domingo, 1 de agosto de 2010

Domingo, 29 de agosto

“EL VALOR DE LA HUMILDAD”

PRIMERA LECTURA
ECLESIÁSTICO 3, 17-29

“HAZTE PEQUEÑO Y ALCANZARÁS EL FAVOR DE DIOS”

Hijo mío, se humilde en todo lo que hagas y te estimarán más que al que hace muchos regalos. Cuando más grande seas más deberás humillarte, así agradarás a Dios. Porque grande es la misericordia de Dios y El revela a los humildes sus secretos. No busques lo que es demasiado elevado para ti, ni quieras saber lo que es demasiado difícil. Procura entender lo que Dios te ha mandado y no te preocupes de lo que está en secreto. No te inquietes por lo que te sobrepasa, pues lo que has visto ya es demasiado para ti. Muchos se han dejado engañar por sus propias ideas, y falsos pensamientos han desequilibrado tu mente. Al que es terco, al fin le irá mal, y el que ama el peligro en el perecerá. Al terco le esperan muchos sufrimientos, y el pecador amontona más y más pecados. La desgracia del orgulloso no tiene remedio, pues es el retoño de una mala planta. El sabio entiende los proverbios de los sabios; el que escucha atentamente se alegra en la sabiduría.

REFLEXIÓN

El encuentro con la palabra de Dios nos da hoy una profunda lección de humildad, tan necesaria para reconstruir el mundo gobernado por la pugna de poderes y de prepotencia. En la primera lectura, hay un consejo sabio sobre las consecuencias de la humildad que pasan por el agrado a la sociedad y por el agrado a Dios mismo. La humildad es una de las virtudes que más debe caracterizar al ser humano. Humildad puede entenderse como no ponerse por encima de los demás o sentirse mejor que otros con el fin de oprimirlos; también puede darse una falsa humildad, que consiste en el quietismo o pasividad con el argumento de nuestra incapacidad o indignidad; la verdadera humildad atrae el amor de los demás y la compasión y misericordia de Dios.

SALMO 67
R: Haz preparado, Señor, tú casa a los desvalidos.

SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 12, 18-24

“SE HAN ACERCADO AL MONTE SIÓN, CIUDAD DEL DIOS VIVO”

Ustedes no se acercaron, como los israelitas, a algo que se podía tocar y que ardía en llamas, donde había oscuridad, tinieblas y tempestad; ni oyeron el sonido de la trompeta ni la voz de Dios. Los que oyeron esa voz rogaron que no les siguiera hablando, porque no podían soportar el mandato que decía: "Al que ponga el pie en el monte, hay que matarlo a pedradas o con lanza, aunque sea un animal." Tan espantoso era lo que se veía, que el mismo Moisés dijo: "Estoy temblando de miedo." Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, y a muchos miles de ángeles reunidos para alabar a Dios, y a la comunidad de los primeros hijos de Dios inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los hombres buenos que Dios ha hecho perfectos, a Jesús, mediador de una nueva alianza, y a la sangre con que hemos sido purificados, la cual nos habla mejor que la sangre de Abel.

REFLEXIÓN

En la segunda lectura es evidente la condición de la primera comunidad, como un recinto de vida fraterna, constituida por justos, por personas sencillas, humildes y trasparentes, ese es el referente de la Jerusalén celestial y del Reino de Dios, lejos de los orgullosos y prepotentes. La comunidad cristiana es entonces el lugar donde Dios se revela con más claridad, en la convivencia fraterna, la fracción del pan y el compromiso misionero.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 14, 1. 7-14

“EL QUE SE ENALTECE SERÁ HUMILLADO,
PERO EL QUE SE HUMILLA
SERA ENALTECIDO"

Sucedió que un sábado Jesús fue a comer a casa de un jefe fariseo, y otros fariseos lo estaban espiando. Al ver Jesús cómo los invitados escogían los asientos de honor en la mesa, les dio este consejo: Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, pues puede llegar otro invitado más importante que tú; y el que los invitó a los dos puede venir a decirte: “Dale tu lugar a este otro.” Entonces tendrás que ir con vergüenza a ocupar el último asiento. Al contrario, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pásate a un lugar de más honor.” Así recibirás honores delante de los que están sentados contigo a la mesa. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido. Dijo también al hombre que lo había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque ellos, a su vez, te invitarán, y así quedarás ya recompensado. Al contrario, cuando tú des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos; y serás feliz. Pues ellos no te pueden pagar, pero tú tendrás tu recompensa el día en que los justos resuciten.

REFLEXIÓN

En el evangelio, como pocas veces, Jesús está comiendo en casa de un fariseo, desde allí observa cómo los comensales se ubican en los primeros puestos, buscando reconocimientos y protagonismos, a ellos les reprende duramente, haciéndoles caer en cuenta que realmente ante los ojos de Dios ellos no son los primeros y que fácilmente se les puede humillar, solicitándoles que se vayan a los últimos puestos. Por su parte al anfitrión de la cena le pide que no invite a los de su círculo pudiente, porque eso realmente no demarca novedad alguna; le pide más bien que invite a los desposeídos, a los enfermos y a toda clase de marginados; ellos, que no tienen como pagar, son los que santifican al hombre y la cena; en ellos están las dignidades para Dios. Vale la pena tener en cuenta tres aspectos para nuestra revisión de vida personal y comunitaria: En primer lugar la humildad como un camino de identificación con Dios, el Dios de los humildes, el que levanta del polvo a los caídos. En segundo término es importante que nos preguntemos por nuestra experiencia comunitaria de base; puede ser la familia, una comunidad cristiana, un grupo pastoral de iglesia, o a veces del mismo trabajo, como espacio y compartir humano, donde Dios se hace presente en la vida fraterna, la fracción del pan y el compromiso apostólico. Finalmente es urgente reconocer cuál es nuestra actitud ante la vida, tendemos a buscar reconocimiento ocupando los primeros puestos o hemos aprendido que de la humildad depende la cercanía al corazón de Dios. Pidámosle a Dios Padre y Madre de la vida, que nos de la coherencia necesaria entre nuestra fe y nuestra vida y sepamos discernir con sabiduría nuestras actitudes ante las permanentes tentaciones del poder y el protagonismo.

PARA REFLEXIONAR
¿Cuáles son los criterios con los que escojo a mis amigos, a los que comparten mi mesa y mi vida?

ORACIÓN
Señor de la vida, gracias por tu bendición y bendiciones a través de este itinerario bíblico de día a día con tu palabra. Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros. No pretendo grandeza que supera mi capacidad, sino que hoy acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. Gracias por esta nueva semana que tú me regalas. Guíame con tu Espíritu de amor. Amén.

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