domingo, 1 de agosto de 2010

Domingo, 8 de agosto

“FE Y VIGILANCIA”

PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 18, 6-9

“CASTIGABAS A LOS ENEMIGOS Y NOS HONRABAS LLAMÁNDONOS A TI”

Lo que aquella noche había de suceder, nuestros antepasados lo supieron de antemano, para que, teniendo tal seguridad, se sintieran animados por las promesas en que habían creído. Tu pueblo esperó al mismo tiempo la salvación de los inocentes y la perdición de sus enemigos, pues con los mismos medios castigaste a estos y nos honraste llamándonos a ti. Los piadosos herederos de tus bendiciones ofrecieron sacrificios a escondidas; de común acuerdo se comprometieron a cumplir la ley divina y a compartir la prosperidad y los peligros, y cantaron ya los himnos tradicionales.

REFLEXIÓN

El discipulado de la palabra nos invita hoy a hacer una revisión profunda de la manera como estamos viviendo nuestra fe. En la primera lectura, el pueblo hace una relectura del hecho de la liberación de Egipto; se trata de una lectura de fe, en la cual el accionar de Dios es visto como bendición para los justos y a la vez como perdición para los perseguidores. El texto hace énfasis en la confianza que el pueblo depositó en Dios y en Moisés, lo mismo que en la vista fija en la tierra prometida; ellos sabían que la podían conquistar porque el Dios de la liberación andaba codo a codo con ellos, y luchaba contra el imperio que por tanto tiempo los esclavizó. En esta relectura es claro el criterio de Dios para apostar por Israel, ese es su pueblo, al que Él se siente perteneciente y del que espera igual fidelidad.

SALMO RESPONSORIAL: 32
R: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 11, 1-19

“ESPERABA LA CIUDAD CUYO ARQUITECTO SERÍA DIOS”

Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos. Nuestros antepasados fueron aprobados porque tuvieron fe. Por fe sabemos que Dios formó los mundos mediante su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de cosas que no podían verse. Por fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que el que ofreció Caín, y por eso Dios lo declaró justo y le aceptó sus ofrendas. Así que, aunque Abel está muerto, sigue hablando por medio de su fe. Por su fe, Henoc fue llevado en vida para que no muriera, y ya no lo encontraron, porque Dios se lo había llevado. Y la Escritura dice que, antes de ser llevado, Henoc había agradado a Dios. Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan. Por fe, Noé, cuando Dios le advirtió que habían de pasar cosas que todavía no podían verse, obedeció y construyó la barca para salvar a su familia. Y por esa misma fe, Noé condenó a la gente del mundo y fue heredero de la justicia que se obtiene por la fe. Por fe, Abraham, cuando Dios lo llamó, obedeció y salió para ir al lugar que él le iba a dar como herencia. Salió de su tierra sin saber a dónde iba, y por la fe que tenía vivió como extranjero en la tierra que Dios le había prometido. Vivió en tiendas de campaña, lo mismo que Isaac y Jacob, que también recibieron esa promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad que tiene bases firmes, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por fe también aunque Sara no podía tener hijos y Abraham era demasiado viejo, este recibió fuerzas para ser padre, porque creyó que Dios cumpliría sin falta su promesa. Así que Abraham, aunque ya próximo al fin de sus días, llegó a tener descendientes tan numerosos como las estrellas del cielo y como la arena de la orilla del mar, que no se puede contar. Todas esas personas murieron sin haber recibido las cosas que Dios había prometido; pero como tenían fe, las vieron de lejos, y las saludaron reconociéndose a sí mismos como extranjeros de paso por este mundo. Y los que dicen tal cosa, claramente dan a entender que todavía andan en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en la tierra de donde salieron, bien podrían haber regresado allá; pero ellos deseaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les tiene preparada una ciudad. Por fe, Abraham, cuando Dios lo puso a prueba, tomó a Isaac para ofrecerlo en sacrificio. Estaba dispuesto a ofrecer su único hijo, a pesar de que Dios le había prometido: “Por medio de Isaac tendrás descendientes.” Es que Abraham reconocía que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; y por eso Abraham recobró a su hijo, y así vino a ser un símbolo.

