miércoles, 1 de enero de 2020

Viernes 10 de Enero de 2020


“TESTIGOS FIELES DEL AMOR REDENTOR DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
1ª JUAN 5,5-13


“La gloria del Señor amanece sobre tí”


Queridos hermanos: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo.

Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.  Palabra del Señor.


REFLEXIÓN
La comunidad de Juan nos motiva a creer y crecer en la fe en Jesucristo, el enviado y testigo del Padre, la fe según Juan se traduce en vida. Esa es la gran afirmación de la primera lectura de hoy nuestra fe puesta no en algo “sino en alguien: Jesucristo el Señor es la que nos hace fuertes frente a las amenazas del mundo: el sufrimiento, las dificultades, las persecuciones, la enfermedad y el miedo…… El abandono confiado en el Señor y su proyecto de vida nos mantiene despiertos, con capacidad de lucha de superación hacia el futuro. La fe cristiana es confianza plena en el Dios que hace posible lo que parece imposible, que cumple sus promesas a veces por caminos desconocidos para nosotros.
Para la comunidad de Juan, el testimonio que Dios da acerca de Jesús su hijo es triple: el Espíritu, el agua y la sangre. El Espíritu desciende sobre Jesús en el Jordán el día de su bautismo, donde el Padre lo declara como su Hijo y lo capacita para su misión mesiánica. Y, al morir en la cruz, de su costado herido brota “sangre y agua”, como signos de salvación y santificación para su Iglesia lo cual atestigua el mismo Espíritu.
Por lo tanto, todo aquel que opta libremente por Jesucristo, aceptándolo en su corazón como Señor y salvador y siendo bautizado en su nombre, asume su redención y acepta convertirse en Templo vivo del Espíritu Santo.


SALMO RESPONSORIAL: 147
R: / Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 5, 12-16
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: "Señor, si quieres puedes limpiarme." Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: "Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste."
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El relato que leemos hoy está íntimamente conectado con el discurso inaugural de la misión de Jesús, leído en el día de ayer; pues la curación del leproso es un signo que confirma la solidaridad y la misericordia que tiene Jesús para con los pobres, siendo éstos los destinatarios primeros de su misión. El leproso que se le presenta a Jesús es un hombre excluido a nivel religioso, ya que la lepra, en el Antiguo Testamento, era considerada como un castigo de Dios (Lv.13,46); asimismo, es un excluido a nivel social, pues por ser un hombre impuro, ninguna persona podía entrar en contacto con él. Jesús rompe con esta comprensión religiosa y social al entrar en contacto directo con la persona; es decir, al iniciar un diálogo profundo con el leproso, en el que Jesús se da cuenta de su padecimiento y de su fe. La tradición evangélica recuerda varios casos de curaciones de leprosos. Sin negar la realidad de un trasfondo histórico, podemos suponer que la insistencia sobre el tema se debe al hecho de que el judaísmo consideraba estas curaciones como uno de los signos de la llegada de los tiempos mesiánicos. La curación ofrece un orden típico: a la súplica del enfermo responde Jesús: Quiero, queda limpio (5,13). Evidentemente hay un milagro externo, sin embargo el centro del relato no se encuentra en la narración del hecho, sino en las palabras finales: “Ve a presentarte al sacerdote…” (5,14). El leproso se hallaba excluido del pueblo de Israel, era un manchado y no podía tomar parte en la liturgia de la oración, en la alegría de las fiestas.

El milagro entonces consiste en reincorporar al leproso a la comunidad, devolviéndole así su dignidad como persona y como hijo predilecto de Dios. La sanación es una respuesta eficaz por parte de Jesús a la fe del leproso.

ORACIÓN

Permítenos Señor, iniciar en Ti este día, que con tu bendita Palabra Tú seas la luz que guía nuestros pasos, la fuerza que le da ardor y pasión a nuestros corazones, el sentido de todo cuanto realizamos; la certeza de nuestras decisiones, la alegría de nuestra vida. Que esta Palabra sea hoy vida en nuestras vidas y que podamos llevarla como testimonio de tu amor a muchos que no la conocen. Desde ya, Señor Jesús, gracias por todo lo que nos vas a regalar en este día y en este nuevo año, por estar siempre con nosotros; bendice a todos los que amamos y, especialmente a los que no les tenemos mucho afecto, estamos alejados, y a todos los que se han declarado nuestros enemigos. Amén.        

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mensaje o Intercesión por: