martes, 1 de agosto de 2017

Martes 08 de Agosto de 2017


“¿SOMOS GUÍAS CIEGOS?”


PRIMERA LECTURA
NÚMEROS 12,1-13

“Moisés no es como los otros profetas; ¿cómo os habéis atrevido a hablar contra él?”

En aquellos días, María y Aarón hablaron contra Moisés, a causa de la mujer cusita que había tomado por esposa. Dijeron: "¿Ha hablado el Señor sólo a Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?" El Señor lo oyó. Moisés era el hombre más sufrido del mundo. El Señor habló de repente a Moisés, Aarón y María: "Salid los tres hacia la tienda del encuentro." Y los tres salieron. El Señor bajó en la columna de nube y se colocó a la entrada de la tienda, y llamó a Aarón y María. Ellos se adelantaron, y el Señor les dijo: "Escuchad mis palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta del Señor, me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños; no así a mi siervo Moisés, el más fiel de todos mis siervos. A él le hablo cara a cara; en presencia y no adivinando contempla la figura del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?"
La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó. Al apartarse la nube de la tienda, María tenía toda la piel descolorida, como nieve. Aarón se volvió y la vio con toda la piel descolorida. Entonces Aarón dijo a Moisés: "Perdón, Señor; no me exijas cuentas del pecado que hemos cometido insensatamente. No la dejes a María como un aborto que sale del vientre, con la mitad de la carne comida. Moisés suplicó al Señor: "Por favor, cúrala." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Parecería lo más lógico que cuando Dios suscita a un líder para bien de todos, todos lo acojan y vean en él un regalo que la Providencia les concede. Pero el mundo de los humanos no está hecho de manera lógica, y por eso lo más común no es lo más lógico ni lo más frecuente. Hoy tenemos en la primera lectura una escena bochornosa de envidias de familia.
El pecado ocupa mucho espacio en la Biblia, precisamente porque toda la revelación bíblica es un relato estupendo de cómo el pecado no tiene la última palabra. Pero lo que aparece en primer lugar es cómo el pecado trae consecuencias y cómo esas consecuencias recaen sobre el mismo pecador, como le sucedió a María, celosa del puesto de privilegio de su hermano Moisés en los planes de Dios. Pero luego vemos viene el arrepentimiento. El que siente que se ha equivocado,  se aterra, se asusta, pero ese disgusto es bueno en la medida en que invita a la conversión y mueve a pedir ayuda, como hemos visto también en el relato de hoy. Y así, una historia de pecado no es una historia de fracaso sino, en último término, una preciosa historia de gracia.
SALMO RESPONSORIAL: 50
R./ Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo, es designado tradicionalmente con el nombre de Miserere, es la súplica penitencial por excelencia. El salmista es consciente de su profunda miseria y experimenta la necesidad de una total transformación interior, para no dejarse arrastrar por su tendencia al pecado. Por eso, además de reconocer sus faltas y de implorar el perdón divino, suplica al Señor que lo renueve íntegramente, “creando” en su interior “un corazón puro”.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 14,22-36

“Mándame ir hacia ti andando sobre el agua”
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: "¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!" Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua." Él le dijo: "Ven." Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, sálvame." En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?" En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios." Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Este evangelio es una secuencia de la multiplicación y reparto de los panes y los peces. Jesús prefiere irse a la montaña a orar porque quisieron hacerle rey. Los apóstoles están en esa misma lógica de aprovechar el momento exitoso de Jesús, capaz de proporcionar comida al pueblo hambriento y aprovechar para conseguir alguna cuota de poder en ese mesianismo de ambiciones políticas que llevan en la cabeza y llevarán muy adentro hasta la muerte de Jesús. Por eso les manda embarcarse, seguir la tarea, insertarse en la vida de otras comunidades anunciando allí la oferta del reino y es ahí donde sienten el naufragio, por la falta de fe, por el despiste total sobre la identidad de Jesús. Sin Él se hunden en la barca. Deben dejar esas pretensiones triunfalistas de un mesianismo al estilo de los poderes injustos de este mundo. Eso nos pasa, como iglesia, como comunidad, cuando buscamos fama, poder, éxito en lugar de embarcarnos hacia las otras orillas llevando y mirando solo Jesús y haciéndolo  como nuestro verdadero guía.

ORACIÓN
Señor Jesús, nos alegramos de nuevo hoy, en este encuentro contigo a través de tu Palabra. Hoy te pedimos Buen Señor, que continúes guiando e iluminando nuestro camino  para que avancemos hacia el verdadero seguimiento y compromiso con tu Reino. A través de tu Espíritu camina hoy Señor, sobre las diferentes aguas pesadas y tormentosas de nuestros problemas que nos cargan y entristecen. Danos hoy tu fuerza y la esperanza para salir victoriosos en tu nombre. Amén. 


“En el Reino de Dios la única y principal “ley” es el amor solidario y misericordioso”

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