viernes, 1 de septiembre de 2023

Jueves 14 de Septiembre de 2023

 

“UN LLAMADO A PRACTICAR LA MISERICORDIA”

 

PRIMERA LECTURA

COLOSENSES 3,12-17

 

“Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada”

 

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Sin duda es alto el nivel de vida y virtud que Pablo espera de los cristianos, según aprendemos de la primera lectura. Quiere que seamos "compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes". Y lo primero que nos llama la atención es cómo en todas ellas brilla más la dimensión de recibir y de acoger que la de emprender o sobresalir. Según eso, lo grande de ser cristiano está decisivamente en la capacidad de construir en otros y con otros. Pablo nos quiere "compasivos" ante la debilidad o dolor de los demás; el mundo a menudo nos manda ser egoístas y tener cuidado sólo de nuestras metas y nuestro propio confort. Pablo nos quiere "magnánimos", es decir, de alma grande y horizontes amplios; el mundo pretende que nos concentremos en unas metas y que seamos mezquinos en nuestro manejo de los resentimientos y roces con los demás, como condición para construir nuestro pequeño imperio. Pablo nos pide "humildad" y el mundo nos reclama autosuficiencia, vanidad, egolatría, apetito de honores y una vida centrada en nosotros mismos y nuestros intereses. Pablo, en fin, quiere que vivamos en la "afabilidad" y la "paciencia", ya que el mundo parece pertenecer a los impacientes, a los implacables, a los inescrupulosos y a los "duros".

 

Pablo además nos da varias razones para actuar así: "Dios nos ha elegido, nos ha consagrado a él y nos ha dado su amor". Antes de pedir nada en nombre de Dios, el apóstol recuerda cuánto nos ha "dado" Dios y cuánto hemos sido  AMADOS por Él.

 

SALMO RESPONSORIAL 150

R. / Todo ser que alienta alabe al Señor.

 

Alabad al Señor en su templo,

alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,

alabadlo por su inmensa grandeza. R.

 

Alabadlo tocando trompetas,

alabadlo con arpas y cítaras,

alabadlo con tambores y danzas,

alabadlo con trompas y flautas. R.

 

Alabadlo con platillos sonoros,

alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe al Señor. R.

 

OREMOS CON EL SALMO 

Este salmo es una invitación universal a la alabanza con acompañamiento de música y de danza. El salterio concluye con una invitación a la alabanza a Dios. La oración no se reduce a pedir dones, sino que tiene que ser sobre todo reconocimiento del amor y del poder divino.

 

 

LECTURA DEL EVNGELIO

LUCAS 6,27-38

 

“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."  Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

La lógica del mundo parece no superar en la práctica el antiguo “ojo por ojo, diente por diente”, “al enemigo hay que aniquilarlo”, o “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”. En el Antiguo Testamento, el odio al enemigo era algo natural (Sal 34,1-8). Pero Jesús sorprende a la humanidad con otra lógica: “amen a sus enemigos”. El Dios de Jesús es ante todo el Dios de la Misericordia. El cristiano debe, por tanto, adoptar en su práctica cotidiana el comportamiento misericordioso de Dios. “Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes” es la llamada “regla de oro de la caridad cristiana”. Debemos tener cuidado de no entenderla de manera mercantilista, reduciéndola a un simple negocio de reciprocidad. Hay que entenderla como un amor que no se contenta sólo con evitar el mal, sino que se compromete a hacer el bien a los demás, quienes quiera que ellos sean. Frente a los conflictos ensayemos una actitud misericordiosa, y nos sorprenderemos de su capacidad de desarmar a los enemigos y calmar su agresividad.

 

ORACIÓN

Señor si hemos permitido que tu amor se derrame y permanezca en nuestros corazones, podremos llegar a ser personas que amen de verdad, aún a sus enemigos. Oh Dios que difícil comprender y llevar a cabo estos principios del Reino. Por esto como tus discípulos(as) te rogamos nos ayudes,  para que tu Espíritu Santo se mantenga activo en nuestro interior y nos capacite para toda obra buena, para amar sin límites y demostrarlo. Amén.  

 

 

“La fuerza del Espíritu Santo en un corazón lleno de Dios produce: amor por los enemigos, hacerles el bien y orar por ellos”

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