REFLEXIÓN

La segunda lectura se ubica en una lógica similar a la primera, es una brillante exposición sobre la fe, como confianza plena en aquello que se espera. Aquí se recurre a la memoria patriarcal, Abraham, Isaac y Jacob, que fueron personas de una fe inquebrantable, que les mereció ser destinatarios de la promesa divina de la vida, representada en tierra, en prosperidad y en larga descendencia. El testimonio de los patriarcas, es una muestra fehaciente de lo que se logra con el poder de la fe. Ellos nunca dudaron de los mandatos de Dios y las promesas fueron cumplidas, ahora bien, todos ellos se entregaron sin reparos al quehacer profético y liberador, en contra de muchos poderes terrenos, de tipo social, político, económico, religioso y cultural.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 12, 32-48

“DICHOSO EL SERVIDOR QUE SE ENCUENTRA PREPARADO”

“No tengan miedo, ovejas mías; ustedes son pocos, pero el Padre, en su bondad, ha decidido darles el reino. Vendan lo que tienen, y den a los necesitados; procúrense bolsas que no se hagan viejas, riqueza sin fin en el cielo, donde el ladrón no puede entrar ni la polilla destruir. Pues donde esté la riqueza de ustedes, allí estará también su corazón. Sean como criados que está esperado a que su amo regrese de un banquete de bodas, preparados y con las lámparas encendidas, listos a abrirle la puerta tan pronto como llegue y toque. Dichosos los criados a quienes su amo, al llegar encuentre despiertos. Les aseguro que el amo mismo los hará sentarse a la mesa y se dispondrá a servirles la comida. Dichosos ellos, si los encuentran despiertos aunque llegue a la medianoche o a la madrugada. Y sepan ustedes esto: que si el dueño de una casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría que nadie se metiera en su casa a robar. Ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.” Pedro le preguntó: --Señor, ¿dijiste esta parábola solamente para nosotros, o para todos? Dijo el Señor: "¿Quién es el mayordomo fiel y atento, a quien su amo deja encargado de los de su casa, para darles de comer a su debido tiempo? Dichoso el criado a quien su amo, cuando llega, lo encuentra cumpliendo con su deber. De veras les digo que el amo lo pondrá como encargado de todos sus bienes. Pero si ese criado, pensando que su amo va a tardar en llegar, comienza a maltratar a los otros criados y a las criadas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, el día que menos lo espere y a una hora que no sabe, llegará su amo y lo castigará, condenándolo a correr la misma suerte que los infieles. “El criado que sabe lo que quiere su amo, pero no está preparado ni lo obedece, será castigado con muchos golpes. Pero el criado que sin saberlo hace cosas que merecen castigo, será castigado con menos golpes. A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le confía, se le exigirá mucho más.

REFLEXIÓN

En el evangelio es evidente el cumplimiento de la promesa del reino definitivo para quienes están vigilantes, atentos a todo movimiento, tanto de los perseguidores de la fe como de los necesarios cambios que se deben dar en un proyecto de liberación. Si bien es cierto que el texto se expresa en un lenguaje altamente escatológico, es decir, orientado hacia el final de los tiempos, daría la impresión de que la recompensa por la fidelidad y vigilancia actual acontecerá en una mañana que cuesta mucho definir. Por eso es importante precisar algunos elementos que hacen más abarcable el cumplimiento de la promesa. En primer lugar, Jesús se refiere a la comunidad de manera muy afectiva, como pequeño rebaño y seguidamente les confirma que efectivamente, ellos son destinatarios de los tesoros del reino; sin embargo, un detalle pone novedad en la promesa, vendan todo lo que tienen y den limosna, no basta entonces con una vigilancia pasiva, es necesario un compromiso efectivo, con la trasformación de la realidad de los semejantes. Se trata de esperar en la acción, sólo así se habla el mismo lenguaje del Dios misericordioso. Lo que sigue es una ampliación de la promesa. A través de una parábola Jesús confronta las mentalidades confusas del grupo de discípulos, consideran que ellos serán los privilegiados en el nuevo reino. Jesús invita a establecer la proporción entre confines y exigencia: a quien mucho se le ha fiado, mucho se le exigirá. Confianza y compromiso es lo que Jesús pide a sus seguidores. Hoy como ayer, es importante tener en cuenta tres elementos fundamentales inspirados por la Palabra de Dios: Primero que todo, confiar plenamente en Dios como Padre y dueño de la vida. En segundo lugar, acompañar la fe con un compromiso efectivo en la lucha contra todo tipo de injusticia y esclavitud. Tercero, finalmente, mantenernos despiertos y vigilantes ante un mundo que suele tener cambios vertiginosos y por lo tanto exige hacer una constante recreación de nuestro compromiso cristiano.

PARA REFLEXIONAR
¿Si el Señor me llamara a dar cuentas de mis responsabilidades en este momento, qué tendría para decirles?

ORACIÓN
Gracias Padre Bueno por la nueva semana que iniciamos hoy. Tú has puesto en nuestras manos la responsabilidad de tu reino; por eso danos prudencia y fidelidad, para administrar tus bienes y enséñanos a ser buenos administradores de la vida. Guíanos con tu Espíritu en esta nueva semana. Amén.

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