“UNA
VIDA AL SERVICIO DE LOS DEMÁS ESTÁ AL SERVICIO DE DIOS”
PRIMERA
LECTURA
TITO 2, 1-8. 11-14
“Llevemos una vida religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la
aparición del Dios y Salvador nuestro, Jesucristo”
Querido hermano: Habla de lo que es conforme a la
sana doctrina.
Di a los ancianos que sean sobrios, serios y
prudentes; que estén robustos en la fe, en el amor y en la paciencia.
A las ancianas, lo mismo: que sean decentes en el
porte, que no sean chismosas ni se envicien con el vino, sino maestras en lo
bueno, de modo que inspiren buenas ideas a las jóvenes, enseñándoles a amar a
los maridos y a sus hijos, a ser moderadas y púdicas, a cuidar de la casa, a
ser bondadosas y sumisas a los maridos, para que no se desacredite la palabra
de Dios.
A los jóvenes, exhórtalos también a ser
prudentes, presentándote en todo como un modelo de buena conducta. En la
enseñanza sé íntegro y grave, con un hablar sensato e intachable, para que la
parte contraria se abochorne, no pudiendo criticarnos en nada.
Porque ha aparecido la gracia de Dios, que trae
la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a
los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y
religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran
Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para
rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a
las buenas obras.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Hoy estamos ante un texto precioso entre todos:
el gran himno a la humildad de Cristo, que
Pablo nos ofrece en su carta a los filipenses. En este texto se
entrelazan de modo misterioso, pero inseparable, el pecado, que engendra
violencia y termina humillando al inocente, y la caridad, que engendra donación
de sí mismo y termina volviéndose humildad sublime y también victoria
admirable. Humildad, nacida de la caridad, que transforma a la humillación,
nacida de la violencia, en fuente de gracia: este es el misterio que Pablo
canta con palabras inmortales. Quizá las recibe de alguna comunidad cristiana
de su tiempo.
La humillación se vuelve humildad. Es el amor
quien lo ha hecho posible. Estábamos acostumbrados a que de la humillación
nazca resentimiento, venganza, odio. Mas ahora nos volvemos a la Cruz de
Cristo, y encontramos una humillación sin odio, sin venganza y sin
resentimiento. Nuestra mente se confunde: ¿qué hay ahí? ¿Quién es ese que,
humillado, no odia ni promete vengarse? No tiene el rostro vacío de la locura
ni hay en su faz la inexpresividad propia del insensible. Sufre, no huye a la
insensibilidad o a la enajenación, y sin embargo, no odia. Abraza en su
silencio elocuente el misterio del mal que intenta aplastarlo. ¿Quién es? ¿Por
qué hace eso?
La Cruz de Cristo, o mejor: Cristo en la Cruz
revienta nuestros esquemas, desafía nuestra inteligencia, nos obliga a pensar
de nuevo nuestras certezas sobre lo que es obvio, lógico o esperable en el ser
humano. Cristo en la Cruz, es en primer lugar una inmensa pregunta, una
gigantesca pregunta: ¿por qué? ¿Por qué el destino del inocente ha de ser la
humillación? ¿Por qué el débil debe terminar triturado? ¿A quién sirve, a quién
honra esa especie de ley que suprime la compasión y ensalza la rapiña? Y, en
fin: ¿qué es más loco: padecer sin odio o lastimar sin razón?
SALMO
RESPONSORIAL: 36
R. / El
Señor es quien salva a los justos.
Confía
en el Señor y haz el bien,
habita
tu tierra y practica la lealtad;
sea
el Señor tu delicia,
y él
te dará lo que pide tu corazón. R.
El
Señor vela por los días de los buenos,
y su
herencia durará siempre.
El
Señor asegura los pasos del hombre,
se
complace en sus caminos. R.
Apártate
del mal y haz el bien,
y
siempre tendrás una casa;
pero
los justos poseen la tierra,
la
habitarán por siempre jamás. R.
LECTURA
DEL EVANGELIO
LUCAS
17, 7-10
“Somos
unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”
En aquel tiempo dijo el Señor: "Suponed que un criado vuestro
trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de
vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis:
"Prepárame la cena, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después
comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha
hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado,
decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que
hacer." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La religión
con frecuencia convierte la recompensa en una sutil y poderosa tentación. La
parábola que propone el evangelio contradice la lógica, que convierte la
recompensa en una reacción natural ante una acción aprobada. La búsqueda de
compensaciones esconde un peligro: el sentirse motivado sólo por estímulos
externos y no valorar la motivación interior propia, como motor de la acción.
Otro peligro es considerar más valiosa la gratificación que la acción. Pero en
la lógica cristiana la acción del servicio es valiosa en sí misma y el valor
agregado de esa acción es la gratuidad. Nada hay más valioso que lo que no
tiene precio y nada es más gratificante que lo que se hace sin esperar
recompensa. Esta lógica contradice la de la prosperidad, en la que se esperan
beneficios mayores, o al menos proporcionales,
a la acción emprendida. El servicio diligente y desinteresado es la respuesta
de la naciente comunidad cristiana frente a la liturgia oficial judía, que
cambiaba favores divinos por ofrendas en dinero, alimentos y animales para el
sacrificio. – Nosotros tenemos hoy el desafío de romper con la estrategia de la
cultura mercantilista, que programa nuestras reacciones para responder
únicamente al estímulo de la recompensa o de la gratificación.
ORACIÓN
Señor
ayúdanos a reflejar que te pertenecemos, que estamos a tu servicio, amando,
dando y entregando con desinterés y gratuidad, y que solo estamos cumpliendo lo
que nos has encomendado como tus discípulos(as). Muchos(as) necesitamos de esta
gracia y muchos(as) otros(as) lo viven y son ejemplo, gracias por ellos y
ellas. Amén
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