"CONTEMPLANDO
EN SILENCIO AL RESUCITADO"
PRIMERA
LECTURA
ISAÍAS
50, 4-7
“No
oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado”
Mi
Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una
palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los
iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he revelado ni me he
echado atrás.
Ofrecí la espalda a los que me
golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a
insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por
eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Al
comenzar la Semana Santa, esta lectura nos introduce en el sentido de la pasión
de Jesús. La vocación radical del amor, más allá de los odios o de los insultos
es la del siervo que decide encarnar un amor a toda prueba. Este siervo tiene una
fabulosa vocación al proyecto de Dios, está convencido que es Dios el que ha
obrado este llamado. Por eso, el mensaje que proclaman no es de denuncia
profética sino de esperanza, y es que su palabra se dirige a hombres concretos
con su problemática específica; los profetas pre-exílicos anunciaron el castigo a unos hombres sin
conciencia que se enriquecieron a costa de los pobres, pero la situación actual
del pueblo es muy distinta ahora pues la larga duración del destierro ha
provocado la desesperación de la gente. Al abatido es necesario reanimarle,
dirigirle una palabra de consuelo, de esperanza en el Señor. Los ultrajes, las
ofensas, los dolores de este proyecto, el siervo los acepta y afronta con
decisión, sin intentar vengarse; al insulto responde con calma y es tan radical
en hacer el bien incluso más que los malvados en su maldad.; está convencido
que su vida no es un camino de rosas, pero sabe que este es su camino; cree con
total firmeza que el Señor está a su lado y por eso espera contra toda esperanza
sabiendo que al final el triunfo es suyo.
El
que “dice al abatido una palabra de consuelo” es un incomprendido, y en
consecuencia acepta su misión entregando su espalda a los que le flagelan, no
porque le gusten los golpes, ni porque Dios se complazca en ellos, sino porque
en la debilidad de nuestra humanidad, busca mostrar la fortaleza enorme del
amor.
SALMO
RESPONSORIAL: 21
R.
/ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al
verme se burlan de mí,
hacen
visajes, menean la cabeza:
"Acudió
al Señor, que lo ponga a salvo;
que
lo libre si tanto lo quiere". R.
Me
acorrala una jauría de mastines,
me
cerca una banda de malhechores;
me
taladran las manos y los pies,
puedo
contar mis huesos. R.
Se
reparten mi ropa,
echan
a suerte mi túnica.
Pero
tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza
mía ven corriendo a ayudarme. R.
Contaré
tu fama a mis hermanos,
en
medio de la asamblea te alabaré.
Fieles
del Señor, alabadlo;
linaje
de Jacob, glorificadlo;
temedlo,
linaje de Israel. R.
OREMOS
CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU
CONTEXTO
21
Cualquier
comentario que se haga de este salmo, tendrá que fijarse en las últimas
palabras del texto, porque son ellas la
que le dan sentido esencial, y aunque parezca paradójico, es una gran acción de
gracias del Israel resucitado a la vuelta del exilio. Lo que más llama la
atención, es que este poeta describe la liberación de un pueblo, bajo el
“ropaje” de un “crucificado vuelto a la vida”
SEGUNDA
LECTURA
FILIPENSES
2, 6-11
“Se
rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo”
Hermanos:
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando
por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por
eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el
"Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda
rodilla se dobla -en el cielo, en la tierra, en el abismo-, y toda lengua
proclame: "¡Jesucristo es Señor!", para gloria de Dios Padre. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Pablo
emite este mensaje a la comunidad de Filipos para enseñar sobre la humildad y
la sencillez, sobre todo a la renuncia a creerse más que los otros, superiores
o con mayor dignidad. En contraste con Adán, que quiso ser más de lo que era, y
también en contraste con los demás hombres que también lo pretendemos a nuestra
escala, Jesucristo no se aferra a su propio ser divino, sino en cierta manera
renuncia a Él. Naturalmente no deja de ser Dios, pero vive en la tierra como si
no lo fuera, compartiendo toda la condición humana hasta en sus aspectos más
oscuros. Es el himno de la solidaridad de Dios con los pequeños, los pobres,
los débiles… no con palabras, sino con su propia vida. Se trata de un invento
sólo posible a Dios, que le permite acceder a aspectos débiles que por sí mismo
no le corresponden.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO
26, 14-27, 66
Pasión
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo:
C.
