miércoles, 1 de febrero de 2012

SÁBADO, 18 DE FEBRERO DE 2012

“ESCUCHAR A AQUEL QUE ES LA PALABRA DE DIOS”


PRIMERA LECTURA
SANTIAGO 3,1-10


“NINGÚN HOMBRE ES CAPAZ DE DOMAR LA LENGUA”


Hermanos míos, sois demasiados los que pretendéis ser maestros, y tened por cierto que nuestra sentencia será más severa. Todos faltamos a menudo, y si hay uno que no falta en el hablar es un hombre perfecto, capaz de tener a raya su persona entera. A los caballos les ponemos el bocado para que nos obedezcan, y así dirigimos a todo el animal; fijaos también en los barcos: por grandes que sean y por recio que sople el viento, se gobiernan con un timón pequeñísimo y siguen el rumbo que quiere el piloto.
Eso pasa con la lengua: como miembro es pequeño, pero puede alardear de muchas hazañas. Mirad cómo una chispa de nada prende fuego a tanta madera. También la lengua es una chispa; entre los miembros del cuerpo, la lengua representa un mundo de iniquidad, contamina a la persona entera, pone al rojo el curso de la existencia, y sus llamas vienen del infierno. Toda especie de fieras y pájaros, de reptiles y bestias marinas, se pueden domar y han sido domadas por el hombre; la lengua, en cambio, ningún hombre es capaz de domarla: es dañina e inquieta, cargada de veneno mortal; con ella bendecimos al que es Señor y Padre; con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios; de la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Eso no puede ser, hermanos míos.


REFLEXIÓN
Santiago se preocupa bastante del tema del uso de las palabras, según vemos. Hoy nos ilustra por medio de ejemplos muy gráficos y muy típicos su enseñanza. Su discurso vigoroso muestra por medio de contrastes las contradicciones en que incurrimos: somos poderosos para domar otras cosas y no nos dominamos nosotros mismos; somos elocuentes para bendecir y prontos para denigrar; nos creemos grandes y todo lo que somos se lo entregamos a algo tan pequeño como es la lengua.
Ahora bien, hay un motivo particular por el que el apóstol vuelve a un tema que ya nos había mencionado antes. Es aquello que dice la frase breve del comienzo: "No quieran todos llegar a ser maestros." La palabra es la gran herramienta del maestro. Mostrando los peligros y contradicciones que rodean el ministerio de la palabra, Santiago quiere desanimar una tendencia que seguramente era ya visible en la época: ganar importancia o fama buscando el puesto del maestro, quizá como alternativa a la dificultad de allegar dinero o alguna otra cosa deseable y que diera prestigio.
El apóstol quiere destacar que no es sencillo el ministerio del maestro o predicador y que de hecho está cercado de amenazas. Una vez más, el interés aquí es purificar la fe, librándola de intereses mundanos que se ve que ya existían y avanzaban en la época, así como pueden darse entre nosotros.


SALMO RESPONSORIAL: 11
R. / Tú nos guardarás, Señor.

Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros / y con doblez de corazón. R.

Estirpe el Señor los labios embusteros
y la lengua fanfarrona
de los que dicen: "La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?" R.

Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata limpia de ganga, refinada siete veces.
Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 9,2-13

“SE TRANSFIGURÓ DELANTE DE ELLOS”

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de "resucitar de entre los muertos". Le preguntaron: "¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?" Les contestó él: "Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito.


REFLEXIÓN
El episodio de la transfiguración, como el del bautismo, nos descubre que lo esencial de la experiencia espiritual de Jesús radica en el descubrirse como hijo amado del Padre. Tanto la espiritualidad del que lucha contra la idolatría, representada en la figura de Elías, como la espiritualidad del profeta legislador, representada en la figura de Moisés, quedan incluidas en esta nueva espiritualidad filial en la que lo esencial es el amor a la causa del Padre y la escucha traducida en obediencia. La propuesta de las tres tiendas de Pedro queda desplazada por la voz que viene del cielo y que exige el reconocimiento de Jesús como el hijo por excelencia, y la obediencia a él, como respuesta de fe. A Jesús se le comprende en relación con la Ley y los Profetas, es decir, con las enseñanzas del Antiguo Testamento, pero se le acepta en su realidad de ser la voz autorizada de Dios. El ascenso al monte para escuchar el mensaje de Dios es el paso necesario antes de hacer realidad esa experiencia en la vida cotidiana. Jesús nos invita a participar en su transfiguración, pero, al mismo tiempo, a vivir todas las vicisitudes de la vida ordinaria.


ORACIÓN
Cristo Jesús, que bien se siente estar contigo en la intimidad de mi corazón, adorando tu presencia en el sagrario de mi vida. Haz que hoy y siempre viva transfigurado(a) por tu amor y que mi vida te irradie al mundo. Amén

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