sábado, 1 de enero de 2011

Martes, 18 de enero de 2011

“¿DÓNDE Y CÓMO ENCONTRAR A DIOS?
SIRVIENDO A MI PRÓJIMO”

PRIMERA LECTURA
HEBREOS 6,10-20

“LA ESPERANZA QUE SE NOS HA OFRECIDO ES PARA NOSOTROS COMO ANCLA SEGURA Y FIRME”



Porque Dios es justo, y no olvidará lo que ustedes han hecho y el amor que le han mostrado al ayudar a los del pueblo santo, como aún lo están haciendo. Pero deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el fin ese mismo entusiasmo, para que se realice completamente su esperanza. No queremos que se vuelvan perezosos, sino que sigan el ejemplo de quienes por medio de la fe y la constancia están recibiendo la herencia que Dios les ha prometido.
Promesa y juramento
Cuando Dios hizo la promesa a Abraham, juró por sí mismo, porque no había otro superior a él por quien jurar; y dijo: "Sí, yo te bendeciré mucho y haré que tu descendencia sea numerosa." Abraham esperó con paciencia, y recibió lo que Dios le había prometido. Cuando los hombres juran, lo hacen por alguien superior a ellos mismos; y cuando garantizan algo mediante un juramento, ya no hay más que discutir. Pues bien, Dios quiso mostrar claramente a quienes habían de recibir la herencia que él les prometía, que estaba dispuesto a cumplir la promesa sin cambiar nada de ella. Por eso garantizó su promesa mediante el juramento. De estas dos cosas que no pueden cambiarse y en las que Dios no puede mentir, recibimos un firme consuelo los que hemos buscado la protección de Dios y hemos confiado en la esperanza que él nos ha dado. Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco. Es una esperanza que ha penetrado hasta detrás del velo en el templo celestial, donde antes entró Jesús para abrirnos camino, llegando él a ser así Sumo Sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedec.


REFLEXIÓN

La Biblia nos invita a la esperanza pero no a la ilusión. Nadie dijo que iba a ser fácil. Nadie dijo que ser cristiano era un camino libre del cansancio, el fastidio, el temor o la desazón. Y uno de los principales objetivos de la Carta a los Hebreos, que nos ha venido acompañando estos primeros días del tiempo ordinario, es dar fuerza; sostener en la esperanza; animar a esa lucha que no termina porque recomienza casi cada día: la lucha por la fidelidad, la generosidad, el testimonio.
Y es hermoso ver de cuántas razones se llena el autor de esta Carta para animar a su gente. Sucesivamente les invita a mirar su propio pasado, la pasión de Cristo y su entrada en la gloria, el triunfo que aguarda a quienes perseveran, la desgracia que queda en herencia a los cobardes, los ejemplos que otros nos han dado, el amor de Aquel que se ha puesto de nuestro lado, la hermosa armonía de la fe que nos une, la grandeza del llamado que hemos recibido, la estabilidad inconmovible de las promesas divinas, la gratitud que debemos a quienes nos han evangelizado, lo breve de la lucha y lo largo de la recompensa, en fin, todo o casi todo lo que es posible decir a los que tal vez se sienten molidos o abrumados, temerosos o pusilánimes.
El texto de hoy destaca el juramento divino. Dios, no teniendo por quién jurar, juró por sí mismo, en maravillosa proclamación de su fidelidad, que es eterna. Nosotros estamos bajo el poder de esa palabra, que no puede ser deshecha; nos ampara la declaración de Aquel que no sabe ni puede mentir; nos defiende el mismo ante el cual habrá de comparecer toda carne.


SALMO RESPONSORIAL: 110
R: El Señor recuerda siempre su alianza.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 2,23-28


“EL SÀBADO SE HIZO PARA EL HOMBRE ”


Los discípulos arrancan espigas en sábado
(Mt 12.1-8; Lc 6.1-5)
Un sábado, Jesús caminaba entre los sembrados, y sus discípulos, al pasar, comenzaron a arrancar espigas de trigo. Los fariseos le preguntaron:
--Oye, ¿por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?
Pero él les dijo:

--¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David en una ocasión en que él y sus compañeros tuvieron necesidad y sintieron hambre? Pues siendo Abiatar sumo sacerdote, David entró en la casa de Dios y comió los panes consagrados a Dios, que solamente a los sacerdotes se les permitía comer; y dio también a la gente que iba con él.

Jesús añadió:

--El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Por esto, el Hijo del hombre tiene autoridad también sobre el sábado.


REFLEXIÓN:

Como veíamos ayer, el elemento fundamental que relaciona al ser humano con Dios es la práctica del amor; es decir, que la vida del hombre y la mujer está más allá de una prescripción religiosa o social, y que no es el cumplimiento al pie de la letra de una ley el que salva realmente al ser humano, sino el amor y la misericordia para con los demás. En este contexto podemos comprender la confrontación de Jesús con los fariseos causada por arrancar espigas en el camino en día sábado. El sábado era el día de descanso, en el que se debía alabar a Dios y dar reposo a los trabajadores, era una fiesta religiosa con un profundo sentido social, que los fariseos distorsionaron, convirtiéndola en una pesada carga. Jesús defiende su actitud libre frente a la ley acudiendo a la Escritura, colocando como criterio de discernimiento la realidad del ser humano: el sábado es para el hombre, la ley está al servicio del hombre y tiene como fin orientar pedagógicamente al ser humano por el camino del bien y la justicia. Es importante comprender que el criterio moral cristiano es la búsqueda de vida plena y digna para toda la humanidad.
Jesús es el Señor del sábado. Si el sábado debía significar "liberación", Jesús es el Señor de la liberación. Si el sábado debía significar "santificación", Jesús es el Señor de la santidad y de la santificación. Una liberación sin Jesús será opresión reeditada de otros modos; una santificación sin Jesús será egoísmo, orgullo o vanidad, editados de otro modo; por contraste, con él y en él encontramos el verdadero sentido de todo aquello que nuestra alma desea pero nuestro corazón no sabe hallar.
Hay en esto una enseñanza para nosotros. Las cosas buenas alcanzan su bondad sólo con el buen uso. Fácil es usar mal lo bueno, y no es otra la naturaleza del pecado. En el fondo, pecar es pervertir; pecar es torcer lo que en sí es bueno para volverlo malo.



PARA REFLEXIONAR:
¿1. ¿Si Jesús nos ha dado la libertad en el amor, seguimos siendo esclavos de la ley?


ORACIÓN
Señor, haz que yo pueda entender que la ley no es mala siempre y cuando el centro sea el amor. Que yo tome conciencia que en cualquier ley o norma lo fundamental es el bien de la persona y la práctica de la misericordia. Amén

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