viernes, 1 de septiembre de 2023

Domingo 17 de Septiembre de 2023

 

“¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE PERDONAR?”

 

PRIMERA LECTURA

ECLESIÁSTICO 27, 33-28,9

 “Perdona la ofensa de tu prójimo”


También el rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio de pecador. El hombre vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de todos sus pecados. Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados. Si un hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane? No tiene piedad de un hombre semejante a él, ¡y se atreve a implorar por sus pecados!. Él, un simple mortal, guarda rencor: ¿quién le perdonará sus pecados?. Acuérdate del fin, y deja de odiar; piensa en la corrupción y en la muerte y sé fiel a los mandamientos; acuérdate de los mandamientos, y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa. Evita los altercados y pecarás mucho menos, porque el hombre iracundo enciende las disputas. El pecador siembra la confusión entre los amigos y crea división entre los que vivían en paz. Palabra de Dios.

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REFLEXIÓN

El libro de Ben Sira (Eclesiástico), compuesto alrededor del siglo segundo antes de la era cristiana, proporciona una serie de orientaciones éticas y morales para garantizar la madurez de la persona y la convivencia social. Estamos ante una obra de profundo contenido teológico. El autor, Ben Sira, señala al pecador como poseedor de la ira y el furor que conduce a la venganza. Y esta venganza se volverá contra el vengativo. El rencor y su consecuencia no suele quedar impune ya que siguiendo la ley del Talión, el rencoroso siempre cae en su propia trampa; así nos lo recuerda el viejo sabio autor del Eclesiástico: “Tira una piedra a lo alto y te caerá a la cabeza….. el que cava una fosa caerá en ella, el que tiende una red quedará cogido en ella; el que hace el mal se le volverá contra él, aunque no sepa de donde viene” (Eclo 27, 25-27). Por lo tanto en torno al rencor  se da una relación entre causa y efecto. Mediante tres preguntas el autor intenta hacernos ver el error que comete todo hombre rencoroso. Porque si el hombre, ser débil y enfermo, no sabe compadecerse de otro hombre, también débil y enfermo igual que él ¿Cómo se atreve a pedir el perdón a Dios?, su postura sería hipócrita y contradictoria.  En un mundo sumergido en la cultura del rencor, el odio y la venganza, se demuestra como único camino que queda es el camino del perdón. También aquí aparece la reciprocidad entre perdonar y obtener perdón. No se puede aspirar al perdón por los pecados cometidos si no se está dispuesto a perdonar a los otros. Tener la mirada fija en los mandamientos de la alianza garantiza la comprensión y la tolerancia en la vida comunitaria.

 

SALMO RESPONSORIAL: 102

R. / Bendice alma mía al Señor

Bendice al Señor, alma mía,

Que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;

Bendice al Señor, alma mía

Y nunca olvides sus beneficios.R

 

Él perdona todas tus culpas

Y cura todas tus dolencias;

Rescata tu vida del sepulcro,

te corona de amor y de ternura;

él colma tu vida de bienes,

y tu juventud se renueva como el águila.

 

El Señor hace obras de justicia

Y otorga el derecho a los oprimidos;

él mostró sus caminos a Moisés

y sus proezas al pueblo de Israel


...

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo es un canto de alabanza a Dios por la bondad que ha tenido con el pueblo y con el salmista en particular. En medio de la fragilidad del ser humano se revela la grandeza del amor de Dios. Al asumir el Hijo de Dios nuestra propia fragilidad, nos permite participar con él de la misma herencia y nos revela la inmensidad del amor de Dios.

 

SEGUNDA LECTURA

ROMANOS 14, 7-9

“En vida y en muerte, somos del Señor”


Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en la vida como en la muerte, del Señor somos. Para eso murió Cristo y volvió a la vida: para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos. Palabra del Señor.

 .

REFLEXIÓN

El núcleo del pasaje de la carta a los Romanos es proclamar que Jesús es el Señor de vivos y muertos. He aquí una bella síntesis existencial de la vida cristiana. Para el creyente lo fundamental es orientar toda su vida en el horizonte del resucitado. Quien vive en función de Jesús se esforzará por asumir en la vida práctica su mensaje de salvación integral. Amar al prójimo y vivir para el Señor son dos cosas que están íntimamente ligadas. Por lo tanto no se pueden separar. Quién vive para el Señor amará, comprenderá, servirá y perdonará a su prójimo.

