“EL SEÑOR NOS PREPARA PARA LA MISIÓN”
PRIMERA LECTURA
JUECES 13,2-7.24-25ª
“El ángel anuncia el nacimiento de Sansón”
En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado
Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se
apareció a la mujer y le dijo: "Eres estéril y no has tenido hijos. Pero
concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni
comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja
por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él
empezará a salvar a Israel de los filisteos."
La mujer fue a decirle a su marido: "Me ha visitado un hombre de
Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le
pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás
y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada
impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el
día de su muerte." La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de
nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó
a agitarlo. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Las lecturas de hoy nos presentan el anuncio de dos nacimientos y dos
fortalezas. La llegada de cada ser humano a este mundo es una inmensa pregunta
al futuro. La Historia misma es ante todo el tejido de las decisiones, pequeñas
o grandes, que vamos tomando, y por ello la voluntad de cada persona es un
elemento más de libertad para el conjunto de la humanidad. En este caso los dos
nuevos seres humanos tendrán una característica en común: una inmensa fortaleza.
La proverbial fuerza física de Sansón y el poder de la denuncia hacen
pareja en estas dos lecturas de hoy. Aunque, si bien lo pensamos, hay varios
contrastes entre estos dos formidables siervos de Dios.
Sansón es la imagen de un hombre que quiere cambiar su entorno; Juan
Bautista es aquella voz que llama a cada uno a revisar su propia vida. Sansón
mira y hace mirar hacia fuera; Juan mira y hace mirar hacia adentro. Como
Sansón actúa hacia fuera, desconoce su propio interior, y allí, en su mundo
interior de afectos, es atrapado por un cariño que finalmente lleva al desastre
su camino. En paralelo: como Juan denuncia la infidelidad interior, la del
corazón, es encarcelado por un rey que vive encadenado a una pasión ilícita.
Finalmente: aunque Sansón fue atrapado por ese afecto interior, al final de sus
días ejerció a su modo su vocación y puso su fortaleza al servicio del plan
divino. Paralelamente, aunque Juan fue encarcelado en su cuerpo, su profetismo
obró en libertad y su martirio dejó una página imborrable de santidad y
fidelidad que todavía hoy nos libera y hace inmenso bien.
SALMO RESPONSORIAL: 70
R. / Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.
Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.
OREMOS CON EL SALMO
El salmista apela a su larga experiencia de anciano para expresar, en
medio de la aflicción, su confianza inalterable en la ayuda del Señor. Él
quiere dejar un testimonio de la gracia de Dios a las generaciones
venideras. Mezcla la petición con la acción de gracias. La comunidad en
su oración también recurre a la memoria del pasado, expresa en el presente su
fe y su confianza, y apoyada en la esperanza tiende la mirada hacia la
consumación definitiva del Reino de Dios.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 1,5-25
“El ángel Gabriel anuncia el nacimiento de Juan Bautista”
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías,
del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los
dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes
del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad
avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el
ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a
ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la
ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha
del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de
temor. Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido
escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te
llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a
los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en
el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante
del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de
los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos,
preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto."
Zacarías replicó al ángel: "¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo
soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada." El ángel le contestó: "Yo
soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para
darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta
el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se
cumplirán en su momento." El pueblo estaba aguardando a Zacarías,
sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles,
y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les
hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en
el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin
salir cinco meses, diciendo: "Así me ha tratado el Señor cuando se ha
dignado quitar mi afrenta ante los hombres."
REFLEXIÓN
Ayer contemplamos en la liturgia de la Palabra el anuncio del nacimiento
de Jesús a José. Hoy le corresponde el turno a Zacarías, padre de Juan el
Bautista. Lucas, cuyo relato es propio de su evangelio, pone especial énfasis
en la ancianidad de Zacarías e Isabel y en la esterilidad de ésta; también en
el carácter sacerdotal de Zacarías. No sólo nos dice que es anciano y
sacerdote, sino que el anuncio del ángel Gabriel acontece en el Templo, cuando
Zacarías está de servicio. Isabel y Zacarías representan simbólicamente
las instituciones del Primer Testamento, las cuales, por estar ya caducas y
estériles, son renovadas y “fertilizadas” por el Espíritu de Dios. Zacarías e
Isabel representan al resto de Israel que espera la venida del Mesías. Juan y
Jesús serán, entonces, los eslabones que articulan la historia de la salvación.
El anuncio del ángel deja a Zacarías sin palabra, porque el silencio es la
actitud reverencial y de expectativa frente a Dios. Silencio, esterilidad,
ancianidad, son símbolos de un pueblo que a pesar de todo confía enteramente en
las promesas de Dios. – Abramos el corazón para que podamos percibir la
presencia fascinante de Dios que viene también a anunciarnos buenas y grandes
noticias de liberación.
ORACIÓN
Señor en estos días nos llevas a comprender que naciste de una mujer en
el seno de una familia, pero que procedes del mismo Dios. Por eso lograste
impregnar el mundo de su verdadera esencia: ese amor que produce, justicia,
misericordia, unidad, paz, servicio. Que como Zacarías e Isabel hoy tu tomes
toda la esterilidad de nuestra vida y la transformes para que
demos fruto y fruto abundante, haznos irreprochables y fieles como ellos y que
vivamos confiando en tus promesas. Amén.
“Por mi manera
de vivir puedo hacer notar a los que están lejos de Dios que Él está cerca de
todos los que le buscan con fe y esperanza”
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