martes, 1 de abril de 2014

Martes 15 de Abril de 2014


“HISTORIA DE FIDELIDAD EN MEDIO DE

 LA INFIDELIDAD”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 49, 1-6

“TE HAGO LUZ DE LAS NACIONES”

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tu eres mi esclavo (Israel), de quien estoy orgulloso".
Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel,  tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza. Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel: te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
El segundo   canto del Siervo, gira alrededor de una verdad simple: Dios elige y  bendice más allá de toda lógica. Cuando se agotan las pequeñas certezas humanas, cuando nuestra manera de organizar la realidad no alcanza, entonces, aparece la certeza más fecunda de todas: Dios guía la historia y nos ha elegido para hacernos felices. Comprender como el profeta que el salario lo tiene Dios, nos lleva a alejarnos de las simplezas del presentismo,  en él todo vale únicamente por el aquí y el ahora, por la renta que puedo sacar de lo que haga en el momento en el que lo hago.  Este texto nos abre hacia el infinito, nos pone  frente a la claridad  de que no existe realidad alguna que escape de las manos de Dios y que cuando vivimos confiando en su amor, sabemos que hay para nosotros una promesa que se cumplirá aunque estemos atravesando por un desierto complicado.
SALMO RESPONSORIAL: 70
R. / Mi boca contará tu auxilio

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
Tú que eres justo, / líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú
Dios mío, líbrame de la mano perversa R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
Y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno, tú me sostenías. R

Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Encontramos aquí, como una especie de oración de un anciano abandonado, pero que no ha perdido la esperanza en el auxilio de Dios. La iglesia en su oración, en medio de la prueba,  la tribulación y las tinieblas recurre  a la memoria del pasado, expresa en el presente su fe y su confianza, y apoyada en la esperanza tiende la mirada hacia la luz esplendorosa de Cristo que nos muestra la consumación definitiva del Reino de Dios.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 13, 21-33. 36-38
“Les aseguro que uno de ustedes me entregará”
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?
Le contestó Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús anuncia la traición de Judas y la negación de Pedro. Y también podríamos añadir el abandono de sus discípulos. Estos acontecimientos se dan en el contexto de una cena pascual, fraternal, conmemorativa de la liberación de Israel. Pero más allá de la historia de los hechos, vamos a mirar el significado existencial de los mismos. La actitud de Judas revela una actitud de ambición de riqueza y de poder. Algunos estudiosos dicen que Judas estaría buscando la toma del poder y estaría convencido de que, entregando a Jesús, las masas se iban a alzar en rebelión, y los romanos y sus cómplices serían expulsados. Pero nada de eso pasó, pues las fuerzas ideológicas y represivas actuaron con mayor sagacidad. La actitud de Pedro revela el entusiasmo inicial del seguidor de Jesús que está dispuesto a todo, pero que, a la hora de afrontar las duras consecuencias del seguimiento, se confunde y retrocede.  Todos, de alguna manera, nos sentimos retratados en Judas o en Pedro. A veces somos capaces como Judas de vender hasta las personas, por alcanzar objetivos particulares; o, como Pedro, retroceder ante las dificultades cuando habíamos decidido llegar hasta las últimas consecuencias. Lo cierto es que la fidelidad y la radicalidad son valores muy costosos en el seguimiento de Jesús.

ORACIÓN
Gracias Señor, porque siendo tan inconscientes de tu propuesta de amor, nos has llamado para seguirte y servirte; a muchos nos rescataste de la fosa, liberándonos de nuestras opresiones y nos has dado  el lugar de tus discípulos y apóstoles. Por favor cúbrenos con tu sombra, con la fuerza del Espíritu Santo para no volver a caer y permanecer en tu llamado y seguimiento, así como permaneces en nosotros y nosotras. Amén.


“No importa que te amen o  critiquen, te respeten, te honren o  difamen, que te coronen o te crucifiquen; porque la mayor bendición que hay en la existencia es ser Tu mismo(a), en Dios”

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