martes, 1 de junio de 2021

Domingo 06 de Junio 2021

 

Cuerpo y Sangre de Cristo

 

CUERPO Y SANGRE DE JESUCRISTO PRUEBA DE AMOR”

 

 PRIMERA LECTURA

ÉXODO 24,3-8

 

“Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros”

 

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: "Haremos todo lo que dice el Señor." Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: "Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos." Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: "Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos." Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Hoy celebramos en la vida de fe de nuestra Iglesia, la fiesta de la Eucaristía, es decir del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiesta que tiene su origen en la Pascua de Jesús con sus discípulos(as), el Jueves Santo. En el pueblo de Dios,  como lo vemos en el texto de la primera lectura, que ha sido liberado de la esclavitud de Egipto, y que ahora camina guiado por Moisés en el desierto, en búsqueda de la tierra prometida. En esa travesía la comunidad o pueblo elegido de Dios, empieza a hacer conciencia después de haber experimentado al Dios Bueno que los alimenta en su peregrinar difícil por este desierto. Experimentan de la misma manera su pequeñez y debilidad. Por eso acuden a Dios con un sentimiento y pensamiento, que para la cultura de esa época por muchos pueblos  era muy común: ofrecer sacrificios en señal de gratitud a su Dios.  En el pueblo de Israel se llegaron a dar en concreto 3 clases de sacrificios: 1. El Holocausto: la víctima era un cordero, ofrecido por el sacerdote en intercesión con el pueblo, derramando la sangre sobre el altar y luego quemando totalmente a la víctima, como ofrenda que se consume en honor de la divinidad. 2. El segundo es una forma de comunión o señal de amistad. Los  que han ofrecido a Dios una víctima quieren entregarle la mejor parte de la víctima (cordero), luego comparten en familia o comunidad  gozosos el resto del animal, como signo de la ofrenda y vida compartida. 3. La tercera forma de sacrificio es la expiación, intercesión por los pecados cometidos y petición a Dios para que bendiga su pueblo. La víctima es ofrecida a Dios en acción de gracias por su misericordia y bondad, y a cambio se recibe de Él el perdón y su favor.

 

  SALMO RESPONSORIAL: 115

R./Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

 

¿Cómo pagaré al Señor

todo el bien que me ha hecho?

Alzaré la copa de la salvación,

invocando su nombre. R.

 

Mucho le cuesta al Señor

la muerte de sus fieles.

Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;

rompiste mis cadenas. R.

 

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,

invocando tu nombre, Señor.

Cumpliré al Señor mis votos

en presencia de todo el pueblo. R.

 

ORAMOS CON EL SALMO

Alguien que ha experimentado la protección divina en una grave aflicción da gracias al Señor por su bondad y proclama ante la comunidad los beneficios recibidos de Dios. Nuestra Eucaristía es la acción de gracias de la comunidad por los beneficios recibidos mediante Cristo y así repite con el salmista: “Alzaré la copa de la salvación invocando su nombre”

 

   

SEGUNDA LECTURA

HEBREOS 9,11-15

 

“La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia”

 

Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

El autor a la carta a los Hebreos en esta segunda lectura, describe otra dimensión de la alianza o sacrificio ofrecido a Dios. Si en la primera lectura la sangre del Cordero se esparcía en el altar y era capaz de conferir la pureza  y reconciliación, en un rito que se mantenía en lo exterior, ahora la Sangre de Cristo tiene más y todo el poder reconciliador, transformador, liberados y sanador; no es un sacrificio como en la antigüedad según la ley antigua que se basaba en lo externo, sino que su Sangre derrama purifica internamente, es decir, limpia nuestra conciencia de toda contaminación, capacitándonos para que libres en el amor, ofrezcamos en verdadero culto a Dios, por la fuerza de su Espíritu Santo.

Es el sacrificio de Cristo hecho en la cruz una vez y para siempre, para limpiar nuestras vidas de las obras que conducen a la muerte eterna y disponernos al servicio de Dios y Reino. La copa entregada en la Cena Pascual nos remite a Jesús, como Sumo y Eterno Sacerdote, que entregando la vida en la cruz, (Cuerpo y Sangre)  se ofrece como el verdadero, único  y perfecto sacrificio por los pecados del mundo.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 14,12-16.22-26

 

“Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre”

 

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?" Él envió a dos discípulos, diciéndoles: "Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena." Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: "Tomad, esto es mi cuerpo." Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios." Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

