puedan experimentar en sus vidas los frutos del Espíritu Santo
(Galatas 5:22). ¿Cuántas mujeres en la actualidad podemos, de cara al Señor,
decir que cumplimos la función de madres?, En una sociedad como la actual que
nos tiene sumergidas en lo superficial, en el consumismo, el individualismo, en
un egoísmo absurdo, donde la mujer vale por lo que aparenta, por su cuerpo, por
su rostro, por ser productiva en su desarrollo profesional, ante las exigencias
de trabajo del mundo de hoy, pero donde la vida de familia y especialmente su
maternidad se han convertido en una carga, donde ya casi ni se anhela; es allí,
a esta realidad, a la que la Iglesia tiene que hacer
llegar el anuncio de la misericordia, el anuncio de vida del Resucitado, es
ahora cuando tenemos que prepararnos para dar a conocer con nuestros propios
testimonios de vida el proyecto de Dios para cada una de las mujeres, de sus
discípulas, de aquellas que de verdad sientan el llamado y lo acepten para
lograr el cambio inminente en nuestra sociedad que tanto lo necesita.
Recuerda mujer que hay un Ser
hermoso, que ha dado la vida por ti y que solo espera que tú seas constructora
de un mundo renovado y feliz, que desde la función maternal que te invita a
ejercer, sueña con el cambio de una sociedad que llegue a entender a cabalidad
que en el papel fundamental de una madre, desarrollado bajo el proyecto de vida
de Jesús, está el logro de la paz, del bienestar, de la prosperidad, del éxito
de una familia como base de la civilización del amor. (Proverbios 31). No
podemos seguir esperando que las soluciones a los problemas sociales,
políticos, económicos y culturales de nuestra Colombia, así como el logro de la
justicia, de la paz y el mejoramiento de la calidad de vida, se den por los
diferentes intentos de algunos pocos, sino en la toma de conciencia de que es
en la familia, donde se deben dar los
cambios y por lo tanto el papel maternal de la mujer tan importante para la
formación adecuada de sus hijos, en compañía del padre, se convierte en la
clave para llegar a una conquista real y definitiva.
“Madre: Dios que permanece contigo
te entrega cada día su Bendición y te llena de las herramientas necesarias para
cumplir tu hermosa misión. Cree, confía y espera siempre en Él. Recuerda que
Dios teje la vida del ser humano en el seno materno (Salmo 139:3-4) y que estás
llamada a ser constructora de vida y no de muerte, de hacerte valer y de velar
por el bienestar de tus hijos, tu pareja y todo tu prójimo, sin descuidar el
tuyo propio.
Martha Ochoa
Servidora de Casa Abierta
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: