miércoles, 1 de enero de 2014

MIÉRCOLES 8 DE ENERO DE 2014


“HACER POSIBLE Y VISIBLE EL AMOR DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
1JUAN 4,11-18

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros”
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El amor perfecto expulsa el temor. El amor hace visible a Dios, pues "a Dios nadie lo ha visto nunca; si nosotros nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros". Sucede así porque el amor hizo visible a Dios, según las palabras del arcángel a la Santa María Virgen: "el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1,35). Jesús hecho hombre es la manifestación visible, el punto hacia donde nuestros ojos pueden dirigirse cuando quieren saber qué significa "amor".
Ahora somos nosotros, es nuestra conducta, nuestro modo de ser en este mundo, quien irradia el misterio divino. Hemos recibido la vida "que se ha manifestado" (1 Jn 1,2) y por eso manifestamos esa vida como la manifestó Jesús, en el amor de unos por otros. Es el fruto natural de aquello que hemos recibido creyendo en al Autor de la Vida. De esta manera, la fe se vuelve amor; la escucha a la Palabra se vuelve obediencia a sus mandamientos; la profesión de la fe se vuelve un modo de ser y vivir.
Es lógico entonces afirmar que quien permanece en este amor que brota de la revelación divina lleva a Dios en sí, y quien le tiene no le teme. No tememos la llegada porque ya nos gozamos en la presencia. Y sin embargo, es más lo que esperamos que lo que tenemos. Esperamos el día del juicio, pero ese juicio no cambia sino que perfecciona lo que ya sido juzgado y expulsado de nosotros, es decir, el pecado y al autor del pecado. No tememos porque ya hemos pasado por ese juicio y ese juicio fue libertad para nosotros y castigo para la maldad que nos hacía daño.

SALMO RESPONSORIAL: 71
R. / Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.
Que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 6,45-52

“Lo vieron andar sobre el lago”
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.
Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: "Ánimo, soy yo, no tengáis miedo." Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Ayer se nos recordaba el binomio fundamental en la vida de un cristiano: fe– amor. Hoy se nos indica que hay otro binomio contraproducente, por demás, para la vida de un creyente y que es contrario a la experiencia de Dios que nos legó Jesús de Nazaret. Dicho binomio es: amor y temor. Quien ama tira fuera el temor, tal como nos lo recuerda Juan. Dios es amor, esto nos lo dejó claro Jesús. Pero hemos de limpiar la vida de toda señal de temor, para disponernos a tener una experiencia de fe novedosa.
Uno de los grandes problemas en la vivencia cristiana es todo el sistema de temor que se predica, y que a lo largo de la historia se ha enseñado, como vital e importante para la vivencia de nuestra fe. Se ha logrado así que el cristianismo se manifieste como una experiencia religiosa lúgubre, carente de alegría y de gozo. Para ser cristiano hemos de vivir en el amor y desde el amor. Para capacitarnos y llegar a una experiencia profunda de esto, es importante sacar el temor de la vida. Quien en su interior sienta un mínimo de temor no está viviendo en fidelidad lo enseñado por Jesús.  Creámosle a Él, confiemos en Él.
 Miremos como  Cristo quería llevar a sus discípulos y muchas veces lo hace con nosotros, a las tierras de sus miedos. También el miedo necesita ser evangelizado. El temor puede tener gran dominio y es capaz de adueñarse de nuestras decisiones y preferencias. Cristo se hace presente en ese "mar" de nuestros temores más profundos para liberar, para “sacar”,  de nosotros la fuerza que la oscuridad, la debilidad,  la ignorancia. Él es el Señor, y su señorío estará por encima del viento, el mar, las tormentas, las dificultades, los recuerdos o las  historias dolorosas de nuestro pasado. Sólo es el Rey y Rey de nuestra vida y existencia. Sólo Él.

ORACIÓN

Bendito Padre hoy queremos experimentar, cómo en tu amor misericordioso Tú nos  sanas y liberas del pecado que hay en nuestro corazón (mente y sentimientos), ese que no nos permite ser felices, que nos mantiene atados en el sufrimiento, hoy nos  presentamos delante de Ti, reconociendo nuestra pequeñez y limitación, nuestros temores,  pero también tu poder, misericordia y fuerza, para ponerte de lado y defender al pobre y desvalido, porque creemos firmemente que un corazón contrito y humillado Tú no lo desprecias. Amén.  

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