En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos
sacerdotes y les propuso:
S.
"¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"
C.
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando
ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los ázimos se acercaron los
discípulos a Jesús y le preguntaron:
S.
"¿Donde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
C.
Él contestó:
+
"Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está
cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"".
C.
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al
atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+
"Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".
C.
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S.
"¿Soy yo acaso, Señor?"
C.
Él respondió:
+
"El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo
del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al
Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".
C.
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S.
"¿Soy yo acaso, Maestro?".
C.
Él respondió:
+
"Así es".
C.
Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a
los discípulos diciendo:
+
"Tomad, comed: esto es mi cuerpo".
C.
Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
+
"Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por
todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de
la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el Reino de mi
Padre"
C.
Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les
dijo:
+
"Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito:
"Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero
cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea".
C.
Pedro replicó:
S.
"Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré".
C.
Jesús les dijo:
+
"Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me
negarás".
C.
Pedro le replicó:
S.
"Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
C.
Y lo mismo decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un
huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+
"Sentaos aquí mientras voy allá a orar".
C.
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a
angustiarse. Entonces dijo:
+
"Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".
C.
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+
"Padre mío, si es posible, que pase y se aleje d mí ese cáliz. pero no se
haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C.
Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+
"¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la
tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil".
C.
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+
"Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu
voluntad".
C.
Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño.
Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras.
Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+
"Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del
hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está
cerca el que me entrega".
C.
Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de
un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los
senadores del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S.
"Al que yo bese, ése es: detenedlo".
C.
Después se acercó a Jesús y le dijo:
S.
"¡Salve, Maestro!"
C.
Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+
"Amigo, ¿a qué vienes?"
C.
Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que
estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja
al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+
"Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no
puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de
ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que dice que esto tiene que
pasar".
C.
Entonces dijo Jesús a la gente:
¿
"Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario
me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis".
C.
Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En
aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron
a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían
reunido los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio
del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué
paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso
testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar
de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos
que declararon:
S."Este
ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres
días".
C.
El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S.
"¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra
ti?"
C.
Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S.
"Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios".
C.
Jesús respondió:
+
"Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que el Hijo del
hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes
del cielo."
C.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
S.
"Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la
blasfemia. ¿Qué decidís?"
C.
Y ellos contestaron:
S.
"Es reo de muerte".
C.
Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
S.
"Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".
S.
Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
S.
"También tú andabas con Jesús el Galileo".
C.
Él lo negó delante de todos diciendo:
C.
"No sé qué quieres decir".
C.
Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S.
"Este andaba con Jesús el Nazareno".
C.
Otra vez negó él con juramento:
S.
"No conozco a ese hombre".
C.
Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron: "Seguro; tú
también eres de ellos, se te nota en el acento".
C.
Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
S.
"No conozco a ese hombre".
C.
Y en seguida cantó el gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús:
"Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo
afuera, lloró amargamente.
Al
hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se
reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y
lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces el traidor sintió remordimiento
y devolvió las treinta monedas de palta a los sumos sacerdotes y senadores
diciendo:
S.
"He pecado, he entregado a la muerte a un inocente".
C.
Pero ellos dijeron:
S.
"¿A nosotros qué? ¡Allá tú!"
C.
Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los
sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S.
"No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de
sangre".
C.
Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para
cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía "Campo de
Sangre". Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: "Y
tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la
tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me
lo había ordenado el Señor".
Jesús
fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S.
"¿Eres tú el rey de los judíos?"
C.
Jesús respondió:
+
"Tú lo dices".
C.
Y mientras la acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada.
Entonces Pilato le preguntó:
S.
"¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?"
C.
Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por
la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía
entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo
Pilato:
S.
"¿A quien queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman
Mesías?"
C.
Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en
el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S.
"No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con
él"
C.
Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran
el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S.
"¿A cuál de los dos queréis que os suelte?"
C.
Ellos dijeron:
S.
"A Barrabás".
C.
Pilato les preguntó:
S.
"¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?"
C.
Contestaron todos:
S.
"¡Que lo crucifiquen!"
C.
Pilato insistió:
S.
"Pues ¿qué mal ha hecho?"
C.
Pero ellos gritaban más fuerte:
S.
"¡Que lo crucifiquen!"
C.
Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un
tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:
S.
"Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!"
C.
Y el pueblo contestó:
S.
"¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
C.
Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotado, lo entregó para
que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al
pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le
pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la
ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante
él la rodilla, se burlaban de él diciendo:
S.
"¡Salve, rey de los judíos"!
C.
Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y
terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a
crucificar. Al salir, encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo
forzaron a que llevara la cruz.
C.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La
Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó, pero
no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a
suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un
letrero con la acusación: "Este es el Rey de los Judíos".
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. los
que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
S.
"Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti
mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
C.
Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también
diciendo:
S.
"A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que
baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo
quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?".
C.
Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde
el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región.
A media tarde, Jesús gritó:
+
"Elí, Elí, lamá sabaktaní"
C.
(Es decir:
+
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?")
C.
Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:
S.
"A Elías llama éste".
C.
Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y,
sujetándola en una caña, le dio de beber. los demás decían:
S.
"Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo".
C.
Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces
el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas
se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían
muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en
la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que
custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
S.
"Realmente éste era Hijo de Dios"
C.
Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido
a Jesús desde Galilea para atenderle; entre ellas, María Magdalena y María, la
madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
Al
anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también
discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato
mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en
una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una
roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María
Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
A
la mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron en grupo los
sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S.
"Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció:
"A los tres días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen el
sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el
cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La
última impostura sería peor que la primera. Pilato contestó:
S.
"Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como
sabéis".
C. Ellos fueron, sellaron la pierda y
con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El rostro de Jesús, al igual que el de muchos seres
humanos, se convierte en blanco de violencia, pero su rostro expresa la radicalidad del camino al que se
dirige. Jesús asume sobre sí toda la miseria humana, a sabiendas que como el
profeta Isaías, no quedará defraudado ni
avergonzado por Dios. Su decisión está en sintonía con la vida. En la sociedad
actual se promueven la competencia y la vanagloria de unos a costa de la
humillación de otros. Con Jesús sucede lo contrario. Él no humilla a otros,
sino a sí mismo, alcanzando, no sólo su exaltación, sino la de todos aquellos
que lo reconozcan como Señor. Él no busca su propia gloria, sino la del Padre.
El mismo Dios que con la encarnación se hace hombre para salvar a los seres
humanos, ahora se entrega a ellos, a los suyos, a los de su pueblo, quienes por
la presión de las autoridades religiosas, lo sentencian a muerte. Sin embargo
hoy lo contemplamos como Rey, como el “¡Bendito que viene en el nombre del
Señor!” que aviva la alabanza y el reconocimiento.
Los hechos de la pasión de Jesucristo provocan la
contemplación, pero no se trata de una contemplación piadosa, sino capaz de
conmover entrañablemente al ser humano. El Dios que ha hablado a su comunidad
ahora se queda sin palabras, porque su única palabra audible es el mensaje de
la cruz. Quien sea capaz de escucharla y abrirse a su poder curativo y
redentor, sabrá que no hay ninguna situación humana que el Dios encarnado, Dios
con nosotros, no conozca.
ORACIÓN
Señor que al
recordar la revelación de tu pasión se abran nuestros oídos para que como
comunidad escuchemos la palabra que se nos dirige, haciéndonos capaces de
generar vida y justicia en toda circunstancia. También para hacer del mensaje
de la cruz no tanto una devoción sino un compromiso como discípulos(as)
misioneros(as) en favor de los perseguidos y silenciados por causa de la
justicia. Amén.
“Dios nos alumbra con su amor,
para que lo reflejemos sobre
los demás como si fuéramos espejos al sol”
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