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 18,21-35

“No te digo que le perdones siete veces, sino hasta setenta veces siete”

Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús: —Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete? Jesús le contestó: —No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.  »Por esto, sucede con el reino de los cielos como con un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios.  Estaba comenzando a hacerlas cuando le presentaron a uno que le debía muchos millones.  Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, para que quedara pagada la deuda.  El funcionario se arrodilló delante del rey, y le rogó: “Tenga usted paciencia conmigo y se lo pagaré todo.”  Y el rey tuvo compasión de él; así que le perdonó la deuda y lo puso en libertad. Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero suyo que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y comenzó a estrangularlo, diciéndole: “¡Págame lo que me debes!”  El compañero, arrodillándose delante de él, le rogó: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.”  Pero el otro no quiso, sino que lo hizo meter en la cárcel hasta que le pagara la deuda.  Esto dolió mucho a los otros funcionarios, que fueron a contarle al rey todo lo sucedido.  Entonces el rey lo mandó llamar, y le dijo: “¡Malvado! Yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste.  Pues tú también debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.”  Y tanto se enojó el rey, que ordenó castigarlo hasta que pagara todo lo que debía. 

Jesús añadió: —Así hará también con ustedes mi Padre celestial, si cada uno de ustedes no perdona de corazón a su hermano. Palabra del Señor. 


REFLEXIÓN

En el evangelio de hoy, otra vez Pedro salta a la escena para consultar a Jesús sobre temas candentes en el ambiente judío en que crece la comunidad cristiana. Pero la actitud de Pedro es la del discípulo que quiere claridad sobre la propuesta del maestro. No es la actitud arrogante de los Fariseos y Letrados que quieren poner a prueba a Jesús y encontrar un error garrafal que ofenda la ley judía para tener de qué acusarlo.  Pedro pregunta por el límite del perdón. Pero para Jesús, el perdón no tiene límites, siempre y cuando el arrepentimiento sea sincero y veraz. Para explicar esta realidad, Jesús emplea una parábola. La pregunta del Rey centra el tema de la parábola: ¿no debías haber perdonado como yo te he perdonado?

La comunidad de Mateo debe resolver ese problema porque está afectando su vida. El perdón es un don, una gracia que procede del amor y la misericordia de Dios. Pero exige abrir el corazón a la conversión, es decir, a obrar con los demás según los criterios de Dios y no los del sistema vigente. Como diría el juglar de la fraternidad, Francisco de Asís, “porque es perdonando como soy perdonado”.

En la catequesis tradicional de la Iglesia católica se exigían cinco pasos, quizás demasiado formales, para obtener el perdón de los pecados: «examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, confesarlos todos, y cumplir la penitencia» -así lo expresaba uno de los catecismos clásicos-. De tal manera que el perdón y la reconciliación, si bien son una gracia de Dios, también exigen un camino pedagógico y tangible que ponga de manifiesto el deseo de cambio y un compromiso serio para reparar el mal y evitar el daño.

 

En muchos países de América Latina, luego de las dictaduras militares de los setenta y ochenta, se dictaron leyes de amnistías, perdón y olvido, o «punto final»,  los golpistas y sus colaboradores, responsables por decenas de miles de muertos y desaparecidos,  se autoperdonaron, burlándose de la justicia y de la verdad. Pero sin Verdad y Justicia, las heridas causadas por la represión en muchos hogares y comunidades no han cerrado aún. A pesar de todas las leyes encubridoras, la presión, el silencio, el ocultamiento de pruebas... la Justicia se hace camino. Llega tarde, pero no deja de llegar.  Pensemos en otros muchos dictadores y golpistas que, a pesar de todo, están ya siendo juzgados dejando que se dé su lugar a la Verdad y a la Justicia. El perdón y la reconciliación es una exigencia inalienable del ser humano, e indetenible. Y es un proceso de reconstrucción, que trata de reconstruir tanto al victimario como a la víctima.  En ese sentido, nuestras comunidades cristianas deben ser espacios propicios y activos a favor de una verdadera reconciliación basada en la Justicia, la Verdad, la misericordia y el perdón. Pero nunca el Evangelio llama a tolerar la impunidad. La Iglesia –o sea, nosotros, los cristianos y cristianas- debemos apoyar los procesos de reconciliación por el camino verdadero: la Verdad y la Justicia, el no a la impunidad,y la reconciliación profunda de la sociedad.

 

ORACIÓN

Dios Padre del perdón, si tú no nos tratas como merecen nuestras acciones, pensamientos y sentimientos, sino que nos sigues amando y mostrando el camino recto, ¿quiénes somos para guardar odio o rencor o desear el mal a quienes nos hacen daño o viven fuera de ti? Por favor, ayúdanos, no permitas que nos olvidemos de perdonar hasta setenta veces siete… (siempre). Y también, a recordar que la verdadera amistad supone un pacto de fidelidad y una capacidad de dar sin esperar respuesta. Amén

 

 

“Dios se compadece ante nuestras suplicas con una misericordia sin límites que perdona hasta el infinito”

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