“EL
SEÑOR SE MANIFIESTA A LOS SUYOS COMO RESUCITADO”
PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 5, 12-16
“Crecía el número de los creyentes, hombres y
mujeres, que se adherían al Señor “
Los apóstoles hacían muchos signos y
prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el
pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se
hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y
mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y
los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo
menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén,
llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El libro de los Hechos, el Apocalipsis y el evangelio de Juan que leemos
hoy se escribieron casi por la misma época. La Iglesia de Jesús, formada por
muchas y diferentes comunidades, estaba recogiendo las diversas tradiciones
sobre Jesús histórico y cada comunidad las reelaboraba y contaba de acuerdo a
las nuevas situaciones que estaban viviendo. Era tiempos de grandes conflictos
con el imperio romano y con los fariseos, el único grupo oficial judío que
había sobrevivido a la destrucción del templo. Las Iglesias estaban
descubriendo su propia identidad y Pedro (que por este tiempo ya había sido
martirizado en Roma) ya era reconocido como autoridad dentro y fuera de la
Iglesia. Con los textos de hoy, la liturgia nos brinda la oportunidad de
reflexionar sobre el fundamento de nuestra fe.
Así como en nuestras rutas necesitamos señales que nos indiquen las
curvas, los puentes, los caminos estrechos, también en el camino de la
Iglesia necesitamos esas señales que nos indican si andamos en la buena ruta o
no. Las señales son las mismas de siempre: la práctica liberadora de Jesús, su
opción por los(as) más necesitados y su trabajo por la vida. Comenzando por la
buena sombra de Pedro que curaba a los enfermos, vemos cómo, en medio de
conflictos, las primeras comunidades repetían esa práctica liberadora de Jesús.
SALMO
RESPONSORIAL: 117
R/Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es
eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su
misericordia. R.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora
la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este
salmo es una celebración de acción de gracias, recitado entre un personaje que
dá gracias a Dios por haberle dado la victoria sobre sus enemigos y el coro de
sacerdotes que lo reciben en el templo. El Nuevo Testamento aplica partes de
este salmo a Cristo y la celebración cristiana lo refiere a la gran victoria de
Jesucristo sobre la muerte al resucitar, demostrando su poder y trayendo
alegría al mundo entero.
SEGUNDA
LECTURA
APOCALIPSIS
1, 9-11A. 12-13. 17-19
“Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de
los siglos”
Yo, Juan, vuestro hermano y compañero
en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado
en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado
testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz
potente que decía: "Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las
siete Iglesias de Asia." Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme,
vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de
larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí
a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: "No
temas: Yo soy el primero y el Último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya
ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del
abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de
suceder más tarde." Palabra del Señor.
REFLEXIÒN
La revelación de Jesucristo a Juan en
el Apocalipsis, que es el libro de la esperanza y el consuelo, expresa la
nueva condición del Resucitado. Sus palabras son motivadoras, dan ánimo: “No
temas”; devuelven a la humanidad el sentido esperanzador de la
existencia. Estuve muerto y ahora estoy vivo para siempre, palabras y
sentimientos que abren paso a una vida de esperanza más allá de la muerte: “Yo
tengo la llave de la muerte y del más allá”. Total, este mensaje del
Apocalipsis al igual que toda la liturgia de este domingo nos invita a ser
testigos de la presencia viva del Resucitado en la comunidad, a beber el testimonio
de todos los que experimentaron como Juan la vida de la resurrección.
LECTURA
DEL EVANGELIO
JUAN
20, 19-31
“A los ocho días, llegó Jesús”
Al anochecer de aquel día, el primero
de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por
miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
"Paz a vosotros." Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.
Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
"Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío
yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -
"Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."
Tomás, uno de los Doce, llamado el
Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le
decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contesto: "Si no veo
en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los
clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."
A los ocho días, estaban otra vez
dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las
puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a
Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡
Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has
creído? Dichosos los que crean sin haber visto." Muchos otros signos, que
no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos
se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para
que, creyendo, tengáis vida en su nombre. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de Juan nos traslada a un día como hoy, ocho días después
de la Pascua. Jesús entra y se coloca en medio de la comunidad. Sopla sobre
ellos(as) y les da el Espíritu Santo. Para la Comunidad de Juan, la Pascua de
Resurrección y Pentecostés acontecieron el mismo día en que Jesús resucitó.
(Para Lucas que tiene otra teología, y otras razones, hay que esperar 50 días
para Pentecostés). Y en esta Pascua-Pentecostés toda la comunidad de discípulos
y discípulas recibe la autoridad para perdonar los pecados.
En la segunda parte de este evangelio nos encontramos con el
diálogo de Jesús y Tomás. “Ojos que no ven corazón que no siente” dice el
refrán. Cuentan que el astronauta ruso July Gagarin, cuando regresó de aquel
primer paseo a las estrellas, dijo: “Anduve por el cielo y no he visto a Dios”.
Pobre hombre, tan parecido a Tomás, tan incrédulo como él, buscándole
donde no es.
Es que fuera de la comunidad no se ve a Jesús, ni en el cielo ni en la
tierra. Es en la comunidad donde se percibe la presencia del Señor. Es allí
donde se realiza el seguimiento de Jesús. La comunidad no es optativa. Es parte
esencial del mensaje cristiano, lo mismo que la opción por los pobres. En
nuestras comunidades es que tenemos experiencias que se asemejan a las
que vivían las primeras comunidades. Evaluamos el camino volviendo siempre a la
práctica liberadora de Jesús y sus opciones; experimentamos en la lucha por la
vida la fuerza de la Pascua-Pentecostés y también tenemos la experiencia del
perdón en la comunidad. ¿Por qué escatimar el perdón cuando la alegría de Dios
es perdonar, sanar y salvar?
Y es que cuando Jesús no está en el centro de nuestra vida, de nuestra
comunidad, se pierde parte de su mensaje liberador impidiendo la novedad que
brota de su Espíritu. No seamos como Tomás y creamos sin ver en el resucitado y
vivámoslo verdaderamente en nuestra comunidad.
ORACIÓN
Bendito Señor, queremos creer tan
ciegamente en ti que podamos tener y dar vida en tu nombre, porque como a los
discípulos(as) que te acompañaban cuando moriste y resucitaste te nos has
manifestado en muchos momentos puntuales de nuestra vida y nos has dotado de
dones para dar, servir y amar en tu nombre. Ayúdanos por favor para mantenernos
firmes en tu revelación, donde la comunidad es esencia de tu acción liberadora
y fraterna. Amén.
“Hay paz cuando se respetan los derechos del
prójimo y se ve en ellos la presencia de Jesús”
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