La comunidad de Marcos celebrando su propia Pascua, nos recuerda el gesto de entrega apasionada y generosa que Jesús hace de su existencia; como signo del verdadero amor en la Ultima Cena. En esta comunión (amistad) con ese grupo de mujeres y hombres, que han hecho escuela con Él y que se preparan para el momento definitivo. El Cuerpo y Sangre sellan una nueva y definitiva alianza, en la que ya no se ofrece beneficio animal, sino que desde el amor se ofrece la propia existencia como testimonio de un nuevo orden, de un mundo totalmente distinto y cercano en la que la vida alcanza su sentido pleno. Así el cuerpo de Jesús y  sangre derramada, supera  todo sentimiento y tradición religiosa, es decir  no se queda simplemente en actos exteriores vacíos, sino que se convierte en toda una experiencia interior y espiritual.  El signo o la muestra del verdadero amor, es Jesucristo, padeciendo, sufriendo, derramando su sangre y muriendo en su cuerpo en la cruz.  Desde el cuerpo físico de Jesús entregado por amor a todos, surgiría hoy y siempre una pregunta: ¿Hacemos de nuestro cuerpo y vida un signo de encuentro para entrar en comunión  con Dios y con los otros?.

 

 Por otra parte miremos como se ha hecho en ocasiones una mala interpretación de las palabras de Jesús donde  ha identificado el pan con su cuerpo y el vino con su sangre, llegándose a hablar del milagro de la «transustanciación o conversión del pan en el cuerpo y del vino en la sangre de Cristo». Los teólogos, han tenido dificultades para explicar este misterio. El significado de aquellas palabras es bien diferente: «En la cena, Jesús ofrece el pan («tomad) y explica que es su cuerpo. En la cultura judía «cuerpo» (en griego soma) significaba la persona en cuanto identidad, presencia y actividad; en consecuencia, al invitar a tomar el pan/cuerpo, invita Jesús a asimilarse a él, a aceptar su persona y actividad histórica como norma de vida; él mismo da la fuerza para ello, al hacer pan/alimento. El efecto que produce el pan en la vida humana es el que produce Jesús en sus discípulos. El evangelista no indica que los discípulos coman el pan, pues todavía no se han asimilado a Jesús, no han digerido su forma de ser y de vivir, haciéndola vida de sus vidas. Al contrario que el pan, Jesús da la copa sin decir nada y, en cambio, se afirma explícitamente que «todos bebieron de ella». Después de darla a beber, Jesús dice que «ésa es la sangre de la alianza que se derrama por todos». «Beber de la copa» significa, por tanto, aceptar la muerte de Jesús y comprometerse, como él, a no desistir de la actividad salvadora (representada por el pan) por temor ni siquiera a la muerte. «Comer el pan» y «beber la copa» son actos inseparables; es decir, que no se puede aceptar la vida de Jesús sin aceptar su entrega hasta el fin, y que el compromiso de quien sigue a Jesús incluye una entrega como la suya. Éste es el verdadero significado de la eucaristía.

 

Hoy en esta  fiesta que celebramos hoy nos debería quedar claro que la “Verdadera Eucaristía, es Dios que por amor se nos da como alimento, pero que necesariamente  nos hace a  todos los que compartimos su cuerpo alimento de vida, amor, reconciliación, servicio, justicia y equidad en nuestra relación con todos nuestros hermanos.

 

Oremos hoy en la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo con el poema escrito por el Obispo Pedro Casaldágila y que el Señor nos ayude a entender y vivir el verdadero sentido de la Eucaristía:

 

Mi cuerpo es verdadera comida

 

Mis manos, esas manos y Tus manos

hacemos este Gesto, compartida

la mesa y el destino, como hermanos.

Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.

 

Unidos en el pan los muchos granos,

iremos aprendiendo a ser la unida

Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.

Comiéndote sabremos ser comida,

 

El vino de sus venas nos provoca.

El pan que ellos no tienen nos convoca

a ser Contigo el pan de cada día.

 

Llamados por la luz de Tu memoria,

marchamos hacia el Reino haciendo Historia,

fraterna y subversiva Eucaristía.

 

            (Monseñor Pedro Casaldáliga)

 

 ORACIÓN

Amado Señor Jesucristo, conmemoramos la muestra más grande del amor tuyo y de nuestro Padre Dios, te rogamos que tu Espíritu Santo nos ayude a crecer en mostrar el gran sentido que tiene para el mundo tu entrega por nuestra liberación. Tomamos tu Cuerpo y Sangre divinos, no como un rito y costumbre, sino desde el corazón, con el anhelo que nos alimente nuestro proceso de conversión y comprensión de lo que deseas que sintamos, pensemos y hagamos como hombres y mujeres redimidos por ti. Amén

 

“Vivir el significado de la Eucaristía, nos hace verdadera comunidad de hermanos en el Espíritu Santo”

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