“NO TENGAS MIEDO,
CRISTO ES LA LUZ”
PRIMERA
LECTURA
1TESALONICENSES 5,1-6.9-11
“Murió por nosotros
para que vivamos con él”
En lo referente al
tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis
perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando
estén diciendo: "Paz y seguridad", entonces, de improviso, les
sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no
podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese
día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos
del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos
como los demás, sino estemos vigilantes y despejados. Porque Dios no nos ha
destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor
Jesucristo; él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con
él. Por eso, animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo
hacéis. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Un gran predicador, el P. Tomas Forrest, ha escrito una hermosa
reflexión sobre el contraste y la lucha entre la luz y las tinieblas, entre el
espíritu de Jesús y el espíritu del engaño de lo cual nos hablan las lecturas
hoy, y meditaremos aquí: Hay muchísima gente, por
millones, que se pasan la vida entera en la oscuridad. ¿Por qué? Porque viven
sin la Luz que vino al mundo hace 20 siglos, aquella Luz que se llama
Jesucristo. No me refiero a lugares como
África o China, donde la tradición cristiana ha sido muy débil; me refiero al
Occidente, a países de Europa y del Continente Americano, en los que pareciera
irse apagando la luz de Jesucristo. En los Estados Unidos y en Irlanda, se puede demostrar estadísticamente que las
personas que van a la iglesia a ofrecerle a Dios al menos una de las 168 horas
que Él nos da en la semana son relativamente pocas. Es hora de reconocer este
hecho porque nosotros tenemos la tarea de volver a encender la luz. Es preciso
actuar para que la luz de Cristo vuelva a brillar con todo su esplendor en el
corazón de los seres humanos. ¿Pero por dónde hemos de empezar?... Por nosotros
mismos.
Vivir en la oscuridad espiritual es mucho peor que vivir sin luz
física. Sin la luz de Cristo, quedamos desamparados, sin la luz de Cristo, no
podemos avanzar ni crecer en la santidad que Dios ha previsto para todos; sin
la luz de Cristo quedamos espiritualmente paralizados. Cuando falta la luz de
Cristo, no tenemos semáforos para dirigir las acciones. No hay luz roja que nos
diga "pare" cuando surgen las pasiones egoístas, las emociones
negativas y el afán individualista. Tampoco hay luz verde que nos diga "siga
adelante" para realizar las buenas obras que Dios creó y dispuso para sus
hijos. No tenemos luz roja que ponga atajo al mal, pero tampoco luz verde que
nos dé la pasada para hacer el bien y dar fruto en abundancia. Cuando las
personas no están iluminadas por la luz de Cristo, se encuentran envueltas en
las densas tinieblas del egocentrismo y el egoísmo. Que el Señor nos ayude a
vivir en su luz y llevarla a todos los que nos rodean.
SALMO RESPONSORIAL: 26
R./ Espero gozar de
la dicha del Señor en el país de la vida.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor
es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré: habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
OREMOS CON EL SALMO
En
este salmo, la presencia de Dios en el templo es fuente de atracción constante
y de alegría confiada, La presencia de Dios entre los seres humanos se hace
definitiva a través de su hijo Jesucristo, quien es luz que ilumina a todos y
todas. Él puso su morada entre nosotros y nosotras para hacernos partícipes de
su vida.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 4,31-37
“Sé quién eres: el
Santo de Dios”
En aquel tiempo, Jesús
bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se
quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la
sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces:
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con
nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios." Jesús le intimó: "¡Cierra
la boca y sal!" El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente,
pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: "¿Qué tiene su
palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y
salen." Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Lucas inmediatamente
nos presenta a Jesús realizando el Reino con sus palabras y acciones
íntimamente unidas. Esta forma de vivir es la fórmula de la felicidad y la
sinceridad pues se es coherente en lo que se dice y hace. Por esto Jesús
“hablaba con autoridad” pues su enseñanza iba acompañada de acciones concretas.
Jesús es llamado por el demonio “el Consagrado de Dios” lo que nos revela no es
otra cosa que su dedicación exclusiva al reino de Dios y su obediencia
inquebrantable a la voluntad del Padre. También nosotros somos consagrados por
nuestro compromiso como hijos de Dios y aquí nos viene entonces el
cuestionamiento: ¿Vivimos como hombres y mujeres dedicados a la propagación del
reino? ¿Somos coherentes con nuestra vida cristiana en el día a día? Sabemos
unir lo que pensamos, decimos y hacemos o hemos perdido la fuerza de nuestra
palabra al no poder tener autoridad pues nuestras acciones distan mucho de lo
que pensamos y hablamos. Une tus palabras y obras con alegría.
ORACIÓN
Gracias,
Padre Dios, porque hoy de nuevo podemos escuchar tu Palabra, que es siempre
nueva, que nos infunde de tu vida, que nos da seguridad en medio de nuestros
miedos y guía nuestro camino con su luz. Ayúdanos, desde tu Palabra como fuerza
a descubrirte vivo y resucitado en todos nuestros hermanos y que no nos dejemos
llevar por las apariencias. Amén
“El
poder renovador la Palabra de Dios,
diariamente nos comunica su amor y nos libera”
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