jueves, 1 de marzo de 2012

Jueves 8 de Marzo de 2012

Jueves segunda semana de cuaresma


“MALDITO EL QUE CONFIA EN LA RIQUEZA Y DESCUIDA A SU HERMANO”



PRIMERA LECTURA
JEREMÍAS 17,5-10


“MALDITO QUIEN CONFÍA EN EL HOMBRE; BENDITO QUIEN CONFÍA EN EL SEÑOR”


Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones."

REFLEXIÓN
"¿Quién entenderá el corazón del hombre?". Es la pregunta que puede hacerse todo aquel que mire con atención las incoherencias y desgarrones íntimos de la vida propia o ajena.

El género humano se halla actualmente en una nueva era de su historia, caracterizada por rápidos y profundos cambios que progresivamente se extienden al mundo entero. Debidos a la inteligencia y a la actividad creadora del hombre, recaen luego sobre éste, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre su modo de pensar y obrar, tanto sobre los hombres como sobre las cosas.
Como sucede en toda crisis de crecimiento, esta transformación lleva consigo no leves dificultades. El hombre extiende en grandes proporciones su poderío, aunque no siempre logra someterlo a su servicio. Pero, cuando trata de penetrar en el conocimiento más íntimo de su propio espíritu, con frecuencia aparece aún más inseguro de sí mismo. Y, cuando progresivamente va descubriendo con mayor claridad las leyes de la vida social, permanece perplejo sobre la dirección que se le debe imprimir.

"Nunca el género humano tuvo a disposición suya tantas riquezas, tantas posibilidades y tanto poder económico. Sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre aún hambre y miseria, mientras inmensas multitudes no saben leer ni escribir. Nunca como hoy ha tenido el hombre sentido tan agudo de su libertad, mas al mismo tiempo surgen nuevas formas de esclavitud social y psíquica. Mientras el mundo siente tan clara su propia unidad y la mutua interdependencia de todos en una ineludible solidaridad, se ve, sin embargo, gravísimamente dividido en direcciones opuestas, a causa de fuerzas que luchan entre sí: de hecho, subsisten todavía muy graves las diferencias políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas; y ni siquiera ha desaparecido el peligro de una guerra que está llamada a aniquilarlo todo.
"Entre tan contradictorias situaciones, la mayoría de nuestros contemporáneos no llegan a conocer bien los valores perennes ni pueden armonizarlos con los nuevamente descubiertos. Por ello, con gran inquietud se preguntan, sufriendo entre la esperanza y la angustia, sobre la actual evolución del mundo. Esta evolución desafía a los hombres -más aún, les obliga- a dar una respuesta".

SALMO RESPONSORIAL: 1
R. /Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón / y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 16,19-31

“RECIBISTE TUS BIENES, Y LÁZARO MALES: POR ESO ENCUENTRA AQUÍ CONSUELO, MIENTRAS TÚ PADECES”


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""

REFLEXIÓN
El abismo entre ricos y pobres es cada vez más grande. Mientras un puñado de hombres, los más ricos y poderosos de la tierra, viven en la opulencia, millones de seres humanos se debaten entre el hambre y la miseria. Esta parábola de Jesús -el rico epulón y Lázaro- es quizá la más dura, profética y subversiva. Refleja la realidad de los tiempos de Jesús en que muchos terratenientes y aristócratas (herodianos y saduceos) de Jerusalén y de Palestina vivían y se enriquecían a costa de los campesinos, pescadores, pastores y labriegos, que cada vez eran más pobres a causa de las cargas de impuestos que, tanto el templo como el imperio romano, les imponían. En el proyecto de Jesús, el Reino, esta realidad es insostenible. La equidad, la justicia social, la solidaridad y la comunión de bienes son valores fundamentales que sostienen su proyecto. El rico, que se obstina en su poder y en sus riquezas, no puede “entrar en el Reino”, ya que ha hecho del dinero y del prestigio su propio reino, mantenido por la codicia, la ambición y el egoísmo. – Nuestros pueblos tendrán que seguir trabajando para que el proyecto de igualdad del Reino de Dios se haga realidad en la humanidad.


ORACIÓN
Buen Jesús, en mis manos está, porque tu gracia nunca me falta, elegir un tipo de vida que sea digna y noble, desprendido y solidario y no tercamente egoísta, opresor y manipulador. Lléname de la alegría de tu Espíritu para bendecir al otro con mi servicio. Que en tu amor sea hoy y siempre lo más importante para mi vida la persona humana y no la riqueza.

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