domingo, 1 de junio de 2014

reflexion

LA VIDA EN EL ESPÍRITU

Fin de un semestre y comienzo de un nuevo mes, por el cual damos gracias, alabamos y adoramos al Buen Dios  resucitado en este tiempo de Pascua.  Hemos caminado haciendo un itinerario de noventa días: cuarenta días de preparación,  decisión y de cambios(Cuaresma), luego reflexionamos queriendo hacer vida la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús (Pascua), ahora celebrando cincuenta días, la Resurrección, es decir el triunfo de la vida sobre la muerte, vamos hacia la meta o plenitud de la Pascua que es Pentecostés.

La Pascua del resucitado ha dado herramientas a los discípulos(as), a tomar conciencia de la necesidad y acción de ese Cristo en sus vidas (mover del Espíritu Santo). Ya ese Espíritu se manifestaba y estaba desde el comienzo de la creación (Génesis, 1, 1-3) conduciendo a los animadores del pueblo de Israel. El profeta Joel lo había anunciado como promesa  para todos los integrantes de esa pequeña comunidad tribal. Jesús resucitado congrega, motiva y guía a esta pequeña comunidad cristiana, desde toda una escuela de vida, siguiendo los pasos del verdadero Pastor y Maestro.

Recordemos que luego de la muerte en la cruz en medio de todas las adversidades, pecados (negación, traición y abandono) el Espíritu Santo guiaba la vida de estos primeros y débiles discípulos. Aquí vemos al Espíritu Santo como animador, conductor y maestro de esta pequeña comunidad. Pero debía cumplirse la plenitud de esta experiencia del resucitado en  cada uno(a)  y en la comunidad discipular con el Pentecostés, que es el desenlace, bautismo y sello de una nueva vida y relación comunitaria que comienza.

De tal  manera que podemos afirmar que Pentecostés es la vida nueva en el Espíritu, es una propuesta e invitación del Maestro Pastor resucitado a ser nuevos, como varias veces lo hemos dicho y hoy lo recordamos: nuevos en la manera de pensar, sentir, ver el mundo (visión- proyecto de vida) al estilo o modelo de Jesucristo el Crucificado y Resucitado, verdadero hombre siempre nuevo.

Referirnos a Pentecostés es volver a reflexionar, interiorizar y especialmente atrevernos a vivir un nuevo plan, proyecto o propuesta de vida, en estas claves o ejes:

Búsqueda en la vida del Espíritu
·         Espiritualidad Cristocéntrica
·         Arraigo profundo en la Palabra del Resucitado ( Biblia –texto y vida)
·         Vida orante (oración nacida de la realidad)
·         Búsqueda y construcción de la pequeña comunidad
·         Comunidad centrada en la solidaridad, fraternidad y equidad (compartir del pan y la mesa)
·         Comunidad que busca la información, formación, revelación y transformación desde el discipulado
·     
    En el DISCIPULADO siempre avanzar hacia el crecimiento desarrollo y madurez de la comunidad, es decir MISION – SERVICIO-APOSTOLADO

·      La vida del Espíritu tiene que llevar a hacer de la comunidad de puertas abiertas a las diferentes culturas, pensamientos y espiritualidades (inclusión)

·      La comunidad del Resucitado que está en un constante Pentecostés debe dar un papel protagónico a las mujeres, a los pobres, necesitados y excluidos.

En este tiempo de Pentecostés  recordamos, agradecemos e intercedemos por todos los   padres en su mes, así como lo hacíamos en el mes anterior con las madres, hoy oramos, pidiendo la vida del Espíritu sobre los padres; que el Espíritu del Señor les siga haciendo sabios, compasivos, dedicados para que junto a las madres y esposas sigan guiando su pequeña comunidad familiar en la vida del Espíritu. Que nuestro gran clamor personal, familiar y comunitario en estos días sea: “¡Ven Espíritu Santo y sigue transformando y guiando nuestra vida en el plan de Jesús Resucitado!”.

Declaro bendiciones sobre ustedes en este nuevo mes.

Roberto Zamudio 

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