miércoles, 1 de enero de 2020

Lunes 06 de Enero de 2020


“DISCERNIR EN NUESTRA REALIDAD LA PRESENCIA DEL REINO DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
1JUAN 3,22-4,6

“Examinad si los espíritus vienen de Dios”

Queridos hermanos: Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Queridos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Es sumamente valiosa por esto la síntesis que nos ofrece este capítulo tercero de la primera carta de Juan: "éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros" (1 Jn 3,23). Esta es la vida cristiana: creer y amar. ¿En dónde se encuentran el creer y el amar? En Jesucristo. Creemos que su misterio no es una fábula, porque sucedió, Jesús se hizo hombre,  en una historia como nosotros y como nuestra historia. Amamos, porque nuestra existencia como la suya sólo puede ser espejo de la vida nueva que hemos recibido y que proviene de él, de su carne misma.
SALMO RESPONSORIAL: 2
R. / Te daré en herencia las naciones.

Voy a proclamar el decreto del Señor;
el me ha dicho:
"Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra." R.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 4,12-17.23-25

“Está cerca el reino de los cielos”
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló."
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El ministerio profético de Jesús de Nazaret comienza después del arresto de Juan el Bautista. La tarea de Jesús es proclamar con su palabra, y con el testimonio de su vida, la llegada inminente del Reinado o soberanía de Dios en el mundo. Esta novedad, de la que habla Jesús, tiene que expresarse en dimensiones horizontales: la vida de todos los hombres y mujeres; y de igual manera en dimensiones verticales: en una buena y sana relación con Dios.
No se puede experimentar la conversión al Reino de Dios de espalda a la vida de la gente con quienes compartimos esta historia. Tal como nos lo recuerda la teología de la liberación: no podemos seguir proclamando un Reino sin Dios; tampoco un Dios sin Reino. Esto significa que la experiencia de Dios ha de reflejarse en la manera como vivimos y en el cómo estamos trabajando para transformar la historia y, toda transformación de la historia no puede prescindir de una experiencia vital y profunda del Dios liberador que nos reveló Jesús. Que durante todo este año nuestra experiencia de fe se manifieste en la vida y que en nuestra vida reflejemos el rostro del Dios bondadoso, Padre de Jesús.

ORACIÓN


Señor Jesús, hoy queremos dejar que nuestro corazón sea el lugar sagrado de encuentro entre tu amor que nos busca en las tinieblas de nuestro pecado, desesperación y angustia, y los temores y dudas que no permiten confiar plenamente en tu misericordia, para descubrir que Tú no eres un verdugo que nos castiga, sino nuestro Padre que nos ama y nos levanta para que vivamos en libertad. Regálanos tú Espíritu para discernir tu presencia y tu Reino en medio de nuestra realidad. Amén.  

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