PRIMERA LECTURA
APOCALIPSIS 22, 1-7
“Ya no habrá más noche, porque el Señor
irradiará luz sobre ellos”
El ángel del Señor me mostró a mí,
Juan, el río de agua viva, luciente como el cristal, que salía del trono de
Dios y del Cordero. A mitad de la calle de la ciudad, a ambos lados del río,
crecía un árbol de la vida; da doce cosechas, una cada mes del año, y las hojas
del árbol sirven de medicina a las naciones. Allí no habrá ya nada maldito. En
la ciudad estarán el trono de Dios y el del Cordero, y sus siervos le prestarán
servicio, lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá
más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios
irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
Me dijo: "Estas palabras son
ciertas y verdaderas. El Señor Dios, que inspira a los profetas, ha enviado su
ángel para que mostrase a sus siervos lo que tiene que pasar muy pronto. Mira
que estoy para llegar. Dichoso quien hace caso del mensaje profético contenido
en este libro." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Con la liturgia de este día llegamos al final de la lectura de
Apocalipsis y de este año litúrgico. Mañana, primer domingo de adviento, se
inicia el siguiente año. Y el mensaje final es claro en medio de la compleja
red de símbolos de la primera lectura: grandes combates, grandes luchas, pero
un solo vencedor y una sola victoria: la del "pueblo de los elegidos del
Altísimo". El trono de Dios, el Cordero delante, vencedor, un río de agua
viva que brota del trono ( el Espíritu Santo) , el árbol de la vida que da doce
cosechas al año y cuyas hojas son medicinales. Allí no hay noche ni oscuridad,
todo es luz, y los salvados por Cristo gozarán de alegría perpetua y le
prestarán servicio, “y lo verán cara a cara”. Juan recibe la promesa de
que en la ciudad de Dios sus servidores le verán cara a cara y llevarán su
nombre en la frente, ya no habrá más noche porque Dios será su luz.
Así pues deben quedarnos claras las dos cosas: que hay combate y que hay
victoria. Como hay combate, debemos prepararnos; como hay victoria, deben estar
firmes nuestros corazones y no cejar en su empeño ni dejar de cantar las
alabanzas del Único que es grande y santo. Hoy también reconocemos que Dios es
grande. Deseamos entrar en su presencia y dar vítores a la roca que nos salva,
porque Él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía.
SALMO RESPONSORIAL: 94
R. / Maranatha! Ven, Señor Jesús.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos. R.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo contiene un canto de alabanza al Señor de la creación y de la
alianza. También una amonestación al pueblo para recordarle las exigencias de
la alianza. La nueva alianza sellada con la sangre de Cristo exige igualmente
una correspondencia generosa al amor de Dios.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 21, 34-36
“Estad siempre despiertos, para escapar de
todo lo que está por venir”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: "Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la
bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día;
porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad
siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir
y manteneros en pie ante el Hijo del hombre." Palabra del Señor.
Hoy termina, litúrgicamente hablando, el llamado «Tiempo Ordinario».
Lucas advierte sobre la necesidad de la vigilancia para no dejarse persuadir
por los ambientes contrarios a los valores evangélicos anunciados y
testimoniados por Jesús. “Vicio, embriaguez y preocupaciones de la vida” hacen
referencia a las cosas cotidianas que embotan la mente y que distraen de las
perspectivas del Reinado de Dios, valor supremo por excelencia. La oración
anima a la vigilancia. Pero no se trata de exagerar las cosas o de acudir a
fanatismos amenazantes y extremos para permanecer vigilantes. Una oración
serena, pausada, discernida, saboreada, es suficiente para responder
eficazmente a las exigencias de Jesús. Se trata de tener criterios evangélicos
para estar pendientes de lo que pasa en nuestro entorno. – En nuestro lenguaje
moderno, esta espera consiste en buscar en la Palabra los criterios para
discernir los acontecimientos, y buscar en ellos los designios de Dios. Es
bueno aprovechar este tiempo que se aproxima, para dar una mirada panorámica a
lo que sucede a nivel local, regional, nacional e internacional e interpretarlo
a la luz de la Palabra de Dios para asumir posturas coherentes con el evangelio
que profesamos. También es el tiempo oportuno para incentivar la vida de
oración personal, familiar y comunitaria.
ORACIÓN
Amado Dios ayúdanos por favor para no dejarnos distraer en el ir y venir
de la vida y de la sociedad, pues necesitamos estar muy atentos a tu presencia
en nuestro corazón, renovando en este tiempo nuestro llamado y entrega a ti y a
tu proyecto de amor. Si, Señor es tiempo de oración y reflexión. Oramos, damos
gracias y bendecimos la vida de Servando
González en su cumpleaños. Amén.
“Oración constante
para no extraviarnos seducidos por el facilismo y la apariencia”
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