“CELEBRAMOS
CON ALEGRÍA EL REINADO DE DIOS
QUE NOS DA VIDA”
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Llegamos con este domingo al final del año
litúrgico. La conclusión es sencilla, y sirve de título para la solemnidad de
hoy: Cristo es el Rey.
Como los pocos reyes que quedan en nuestro tiempo
son casi sólo figuras decorativas, quizás nos cuesta descubrir el poder de esa expresión:
el Señor reina, Cristo es el Rey. Tal vez la manera más directa de reconocer el
poder evocador que aquí se esconde es tomar la frase de modo complementario, es
decir, mirando nuestro ser en cuanto súbditos de ese rey. Aunque son
equivalentes, las dos frases "Jesús es mi Señor" y "Yo soy
siervo de Cristo" tienen diverso poder en el corazón y en la mente.
Pero no se trata de un asunto personal y
devocional solamente, como podría sugerirlo una expresión en primera persona:
"Él es mi Señor." Cristo es Rey de todos, no sólo de los que admiten
su reinado. El nombre completo de esta fiesta es: Cristo Rey del Universo, o
sea, Cristo como rey de todo y de todos.
PRIMERA
LECTURA
DANIEL 7, 13-14
“Su
dominio es eterno y no pasa”
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo
como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le
dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo
respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin. Palabra de
Dios.
REFLEXIÓN
La liturgia solemne de este día de triunfo, celebración de Cristo
triunfador y Rey del universo; nos invita a levantar la mirada, a contemplar la
esperanza ofrecida por Dios, creer y abandonarnos por el crucificado, para
descubrir el honor y la gloria de Dios.
En este contexto el profeta Daniel nos hace partícipes de su visión
nocturna sobre un hijo de hombre que tiene en sus manos un poder eterno y un
reino que jamás será destruido. Al
llegar hoy al final del año litúrgico, la palabra de Dios ilumina nuestra vida
nos abre inmensos horizontes de salvación, nos asegura que la salvación, el
poder y el reino están en las manos del Señor.
Su poder eterno nos da la certeza de que, aunque tengamos que pasar por
la muerte, nuestro destino final será una vida compartida con aquel que tiene
la soberanía, la gloria y el reino adquiridos por amor en el madero de la cruz.
Salmo
responsorial: 92
R./ El Señor reina, vestido de majestad.
El
Señor reina, vestido de majestad,
el
Señor, vestido y ceñido de poder. R.
Así
está firme el orbe y no vacila.
Tu
trono está firme desde siempre,
y tú
eres eterno. R.
Tus
mandatos son fieles y seguros;
la
santidad es el adorno de tu casa,
Señor,
por días sin término. R.
SEGUNDA
LECTURA
APOCALIPSIS
1, 5-8
“El príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y
hecho sacerdotes de Dios”
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el
príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos amó, nos ha librado de
nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho
sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los
siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que
lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí.
Amén. Dice el Señor Dios: "Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que
era y el que viene, el Todopoderoso." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Esta segunda lectura del libro del Apocalipsis nos proclama el triunfo
de Jesucristo, que por amor nos purifico del pecado y nos ha constituido en un
reino de servidores para Dios su Padre. Es un canto o himno de todos los
redimidos, de aquellos que han lavado sus vestiduras en la sangre del
Cordero. Es la celebración del triunfo
definitivo del amor sobre el mal y la
muerte, sobre el mal, de la cruz que vence el pecado y de la vida que sepulta
definitivamente la muerte. Por eso levantemos hoy la mirada, miremos al que
viene triunfante, celebremos con el traspasado viviente la victoria definitiva
de la vida, de la gracia sobre el pecado.
LECTURA
DEL EVANGELIO
JUAN 18,
33b-37
“Tú
lo dices: soy Rey”
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: "¿Eres tú el rey de los
judíos?" Jesús le contestó: "¿Dices eso por tu cuenta o te lo han
dicho otros de mí?" Pilato replicó: "¿Acaso soy yo judío? Tu gente y
los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?" Jesús le
contestó:
"Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo,
mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi
reino no es de aquí." Pilato le dijo: "Conque, ¿tú eres rey?"
Jesús le contestó: "Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para
esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la
verdad escucha mi voz." Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Jesucristo, en la comunidad de Juan proclama su reinado delante de
Pilatos, pero es un reinado cuyo trono
por amor es la cruz, en el cual no se triunfa sobre los otros quitándole la
vida, sino, por el contrario dando la vida por ellos. El reino suyo no es de
aquí, es el de la verdad y la justicia, pertenecen a este Reino los que
escuchan su voz, la del revelador del Padre, la del enviado del Padre, la del
que da su vida por sus ovejas y por sus amigos.
Contemplemos hoy al que es amor, el camino la verdad y la vida y esta
crucificado. Siendo Él, la vida se entrega a la muerte, siendo Él, Dios, muere como uno de tantos
malhechores, pero resucita y sigue proporcionándonos vida.
Celebremos y proclamemos con honor hoy el triunfo de Cristo Rey.
Cristo Rey, porque su reino no es del mundo sino es el Reino de Dios. Porque
la misión de Cristo es la verdad. Porque el objetivo de Cristo es la liberación
integral de todos los hombres. Que hoy
Él siga siendo el Rey y Señor de nuestras vidas, el “norte y la brújula que
guía nuestros pasos.
ORACIÓN
Señor
al descubrir y contemplar que estas en el trono de la plenitud del amor, la
Cruz, ayúdanos a comprender y experimentar, que solo se puede reinar sirviendo
al otro, dando la vida y entregándose a la muerte por la vida de todos. Nos
gozamos, te alabamos y bendecimos por tu gran amor y porque sin merecerlo nos
revelas la esencia de tu ser y de lo que debemos ser y hacer. Amén.
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