sábado, 1 de junio de 2019

Domingo 16 de Junio de 2019

La Santísima Trinidad

“MARAVILLADOS(AS) POR LA REVELACIÓN DEL MISTERIO DE LA TRINIDAD DE DIOS”


La revelación de Dios como misterio trinitario constituye el núcleo fundamental  de todo el mensaje del Nuevo Testamento.  El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han estado siempre presentes en la historia de la humanidad, donando la vida y comunicando su amor, introduciendo y transformando el devenir de la historia en la comunión divina de las Tres personas.
PRIMERA LECTURA
PROVERBIOS 8, 22-31

“Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada”

Así dice la sabiduría de Dios: "El Señor me estableció al principio de sus tareas, "al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres."

REFLEXIÓN
La primera lectura  es un himno a la sabiduría divina considerada una  dimensión trascendente. La Sabiduría es trascendente pues ella es el proyecto de Dios, su voluntad, sus designios, su Palabra, su Espíritu; pero también  se realiza en la creación y en la historia, la voluntad de Dios se manifiesta en la Escritura y a través de su Espíritu se convierte en una realidad interior al ser humano.
El autor bíblico nos sitúa “antes” de la creación, en la eternidad de Dios, presentando la Sabiduría como una realidad divina y trascendente, anterior a todas las realidades cósmicas: “El Señor me creó al principio de sus tareas, antes de sus obras más antiguas... cuando no había océanos, fui engendrada, cuando no existían los manantiales ricos de agua”. En los vv. 26-31 la Sabiduría parecer ser una realidad creada pues aparece contemporánea a la creación. La Sabiduría está presente también en el ser humano, en su inteligencia, en su felicidad: “Cuando consolidaba los cielos allí estaba yo, cuando trazaba la bóveda sobre la superficie del océano, cuando señalaba al mar su límite... a su lado estaba yo como confidente, día tras día lo alegraba y jugaba sin cesar en su presencia; jugaba con el orbe de la tierra, y mi alegría era estar con los seres humanos”.
Este himno ha llegado a ser en la tradición cristiana un preanuncio de la encarnación de la Palabra (Jn 1), que “al principio estaba junto a Dios, todo fue hecho por ella y sin ella no se hizo nada de cuando llegó a existir”, y que al final de los tiempos “se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14).

SALMO RESPONSORIAL: 8
R./ Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
 la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
 lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.

Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R.

OREMOS CON EL SALMO
La contemplación de las maravillas de la naturaleza, desde las más grandes hasta las más pequeñas, nos invita a reconocer la grandeza y majestad del Creador y agradecer su predilección por el ser humano, a quien puso al frente de la creación. Cada día se hace más grande nuestro asombro frente al cosmos y sensación de pequeñez del ser humano, por eso se acrecienta la gratitud a Dios que vino para ser parte de nuestra historia y su pequeñez
SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 5, 1-5

“A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu”

Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.  Palabra  del Señor.

REFLEXIÓN
La segunda lectura es una especie de declaración paulina de sabor trinitario sobre la situación del ser humano que ha sido justificado gracias a la fe en Cristo: “Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo... y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”. Pablo afirma la dimensión trinitaria de la vida creyente. Reconciliados con Dios por la fe, estamos en una situación de “paz” y de “esperanza”, paz que supera la tribulación y esperanza que transforma el presente.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 16, 12-15

“Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará”

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El evangelio de hoy  constituye la quinta promesa del Espíritu en el evangelio de Juan. Se habla del Espíritu como defensor (“Paráclito”) y como maestro, llamándolo “Espíritu de la verdad”. La verdad es la palabra de Jesús y el Espíritu aparece con la misión de “llevar a la verdad completa”, es decir, ayudar a los discípulos a comprender todo lo dicho y  enseñado por Jesús en el pasado, haciendo que su palabra sea siempre viva y eficaz, capaz de iluminar en cada situación histórica la vida y la misión de los discípulos.
El Espíritu tiene una función “didáctica” con relación a la palabra de Jesús. El Espíritu Santo no propone una nueva revelación, sino que conduce a una total comprensión de la persona  del mensaje del Señor Resucitado. El Espíritu, por tanto, “guía” hacia la “Verdad” de Jesús, es decir, hacia su revelación, de tal forma que la podamos conocer en plenitud. Esta función del Espíritu con relación a Jesús y a su palabra define la profunda relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu: la Revelación es perfectamente una porque tiene su origen en el Padre, es realizada por el Hijo y se perfecciona en la Iglesia con la interpretación del Espíritu. Por eso Jesús dice que “el Espíritu no hablará por su cuenta, sino que dirá únicamente lo que ha oído... todo lo que les dé a conocer, lo recibirá de mí”.

Jesús será siempre el Revelador del Padre; el Espíritu de la Verdad, en cambio, hace posible
que la revelación de Cristo penetre con profundidad en el corazón del nosotros los cristianos. Celebremos hoy el maravilloso misterio trinitario.

ORACIÓN
Amado Dios te pedimos que con la luz de tu Espíritu Santo logremos comprender el significado de tu Ser Padre, Hijo y Espíritu Santo. Personas que como comunidad perfecta nos reflejan el verdadero sentido de los valores básicos para un sistema de vida en el mundo, basado en el amor y  la unidad, que producen otros tan importantes, como son la justicia, solidaridad, ternura, servicio, orden y todos aquellos que se deben dar entre las familias, comunidades y sociedad. Amén.


“El Padre, el Hijo y el Espíritu, viven el amor verdadero en plenitud y luchan, sin cansancio, para que el mundo lo entienda y lo viva”

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