miércoles, 1 de diciembre de 2021

Jueves 30 de Diciembre de 2021

 

 “JESÚS ES EL ROSTRO VISIBLE DEL AMOR DE DIOS”

 

PRIMERA LECTURA

1JUAN 2,12-17

 

“El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 

Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo.

Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN


La construcción del breve pasaje que hemos escuchado en la primera lectura de hoy no deja de tener su interés. El apóstol escribe pero no lanzando al vacío sus palabras. Tiene en mente a sus destinatarios; probablemente desfilan rostros concretos ante sus ojos mientras se esfuerza en dar el sentido propio a su mensaje. La redacción de cada "dedicatoria" es semejante: "Les escribo a ustedes... porque... " Y la razón es siempre una obra que Dios ha hecho. Algo interesante es que, aunque el apóstol mencione con nombres y características más o menos propias a los destinatarios del mensaje, en realidad no tiene palabras distintas para unos u otros. Los destinatarios son distintos pero el mensaje es el mismo. Quizá sea esta la clave: aunque cada uno necesita una razón particular para escuchar, no necesita escuchar un mensaje distinto, sino aquel que hace bien a todos, pues así es el Evangelio: único y sin embargo distinto en cada oído y cada corazón. O como la lluvia, que siendo única produce tan distintos frutos.

El apóstol Juan nos invita hoy también  a hacer una elección: pasar o permanecer.  Lo propio del mundo es la volatilidad. El mundo no es firme. Sus motores son, según san Juan, los apetitos desordenados, la codicia y el afán de riquezas; semejantes motores nunca descansan ni conceden verdadera saciedad, y por eso todo lo que aman lo desechan. Embarcarse en ese amor es someterse a no permanecer.  En Cristo, Dios nos ha mostrado un amor que permanece. Es este otro un amor que tiene puerto, porque tiene fuente y término. A medida que el cristiano bebe de esa fuente y a la vez alcanza el fin propio de su existencia experimenta descanso, acogida, firmeza.  La elección entonces es: ¿quieres ser juguete de los vientos o quieres encontrar ya tu lugar? El infierno es como divagar en el hastío de lo que no conduce a nada; el Cielo es llegar a tu lugar.

 

SALMO RESPONSORIAL: 95

R./ Alégrese el cielo, goce la tierra

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,

aclamad la gloria y el poder del Señor,

aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas,

postraos ante el Señor en el atrio sagrado,

tiemble en su presencia la tierra toda. R.

Decid a los pueblos: "El Señor es rey,

él afianzó el orbe, y no se moverá;

él gobierna a los pueblos rectamente." R.

 


OREMOS CON EL SALMO

Este salmo es un canto de los desterrados que, desde Babilonia, retornan a Israel, para gozar en ella de la libertad. También habla del triunfo final de Dios en el último día; y también de la vocación sacerdotal de todos los hijos e hijas de Dios, que consiste en invitar a los seres humanos a celebrar a Dios. Nuestro día no sólo debe cantar al Señor, sino ser también una invitación a las familias de los pueblos a que aclamen la gloria y el poder del Señor.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 2,36-40

 

“Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación”

 

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

 Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Ayer contemplamos al anciano Simeón. Hoy le corresponde el turno a una anciana, Ana, que tiene el carácter de profetiza. Ella anuncia la liberación para el pueblo personificada en la persona de Jesús. El evangelio de Lucas incorpora en los llamados relatos de infancia a varios ancianos con características proféticas o sacerdotales: Zacarías, Isabel, Simeón y Ana. ¿Cuál es la intención del evangelista? Es afirmar la esperanza del pequeño resto de Israel, de aquel pequeño grupo que seguía fiel a las promesas de Dios y esperaba el tiempo de la liberación del pueblo que debería inaugurar y realizar el Mesías prometido y esperado. A veces perdemos la esperanza fácilmente ante tantas dificultades que nos presenta la vida. Dios se nos oscurece en el horizonte de nuestra existencia. No vemos claro el camino a seguir y todo se nos presenta sospechosamente confuso. Se necesita tener un corazón como el de Zacarías, Isabel, Simeón y Ana para no perder la confianza y la esperanza en Dios. A veces la pérdida de valores éticos, morales, espirituales, sociales nos hunden en el profundo sin sentido. Entonces necesitamos una palabra como la de Ana para recuperar las ganas de seguir soñando y diseñando otro mundo distinto. 

ORACIÓN 

Ayúdanos, Buen Señor, finalizando este año a llenarnos de fortaleza y sabiduría, a ejemplo de tantas personas a tu servicio a lo largo de la historia, como Simeón y Ana, a interpretar los signos de los tiempos, a anunciarte en cada momento de nuestra vida, para servirte desde nuestra realidad con un corazón amoroso y misericordioso hacia los demás, entregando todas nuestras facultades y talentos al servicio del evangelio de la vida. Amén 

 

 

 “La vida de los que deciden, con su gracia, servir a Dios con toda su existencia, está cargada de sentido y significado”

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