jueves, 1 de agosto de 2013

Jueves 22 de Agosto de 2013


“ACEPTAR EL EVANGELIO IMPLICA ASUMIR UN NUEVO ESTILO DE VIDA”

PRIMERA LECTURA
JUECES 11,29-39A

“El primero que salga de mi casa a recibirme, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto”

En aquellos días, el espíritu del Señor vino sobre Jefté, que atravesó Galaad y Manasés, pasó a Atalaya de Galaad, de allí marchó contra los amonitas, e hizo un voto al Señor: "Si entregas a los amonitas en mi poder, el primero que salga a recibirme a la puerta de mi casa, cuando vuelva victorioso de la campaña contra los amonitas, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto." Luego marchó a la guerra contra los amonitas. El Señor se los entregó; los derrotó desde Aroer hasta la entrada de Minit (veinte pueblos) y hasta Pradoviñas. Fue una gran derrota, y los amonitas quedaron sujetos a Israel.

Jefté volvió a su casa de Atalaya. Y fue precisamente su hija quien salió a recibirlo, con panderos y danzas; su hija única, pues Jefté no tenía más hijos o hijas. En cuanto la vio, se rasgó la túnica, gritando: "¡Ay, hija mía, que desdichado soy! Tú eres mi desdicha, porque hice una promesa al Señor y no puedo volverme atrás." Ella le dijo: "Padre, si hiciste una promesa al Señor, cumple lo que prometiste, ya que el Señor te ha permitido vengarte de tus enemigos." Y le pidió a su padre: "Dame este permiso: déjame andar dos meses por los montes, llorando con mis amigas, porque quedaré virgen." Su padre le dijo: "Vete." Y la dejó marchar dos meses, y anduvo con sus amigas por los montes, llorando porque iba a quedar virgen. Acabado el plazo de los dos meses, volvió a casa, y su padre cumplió con ella el voto que había hecho. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Es extraño y truculento el episodio de Jefté, que sacrifica la vida de su hija por la promesa que había hecho. Jefté uno de los jueces que ayudaron al pueblo israelita en sus escaramuzas contra los enemigos, en este caso los amonitas, se muestra poco maduro en su vida de fe. Cree en Yahvé, pero su fe está mezclada con actitudes paganas. Hace un voto que resulta totalmente irreconciliable con el espíritu de la Alianza: si le da la victoria, sacrificará la vida de la primera persona que salga a recibirle, a la vuelta. Que resulta ser, nada menos, que su hija. Hasta dónde puede llegar una persona en busca de su victoria, ¿qué es propio ofrecer a Dios?... ¿Hasta la vida de otro?
Recordemos que otros pueblos vecinos practicaban sacrificios humanos, pero Israel no. De hecho estaban prohibidos, "No habrá entre vosotros quien pase por el fuego a su hijo o a su hija" dice Deuteronomio 18,10.
Por eso es de reflexionar en esta historia, "¿Fue realmente Jefté el vencedor o fue el vencido?" Mientras Jefté estaba venciendo militarmente a los amonitas, con una “gran derrota” donde los amonitas quedaron sujetos a Israel, los amonitas estaban venciendo espiritualmente a Jefté. Jefté, era un general vencedor, militarmente, pero cada vez más era menos israelita, cada vez más su fe se confundía con las creencias, con las supersticiones, con la magia, con los ritos de esos otros pueblos, de los pueblos vecinos a Israel.
Lo amonitas fueron aplastados, vencidos, pero no fue una victoria al estilo de Dios. Aparentemente, una gran victoria; pero el corazón se llenó de soberbia, el corazón se llenó de razones solamente humanas, su fe se mezcló con la del vencido. La característica de esta victoria, es que fue individual y personal dice: "Lo logré completamente", la gloria es para él y no para Dios. En cambio es triunfar en confianza en Dios, en su presencia, creerle a Él sin condicionamientos, aunque las cosas parece que salen mal, aunque la enfermedad nos aplaste, aunque la vejez nos amenace, aunque la incomprensión nos rodee, aunque las fuerzas nos falten, esa es la verdadera victoria: “Cuando soy débil, entonces mas fuerte soy”, 2 Corintios 12,10.

Que Dios nos conceda verdaderas victorias y que no permita que seamos engañados, como lo fue Jefté, con falsas victorias que en realidad son derrotas.


SALMO RESPONSORIAL: 39
R. /Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños. R.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: "Aquí estoy." R.

-Como está escrito en mi libro-
"para hacer tu voluntad."
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.

OREMOS CON EL SALMO
La primera parte es un canto de alabanza a Dios por haber experimentado su ayuda, lo que obliga al ser humano a proclamar lo que Dios ha hecho con él. La segunda parte es la petición de ayuda de un justo perseguido.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 22,1-14

“A todos los que encontréis, convidadlos a la boda”

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda."

Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Entre el rey y sus súbditos se ha hecho un pacto que compromete al más fuerte a salir en defensa de sus aliados y a los aliados a favorecer, servir y respetar a quien les ofrece protección. Así se pone en claro que los aliados mantendrán sus compromisos con el heredero una vez que su predecesor desaparezca. La negativa a participar del matrimonio es una abierta declaración de guerra, ya que se desconoce el pacto y se descalifica al príncipe heredero. La intención con esta parábola es clara: el pueblo de Israel ha sido el primer invitado a la boda, pero como se resiste a reconocer en Jesús al Mesías, no sabe aprovechar la hora de gracia, entonces Dios invita a otros al banquete que tiene preparado. Jesús nos muestra también en esta parábola, cómo la lealtad de las autoridades del país no está con Dios, sino con sus propios afanes y preocupaciones. Con esto se hace una clara alusión de las autoridades frente a los profetas y sabios que los animan, exhortan y exigen el cumplimiento de la ‘alianza’, del pacto realizado con el Señor. La parábola tiene además un apéndice sorprendente: el amo despacha y castiga a uno de los comensales que no ha venido con vestido de boda. Pues, no basta con entrar en la fiesta, se requiere una actitud coherente con la invitación. Se requiere un vestido especial, no basta con pertenecer a una comunidad o familia cristiana se requiere de una actitud diferente, una actitud de conversión, Jesús pide a os suyos, no sólo palabras, sino obras, no apariencias, pide compromiso y una justicia diferente a la de los fariseos, una justicia diferente al de todo aquel que se apropia del poder.

ORACIÓN
Tal vez la cultura de los pueblos llevaba a las personas a ofrecer sacrificios hasta con la vida de sus semejantes, y por eso reiterativamente en la Biblia dice que no quieres holocaustos, que quieres es un corazón sincero, convertido a ti, que eres todo amor. Nos invitas a vivir un nuevo estilo de vida. Señor, es difícil despojarnos de lo que siempre hemos sido y tenido, solo con la comunión constante contigo y tu Palabra lograremos que por nuestras palabras, obras y acciones nos identifiquen como seguidores del Evangelio. Amén.  


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