martes, 1 de junio de 2021

Domingo 27 de Junio de 2021

 

 

“JESUCRISTO: UNA NUEVA FUERZA DE VIDA”

 

PRIMERA LECTURA

SABIDURÍA 1,13-15;2,23-24

 

“La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo”

 

Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

En esta primera lectura del libro del Sabiduría se nos invita a contemplar la palabra de Dios,  como fuente creadora y en ella   encontrar el alimento de nuestra fe. La acción creadora y salvadora de Dios con la humanidad, despierta expresiones de admiración y de reconocimiento. Dios creó al hombre bueno en esencia. El está llamado para la vida, pero también la muerte, entro en Él por el pecado infundido por el enemigo. A lo largo de la historia el acecho del mal  sobre el ser humano siempre le ha obstaculizado ese camino de perfección al que un día fue destinado.  

   

SALMO RESPONSORIAL: 29

R./Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, sacaste mi vida del abismo,

me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

 

Tañed para el Señor, fieles suyos,

dad gracias a su nombre santo;

su cólera dura un instante;

su bondad, de por vida;

al atardecer nos visita el llanto;

por la mañana, el júbilo. R.

 

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;

Señor, socórreme.

Cambiaste mi luto en danzas.

Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo es un canto de acción de gracias después de una enfermedad grave. El salmista nos muestra que estuvo en grave peligro de muerte; pero luego en respuesta a su plegaria, Dios le dio una prueba evidente de su misericordia, haciendo que su dolor se convirtiera en alegría. La alegría que experimentamos después de un grave peligro nos permite sentir más vivamente la fuerza de la nueva vida de Cristo resucitado.

 

 

SEGUNDA LECTURA

2CORINTIOS 8,7.9.13-15

 

“Vuestra abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres”

 

Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: "Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba." Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

En esta segunda lectura a los corintios, Pablo invita a la comunidad a una mayor generosidad y solidaridad con quien está sufriendo necesidad. Esta situación la estaban padeciendo algunos en la comunidad de Corinto, tal vez como se ve hoy en muchos casos: mientras unos no tenían lo suficiente, otros tenían de sobra y desperdiciaban; y eso se refiere no solamente a lo económico, sino al mismo crecimiento emocional y espiritual de la comunidad. Por eso el énfasis en la invitación del apóstol a compartir y ser generosos con  todos los bienes tanto materiales como espirituales, a ejemplo de Cristo que  “siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza y hacer un mundo más igualitario donde la abundancia de unos remedie la carencia de otros, y brote la igualdad.”.

Un verdadero milagro que está en nuestras manos realizar para devolver la vida a cuantos carecen de las mínimas condiciones de vida, para hacer de nuevo el milagro del maná por el que Dios impedía que unos acumulasen lo que era necesario para otros: “al que recogía mucho no le sobraba y al que recogía poco no le faltaba” (Ex 16,18). Un mundo de iguales, un mundo regido por un Dios que, como dice el libro de la Sabiduría, “no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera.. Dios creó al ser humano para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser”... Por eso como  hermanos cristianos siempre hemos  de buscar, la justicia, solidaridad y equidad.

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 5,21-43

 

“Contigo hablo, niña, levántate”

 

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente y preguntas "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."

Todavía estaba hablando, cuando] llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y dijo: "Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN

En el evangelio vemos que Jairo viene de vuelta de la sinagoga. A pesar de ser jefe de esa institución no ha encontrado en ella la salvación para su hija; el judaísmo, representado por la institución más importante después del templo, no conduce a la vida; la hija de Jairo, imagen del pueblo, está abocada a una muerte irremediable.

Por eso Jairo, tal vez desesperado y desilusionado con aquel viejo sistema, acude a Jesús, buscando vida para su hija. Y estando con él se entera de que su hija ha muerto: ¿Para qué molestar más al maestro?, le dicen. La gente piensa que se molesta al maestro pidiéndole que dé vida. No saben que “él ha venido para que tengan vida y vida abundante”, como dice el evangelista Juan. Jesús, en estas circunstancias extremas, no se intimida: “No temas, ten fe y basta...”. Lo dice Jesús para quien cree la muerte es un sueño del que se puede despertar.

Los primeros cristianos lo entendieron así cuando comenzaron a llamar a la necrópolis (= ciudad de los muertos), cementerio (= dormitorio). No lo ve así la gente, que, al enterarse de la muerte de la hija de Jairo, lloraba gritando sin parar –gesto de desesperanza total-, y que, cuando Jesús dice que la niña “no está muerta, sino dormida”, se ríe de él, considerando la situación irreversible. Ante la incredulidad no hay nada que hacer. Por eso, Jesús echa fuera a la gente – para quien no cree, la muerte es el final- y entra a donde está la niña con sus padres, junto con tres de sus discípulos.

Curiosamente, esos tres mismos discípulos están presentes también en la transfiguración y en el Huerto, y en ambas escenas se duermen. Este sueño es todo un símbolo. En la Transfiguración, Jesús habla con Moisés y Elías de su éxodo  –esto es, de su paso de la muerte a la vida-; en el Huerto, Jesús pide a Dios fuerzas para aceptar el camino que le lleva a la muerte, como paso para la vida definitiva. Pedro, Santiago y Juan no tienen interés en aceptar este camino del maestro hacia la muerte, porque –al igual que los judíos- no creen que sea un paso hacia la vida definitiva. Tal vez, por esto, para que aprendan que Jesús es la imagen de un Dios que da vida, Jesús se los lleva consigo.

Se asemeja a veces la sinagoga, de la que Jairo es jefe, a nuestra vieja iglesia y a algunos de sus jefes, que no son capaces de sanar los males del mundo por estar centrados en mantener unas estructuras que no dan vida. Al igual que Jairo, nuestra iglesia, si quiere seguir siendo la iglesia de Jesús, tendrá que salir al encuentro del Maestro, rompiendo viejas estructuras que la mantienen cerrada al mundo. Y en ese encuentro  con Jesús y su evangelio, oirá las mismas palabras que Jesús le dirigió a Jairo: “No temas, ten fe y basta”

Tal vez sea este el mal de nuestra iglesia, de nuestras comunidades, de nosotros mismos:  demasiado miedo y poca fe, y este miedo a perder seguridades, prestigio y poder  impide lanzarse a la aventura de remediar los males de un mundo abocado a la muerte; tal vez tenga que adherirse más al mensaje de Jesús y a su estilo de vida pobre, libre, solidario y entregado a los que viven en las márgenes del mundo. Sólo así se podrá devolver la vida a tantos muertos en vida, a tantos que gritan llorando sin parar, a tantos excluidos, lamentándose de que no es posible luchar contra este injusto sistema mundano que margina a tanta gente, llevándola a desesperanza y a las puertas de la muerte. Solo en Cristo somos sanados, liberados y volveremos a la vida.

 ORACIÓN

Señor, queremos salir a tu encuentro, y que nada y nadie nos quite la certeza de que basta que tengamos fe y veremos más allá de lo que nuestro ojos pueden ver. Que tu paso por nuestras vidas nos lleve a reconocer tu acción sanadora y liberadora, así seremos hombres y mujeres que desde la libertad se acojan a tu bondad y misericordia.  Amén.

 

“Más allá de lo que haya sucedido en nuestra vida Jesucristo sigue viendo la realidad y la verdad de lo que somos y es capaz de levantarnos, es capaz de resucitarnos”


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