miércoles, 1 de enero de 2014

Viernes 24 de Enero de 2014


“VALORAR Y RESPETAR A LOS SERVIDORES DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
1SAMUEL 24, 3-21

“No extenderé la mano contra él, porque es el ungido del Señor”
En aquellos días, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su gente hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus necesidades. David y los suyos estaban en lo más hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres: "Este es el día del que te dijo el Señor: "Yo te entrego tu enemigo. Haz con él lo que quieras"". Pero él les respondió: "¡Dios me libre de hacer eso a mi señor, el ungido del Señor, extender la mano contra él!" Y les prohibió enérgicamente echarse contra Saúl, pero él se levantó sin meter ruido y le cortó a Saúl el borde del manto, aunque más tarde le remordió la conciencia por haberle cortado a Saúl el borde del manto.
Cuando Saúl salió de la cueva y siguió su camino, David se levantó, salió de la cueva detrás de Saúl y le gritó: "¡Majestad!" Saúl se volvió a ver, y David se postró rostro en tierra rindiéndole vasallaje. Le dijo: "¿Por qué haces caso a lo que dice la gente, que David anda buscando tu ruina? Mira, lo estás viendo hoy con tus propios ojos: el Señor te había puesto en mi poder dentro de la cueva; me dijeron que te matara, pero te respeté y dije que no extendería la mano contra mi señor, porque eres el ungido del Señor. Padre mío, mira en mi mano el borde de tu manto: si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme. Que el Señor sea nuestro juez. Y que él me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti. Como dice el viejo refrán: "La maldad sale de los malos...", mi mano no se alzará contra ti. ¿Tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién vas persiguiendo? ¡A un perro muerto, a una pulga! El Señor sea juez y sentencie nuestro pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu mano".
Cuando David terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó: "Pero ¿es ésta tu voz, David, hijo mío?" Luego levantó la voz, llorando, mientras decía a David: "¡Tú eres inocente, y no yo! Porque tú me has pagado con bienes, y yo te he pagado con males; y hoy me has hecho el favor más grande, pues el Señor me entregó a ti y tú no me mataste. Porque si uno encuentra a su enemigo, ¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo que hoy has hecho conmigo! Ahora, mira, sé que tú serás rey y que el reino de Israel se consolidará en tu mano". Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
David no era un hombre pacífico, en el sentido usual de esa palabra. Acostumbrado a enfrentar fieras y bestias, ya en sus tiempos de pastor, luego sabía bien que la ley en el combate suele ser: matar o morir. Y sin embargo, no atenta contra su evidente enemigo, Saúl, que ciertamente lo busca para matarlo. ¿Por qué?
Lo que hace diferente a Saúl en la opinión de David no es visible con ojos corporales. Resulta que Saúl ha sido ungido por Dios. Por respeto a esa unción, David respeta también al que la ha recibido; detiene su mano ante el ungido, aunque no se lo merezca.
Reconocer la presencia de Dios allí donde parece menos encontrarse es un don peculiar que de algún modo anticipa la mirada misericordiosa y creativa de Jesucristo, el que llamó a los pecadores para arrepentirse y convocó a los enfermos más que a los que se creían sanos.

SALMO RESPONSORIAL: 56
R. / Misericordia, Dios mío, misericordia.

Misericordia, Dios mío, misericordia,
 que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas,
mientras pasa la calamidad. R.

Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí.
Desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad. R.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Por tu bondad, que es más grande
que los cielos; por tu fidelidad,
que alcanza a las nubes. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 3, 13-19

“Llamó a los que quiso y los hizo sus compañeros”

En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-; Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo entregó.  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Jesús elige el grupo de los Doce para que vivan con él y para ser los primeros multiplicadores de su acción evangelizadora. Este texto debe ser leído en la lógica del seguimiento y del discipulado y no bajo una interpretación jerarquizante y exclusivista. Estos doce son llamados dentro de un grupo mayor de seguidores que, de acuerdo a sus posibilidades, continúan aprendiendo directamente de Jesús y acompañándolo en muchas de sus actividades. Los Doce son llamados a intensificar su experiencia, no a imponer sus criterios a los compañeros y compañeras del grupo. Ese llamado también implica la asunción de una preparación para la misión. El siguiente capítulo Marcos nos dará la síntesis de las enseñanzas de Jesús arropadas en imágenes y en un lenguaje sencillo y comprensible para todos. Además de la convivencia con Jesús y del envío a predicar, los Doce reciben también el poder para luchar contra el mal. La expulsión del maligno completa los tres elementos que caracterizan el llamado de los Doce. ¿Quiénes son estos hombres que reciben tal responsabilidad y reconocimiento dentro del grupo de seguidores de Jesús? Pues son personas simples y sencillas como nosotros, que ponen al servicio del evangelio todas sus capacidades y recursos.

 ORACIÓN
Dios de la Vida, Tú que venciste la muerte y nos diste la libertad, Tú que nos amas más allá de toda lógica y que nos llamas a hacer de esta vida una fiesta eterna contigo,  te pedimos que en este comienzo del Año Nuevo aumentes en nosotros la alegría de ser “Hijos de Dios”; que en esta misma alegría tu Espíritu suscite en todos nosotros un respeto y gratitud por todos los que sirven en tu Reino. Amén.


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